Las 10 de la mañana marcaba el pequeño reloj en la mesita, aun con Nathan dormido y Stana dando diminutas vueltas sobre la cama.
Esta vez era a ella a quien le tocaba consentirlo. Delicadamente se fue acercando, con su cuerpo haciendo presión sobre el de él, junto a pequeños besos rodeando su cara.
- 5 minutos maaaaassss – reclamó.
- Babe, hace más una hora que estás diciendo eso.
- Pero es que... - ella no dejo que terminara la frase, besándolo esta vez con más fuerza - Wooow, creo que me voy hacer el niño malcriado más seguido solo para esto – Stana solo frunció el ceño y sonrió.
Nathan la tomó en sus brazos, acariciando cada centímetro de su cuerpo, disolviendo el pequeño abismo que aún quedaba entre ellos.
- Porque no nos quedamos otro ratico aquí en la cama – la miro pícaramente, a lo que ella no pudo resistirse.
Aun no comprendían como cada vez que hacían el amor, nuevos sentimientos y emociones los envolvían. Cada embestida los llevaba a un nuevo mundo, en cual nunca antes habían sido testigo.
Ambos habían escogido pasar un día más tranquilo, donde pudieran estar relajados, disfrutando del magnífico tiempo que aquella isla poseía.
Tras el disfrute de sus cuerpos convirtiéndose en uno, desayunaron y se dirigieron a la piscina del hotel.
Pocas personas los rodeaban, aunque era lo que menos le preocupaba.
Al primer instante que la luz solar acaricio sus rostros, Nathan se quitó el pulóver y se sumergió en el agua, realizando un movimiento que Stana distinguió como sexy, sin dejar de apreciar su cuerpo, contemplando cada nado, sus ojos, su espalda, aun sin comprender como había sido capaz de estar 6 años trabajando juntos, ocultando sus sentimientos.
Aunque ella prefirió quedarse en una de las tumbonas, con una pamela, poniéndose protector solar, no pudo rechazar mojar sus pies unos segundos.
- Necesitas ayuda. – dejo Nathan cuando volvió a su lado.
- No estaría mal – lo retó.
El protector hizo un pequeño sonido al deslizarse por los dedos de Nathan. El roce de sus manos en su espalda, creaba un ligero cosquilleo en ella, deseando poder estar solos como horas antes y volver a dejar que la pasión fluyera. El tampoco ayudaba, masajeaba su espalda, con cuidado, lentamente haciendo todo más torturador.
Fillion al saberla perdida en sus pensamientos, la giro y tomo en sus brazos, en solos segundos. Ella se agarró de su cuello, sabiendo al instante lo que quería hacer.
No...No...
El trato de tirarla al agua, pero estaba demasiado agarrada a su cuerpo, entonces decidió hacerlo juntos. Sus pies volaron al instante en que salto hacia la pequeña piscina, ella aún se sostenía.
Al final, en el imparto de sus cuerpos sumergiéndose, se soltaron. Sus bocas pudieron sentir el sabor del cloro, algo amargo. Stana intentaba salir a la superficie, mientras que Nathan no dejaba de molestarla, hundiéndola aún más.
Respiro de nuevo, sin dejar de golpear los hombros de él.
ODIOSO...
La volvió a pegar a su cuerpo, casi desnudo.
Cuando la noche empezaba a caer, la recién pareja decidía realizar un último paseo por la playa, para ver reflejado el increíble primer fin de semana juntos, el primero de muchos.
Sus manos juntas.
El dedo pulgar de Nathan hacia un recorrido por la palma de la mano de ella, mientras Stana besaba su cuello, sentados frente al mar, donde el agua jugaba con sus pies, dejando pequeños rastros de sal.
- No quiero irme. – decía esta.
- Ni yo – su mano ahora acariciaba su vientre. – te prometo que algún día volveremos. – dijo después de varios minutos de silencio.
- Me lo prometes? – Stana giro para que sus ojos pudieran coincidir, cerrando así la promesa. El solo asistió.
Sus labios volvieron a unirse, marcando el final de aquel sueño del cual ambos habían disfrutado por dos días, sintiéndose plenos, sin tener que esconder sus sentimientos, pudiéndolos gritar sin miedo que algún reportero los viera.
En el desliz de aquel instante de pasión o ternura, sus cuerpos se fueron acomodando en la suave arena, aun abrazados, divisando el horizonte...
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Y Si Te Quedas, Qué?
FanfictionLe quiero, por como es, por como me mira, aunque no seamos nada. Me duele cuando sus labios no solapan los míos, como sonríe al verla. Quiero decirte, pero tengo miedo a su rechazo, a su cambio y sobre todo a que nunca mas volvamos a ser los míos. N...