~FÉLIX~ Changlix

.:20:.

Primero, Nam reúne a todo el mundo. No puedes pedirle a un grupo de atletas competitivos que jueguen un amistoso partido de fútbol sin repasar toooodas las reglas primero.
—Y mataré a cualquiera que se haga daño— finaliza
Es bueno saberlo.

Estamos jugando cinco contra cinco y, por supuesto, soy el arquero.
Puedo ver a Jooyeon en la banda, mirándome con una sonrisa. Es un buen chico cuando se olvida de estar estesado.

Estoy aburrido como la mierda, porque Seo y los otros están atacando en la otra área. Vamos ganando 1-0 para el momento en que tengo que hacer mi primera parada.

Un arco de fútbol es mucho más grande que uno de hockey, así que protegerlo es más difícil. Pero paro el tiro de Nam con las manos y mi equipo aplaude.

Pongo el balón en el piso, retrocedo y lo pateo. Antes de que Seo la alcance, me da una pequeña sonrisa, luego para la pelota con el pecho. Esta cae al suelo entre sus piernas y luego sale corriendo, controlando la pelota, belleza masculina en acción.

De repente, vuelvo a estar pensando en sexo otra vez. En medio de un partido.
Eso nunca antes había pasado.

La siguiente vez que la pelota se acerca a nuestro arco, nuestra defensa fracasa cuando Nam es capaz de engañar a nuestro compañero. El inmediatamente lanza una bomba hacia mi.
Salto pero pasa mi mano y llega a la esquina de la red.

Seo hace un sonido irritado. Mientras tanto Jooyeon y el resto están mirando.
Camino hacia Seo y pongo una mano en su hombro.

—Oye— digo alzando la mano para que la choque. —Anotaremos el siguiente.—
Seo es de aprendizaje rápido, así que no me sorprende que lo entienda. Golpea mi mano
—Claro que si.—

Luego. Pasa la mano por mi espalda y le da a mi culo un rápido apretón.

¡Mierda!

No puedo evitar mirar alrededor, buscando en los rostros de todo el mundo una reacción.

Pero no hay ninguna, porque nadie lo vio. E incluso si lo hubiesen hecho, eso es algo tan propio de Seo que nadie pensaría en eso dos veces.

Pero yo lo hago. Porque, incluso si no estoy alucinando por lo que hicimos anoche, no quiero que nadie más lo sepa.

Aunque si Seo fuese una chica no me importaría.

<¿Y eso por qué?>
Pregunta mi conciencia. Es una buena pregunta que no estoy preparado para responder.

Nos mantenemos 1-1 hasta que queda un minuto. Entonces Seo tiene suerte con un córner, rematándolo de cabeza al arco. Y ganamos.

Me tiro en la hierba y le grito a Yeon que me traiga una botella de agua.
Lo hace, pero me echa un poco en el rostro antes de darme el resto.

—Eres un chiquillo— me quejo y él se ríe. —Entonces, ¿con quién compartes habitación?— le pregunto.
—Em, con Gaon—
—¿En serio? ¿Y qué tal va?—
—Está bien— responde —No es un bastardo cuando no está en el hielo—

Archivo eso para analizarlo después. Y muevo la mirada a Seo.

Hay un sentimiento cálido en mi barriga cuando lo miro. Y no es solo sexual. Es... agradable. Como si estuviésemos cerca incluso cuando está a veinte metros. Llevo una consciencia de él como una segunda piel.

Bien, eso suena un poco raro. Un poco como... creo que el sol y la confusión sexual se me han subido a la cabeza.

Justo antes de que él alcance el dormitorio, veo a Seo responder su teléfono. Y cuando llego a nuestra habitación un minuto después de él, está frunciendo el ceño hacia la ventana mientras habla.

—¿Y si no quiero una entrevista?— pregunta. Su tono es demasiado enojado si es que está hablando con un relaciones públicas.

—No es buena idea. ¿Por qué quieres que mienta?— Hay una pausa cuando Seo acaba. Patea los zapatos con más fuerza de la necesaria y vuelve con un golpe enfadado hasta el escritorio que nunca usamos.

—Papá, si les digo que tengo novia, van a preguntarme su nombre. Y luego ¿Que quieres que diga?— Ah, la conversación tiene más sentido ahora.

La única vez que conocí a al señor Seo, lo encontré demasiado arrogante y exigente. Y el hecho de que el no esté feliz con la sexualidad de su hijo no me resulta una sorpresa.

Frente a mi, hunde los hombros. Sin pensarlo demasiado, me acerco y pongo las manos ahí, apretando los músculos entre su cuello y hombros. Hundo mis pulgares en sus músculos y empujo.

Al principio se tensa, luego hace un esfuerzo por relajarse. Y cuando me lanza una pequeña mirada sobre su hombro, es de gratitud.

—Tengo que irme— está diciendo. —Pensaré en ello, pero no te atrevas a organizar nada sin mi permiso.— Su voz aún suena enojada.

Termina la llamada y deja el teléfono en la mesa. Luego baja la cabeza y se inclina hacia mi toque.
—Gracias— comenta bruscamente.

—¿Qué quiere de ti?— muevo mis manos en la parte de atrás de su cuello. ¿Lo habría tocado de este mismo modo antes? Probablemente no. Pero no es sexual. Aunque se siente bien bajo mis manos.

Seo gruñe.
—Tiene un amigo en Sports Illustrated. Como sabes, tiene un amigo en todos lados. Quiere decirle que me entreviste durante mi temporada de novato—

—Esa es una terrible idea— En primer lugar, las temporadas de novato son impredecibles. Seo podría acabar como suplente durante veinticuatro partidos. ¿Y quién quiere la presión de hablar con un periodista todo el tiempo? —No quieres ser el novato al que un reportero sigue todo en maldito día—

Suspira, siento como su espalda sube y baja en mis manos.

Me invade una sensación de... algo por él. Solidaridad. Afecto. No sé exactamente. Pero desearía que su padre no meta en su vida.

—¿Qué vas a hacer?—
—Mentir— responde, con tono plano —Le diré que hable con el equipo de relaciones públicas de los Panther y que vetaron la idea.—
—¿Te creerá?—
—¿Importa?—
—Si— murmuro —Porque no querrás enojar a Sported Illustrated cuando ni siquiera has afilado tus patines en Toronto.—

Seo hace un sonido frustrado mientras bajo las manos por su columna.
—Mi maldito padre, volviendo a meterse donde no lo llaman. Piensa que está ayudando. Quiere que su amigo escriba un tipo de historia del chico perfecto. Como si el que estuviese empresa en un revista pudiese hacerlo real.

Seo se gira de repente, interrumpiendo el increíble masaje que le estoy dando. Y estoy extrañamente decepcionado.

Disfruté teniendo las manos en él. Sé que él también lo disfrutó, pero su expresión cae de nuevo, justo como está mañana.

Abro la boca. Luego me quedo callado. No, aún no estoy preparado para tener esa conversación.

—Vayamos por algo de comer— sugiere.
Dudo, luego niego.
— Ve tú. Creo que dormiré un poco. Estoy... cansado después del partido.—
Es una excusa patética y sé que da cuenta. Pero solo asiente.
—Okay, si quieres alcánzame luego—
Luego se va.