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FÉLIX

Bin y yo arrastramos nuestros agotados cuerpos fuera de la cama a la mañana siguiente y vamos a la pista, donde ya están esperando los otros entrenadores.

Los padres llegan a las nueve y el primer partido está programado para las diez y Nam tiene una lista de tareas enorme. Empieza a gritar instrucciones una vez que Changbin y yo llegamos al grupo, luego para de repente cuando nota el rostro de Bin.

—¿Qué demonios te pasó ayer, Seo?—

Junto los labios, luchando contra una risa. Nuestro acto sexual circense en el auto la otra noche dejó a Changbin con un bonito morado en el ojo izquierdo, por mi codo. No está negro, pero definitivamente púrpura y visiblemente hinchado.

—Lee me golpeó— responde seriamente. Nam pasa su mirada a mí y luego a Changbin.
—¿Qué hiciste para hacerlo enojar?—
Bin finge un suspiro.
—¿Estás diciendo que me lo merezco, entrenador?—
—Estoy diciendo que es un milagro que no consigas que te peguen cada dia de tu vida.— Pero Nam está sonriendo mientras lo dice.

Luego aplaude y vuelve a los negocios.
—Tal vez ustedes chicos puedan besarse y perdonarse durante el viaje al supermercado. Les toca el asunto del hielo. Asegúrate de usar un poco en ese ojo.—
Siento mi cuello arder ante la mención de Nam de besarse. Entrenador, si tú supieras...

Bin alza una ceja.
—¿Hielo?—
—La máquina de la cafetería se rompió, así que necesito que vayan al supermercado y compren unas cuantas bolsas.—
Ya nos está despidiendo, dirigiéndose con instrucciones a otro par.

Salimos mientras Nam aún está dando instrucciones como un sargento. Subo en el asiento del copiloto de su auto, sonriéndole mientras recuerdo las aventuras automovilisticas de la pasada noche.

Lanza una mirada triste sobre el hombro.

—Nunca volveré a mirar el asiento trasero del mismo modo.—
—Espera, ¿estás diciendo que nunca lo hiciste en tu auto hasta ayer?—
—No. Tenía un auto pequeño en Northern Mass, así que normalmente llevaba las folladas a casa. O iba yo a las suyas.—
Hace una pausa. —Esa era la mejor opción. Significaba que no tenía que echarlos cuando querían pasar la noche.—

Frunzo el ceño.
—¿Nunca pasas la noche con nadie?—
El y yo hemos estado durmiendo juntos.
—No— repite.
—¿Por qué no?—

De repente siento curiosidad sobre su vida amorosa. No el sexo, la idea de él con otro me enferma, sino las cosa de la relación.

Desde que lo conozco, Changbin ha estado soltero. Ahora, sabiendo que es gay, tiene sentido el por qué nunca tuvo una novia. Pero, ¿ha tenido algún novio?

—No quería a nadie encariñandose demasiado conmigo— responde encogiéndose de hombros, con los ojos fijos en la carretera.

La respuesta solo hace que tenga más curiosidad.

—¿Siquiera te has sentido encariñado con ellos?—
—No.— Esta parece ser su respuesta favorita del día.
—¿Has salido alguna vez con alguien?—regunto

Se queda callado por un momento.

—No— admite —No hago la cosa de novios, Lee. Es demasiado complicado.—

Por alguna razón, se me encoje el corazón. Quiero preguntarle que soy yo, entonces.

Sé que esta cosa entre nosotros estaba destinada a acabar con el tiempo, pero al menos pensé que el tiempo que estuviésemos juntos significaría algo para él.

Porque significa algo para mi. No estoy seguro de qué o por qué, pero sé que esto no se trata de simplemente sexo para mi.

—Y una vez que esté en Toronto, no estaré haciendo nada— comenta de modo melancólico. —El celibato va a apestar.—

~FÉLIX~ ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora