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FÉLIX

Estamos pasando una noche muy tranquila en el hotel, un hecho con el que estoy seguro la mitad de mis compañeros están muy descontentos.

Principalmente los de primer y segundo año, los jugadores que están en el Frozen Four por primera vez y estaban esperando irse de fiesta.

El entrenador aplastó esa idea bastante rápido.
Impuso la idea incluso antes de bajar del autobús.
—Sin alcohol, ni drogas, ni engaños—
Todos sabemos cómo es, por lo que nadie se quejó mientras subíamos a nuestras habitaciones en el tercer piso.

Mañana es el día del partido. Eso significa que esta noche había que tomarlo con calma e intentar dormir.

A Han y a mi nos tocó la habitación 343.
En el momento en el que llegamos a ella, nos congelamos.

Hay una caja en la alfombra. Azul claro. Sin envoltura a excepción de una nota blanca pegada en la parte superior que dice Lee Félix en cursiva.

¿Que mierda?

Lo primero que pensé es que mi madre había enviado algo desde Australia, pero si lo hubiera hecho habría una dirección.
—Um...— dice Han antes de poner las manos en sus caderas —¿Crees que sea una bomba?—

Suelto una risita.
—No lo sé. Pon tu oído en ella y dime si escuchas algo marcando.—
Él retrocede.
—Ajá, si. Olvídalo. Ese es tu nombre escrito en esa maldita cosa—

Los dos miramos fijamente el paquete. Es del tamaño de una caja de zapatos. A mi lado Han arruga la cara con terror, se burla y se lamenta.
—¿Que hay en la caja?—
—Bonita referencia de Seven— le digo.
El sonríe.
—No sabes cuánto tiempo he estado esperando una oportunidad para hacer eso. Años—

Me pongo en cuclillas y recojo el paquete, porque ambos sabemos que es algo inofensivo.

Lo meto debajo de mi brazo y espero mientras Jisung desliza su tarjeta para abrir la puerta. Cuando entramos, él enciende la luz y se dirige a su cama, mientras yo me siento en el borde de la mía y levanto la tapa de la caja.

Arrugando la frente, desenvuelvo el papel de seda blanco y saco el suave paquete de tela del interior.

Desde el otro lado de la habitación, Jisung mira.
—Amigo... ¿Qué diablos?—

No tengo idea. Estoy mirando unos bóxers blancos con gatitos de color naranja brillante por todos lados. Cuando los levanto por la cintura, otra tarjeta cae. Esta tiene una sola palabra.

MIAU.

Y mierda, reconozco la letra esta vez.

Seo Changbin.

No puedo evitarlo. Resoplo tan fuerte que Han levanta las cejas. Ignoro la reacción de mi amigo, muy divertido y desconcertado por el significado de este regalo.

La caja. Seo resucitó nuestra caja de bromas. Excepto que no tengo idea de por qué.

Había sido el último en enviarla. Y recuerdo que me sentí muy presuntuoso sobre mi elección de regalos. Un paquete de Blow Pops. Porque, bueno. ¿Como podría resistirme?

Seo no había enviado nada de vuelta. Tampoco había llamado, ni enviado mensajes, ni nada. Ni una sola palabra de él por tres años y medio.

Hasta ahora.

—¿De quién es?— Han está sonriendo hacia mi, muy entretenido por el ridículo regalo en mis manos.
—Somi— su nombre sale de mi boca tan fácil que me sorprende. No sé por qué mentí. Era muy fácil decir que lo había enviado un viejo amigo, un rival, o lo que sea.

~FÉLIX~ ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora