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CHANGBIN

Nuestro horario de entrenadores nos levantó otra vez a la mañana siguiente, y llego al hielo preparado para darles un gran entrenamiento a estos niños.

Tuve un inicio duro la semana pasada, dejando que su impulsividad e inutilidad para seguir mis instrucciones me afectara, pero estoy determinado a tomar nota de Félix y ejercer un poco de paciencia.

No me entiendas mal, sé ser paciente, cuando estoy jugando. ¿Pero mirar a otros jugar? ¿Viendo los errores que están cometiendo y verlos cometerlos otra vez en lugar de corregirlos basándose en mi consejo? Es una locura.

Aunque hoy los chicos estás escuchándome mejor. Estoy practicando algunas jugadas de pases básicas con mis delanteros, cambiando las trayectorias cada poco tiempo para que obtengan la sensación del estilo y técnica de sus compañeros de equipo. Para la mayoría está yendo bien, pero un niño, Junhan, acapara el disco sin importar en qué trayectoria esté jugando.

Me trago mi silbido, tentado a arrancarme el pelo de raíz. Junhan simplemente ha ignorado mis instrucciones otra vez, lanzándole un débil tiro de muñeca a Yoojeon en vez de dar un pase atrás a Gaon, como se suponía que debía hacer.

Lo llamé y patinó hacia mí sonrojado y hosco.

Desde la esquina del ojo, veo a Félix observándonos con atención, como si estuviese valorando mi capacidad como entrenador. Nam también está mirando, desde el banco, y estoy contento de que por fin ha dejado de fruncirme el ceño.

Anoche Lee y yo habíamos aparecido demasiado tarde al comedor para ver la actuación en directo, pero afortunadamente, uno de los chicos lo grabó. Y créeme, nunca voy a olvidar la visión de Nam y sus cuatro entrenadores moviéndose de un lado a otro y cantando la interpretación más desafinada de "Oops, I did it again"

No creo que Nam tampoco la olvide. O deje de odiarme por elegir la apuesta de ese partido de fútbol. Centrándome en JunHan, cruzo los brazos sobre mi sudadera de Northern Mass y pregunto:

—¿Qué tipo que ejercicios estamos practicando?—
—¿Uh...?—
—Pases— aclaro.
Asiente.
—Cierto.—
—Lo que significa que necesitas pasar el disco, niño.—
—Pero en la última práctica nos diste todo un discurso sobre no vacilar. Nos dijiste que si teníamos un tiro, fuésemos por ello.— Inclina la barbilla defensivamente. —Tenía un tiro.—

Finjo un jadeo.
—Espera, el disco pasó a Yoojeon? debí perderme ese gol.—
Ahora su expresión es avergonzada.
—Bueno, no, fallé, pero...—
—Pero querias marcar gol. Lo entiendo. —
Le ofrezco una sonrisa amable. — Mira, estoy contigo, niño. No hay mejor sensación en el mundo que ver iluminarse el marcador. Pero permíteme preguntarte algo, ¿cuántos delanteros hay normalmente en el hielo?—

—Tres...—

—Tres — confirmo —No estás jugando solo ahí. Tienes a tus compañeros de equipo contigo y no están ahí para patinar y verse hermosos.—
Sonríe.
—Gaon tenía un tiro. Si se la hubieses pasado, hubiese metido ese bebé justo dentro, por la esquina superior izquierda. Y tú habrías obtenido la asistencia. En cambio, no tienes nada.—

Junhan asiente despacio, y una ráfaga de orgullo me atraviesa. Santo dios, estoy llegando hasta él. Puedo verle absorber las palabras, mis palabras. Y, de repente, entiendo por qué Félix trabaja tan duro en esto de entrenar. Es... valioso.

—Necesitas confiar en tus compañeros de equipo—le advierto a Junhan.

Pero por alguna razón eso borra la sonrisa de su rostro, que cambia por fruncir el ceño de forma oscura.

—¿Qué pasa?—pregunto.
Murmura algo que no logro entender.
—No puedo escucharte, niño.—
Me mira a los ojos.
—Es un poco difícil confiar en ellos cuando sé que quieren que falle.—

—Eso no es cierto. — Excepto que incluso cuando expreso una protesta, sé que en cierto modo tiene razón. Algunos jugadores tienen la tendencia de ser feroces, preocupándose únicamente de ellos mismos.

De repente, tiene sentido el por qué Junhan siempre está buscando ser la estrella, porque cree que es lo que el resto está haciendo.

—Es verdad. — Dirige la mirada hacia la portería, donde Félix está hablando con Yoojeon.

—Especialmente con Jeon. Jodidam... malditamente— se corrige— Malditamente disfruta viéndome estropearlo. Y luego cita todo lo que hice mal al día siguiente en el desayuno, o en la cena, o cuando estoy intentando dormirme. Siempre está con juegos mentales.—
Sofoco un suspiro.

—Tu compañero de cuarto, ¿cierto?—
—Desafortunadamente —murmura.

— ¿Han pasado tiempo fuera de las prácticas? ¿Hablaron sobre otra cosa que hockey?—

—No realmente responde con un encogimiento de hombros. Quiero decir, habla sobre su padre a veces. No creo que se lleven bien. Pero eso es todo.—

—¿Quieres mi consejo?—
Su expresión es sincera cuando asiente.
—Trata de llegar a conocerlo. Desarrolla alguna confianza fuera del hielo.— Señalo a Félix con la cabeza —El primer día que me enfrenté a Félix, uh, el entrenador Lee, quiero decir, fui un completo idiota. Engreído, fanfarrón. Lo molesté cada vez que lanzaba un tiro a la portería, haciendo un pequeño baile de la victoria cada vez que marcaba. Lo juro, cuando la práctica acabó quería asesinarme. Le dijo al entrenador Nam que odiaba mi carácter y le sugirió que me enviasen de vuelta al planeta de imbéciles de donde había salido.—
Junhan se ríe .
—Pero ahora son como hermanos.—

—Si. Y también fuimos compañeros de cuarto por aquel entonces. Cuando volvimos a nuestro cuarto después de ese primer entrenamiento, simplemente se sentó allí y me miró fijamente durante una hora. —
—¿Y quería sucedió?— preguntó Junhan con curiosidad.

—Le sugerí que jugásemos al "Nunca-nunca". Llevó un tiempo convencerlo, aún estaba bastante molesto conmigo, pero con el tiempo lo desgasté.—

Sonreí con el recuerdo. Nos pasamos algunas latas de Red Bull que le había robado a uno de los entrenadores y nos llegamos a conocer el uno al otro diciendo las cosas más locas. Nunca me oriné en el pantalón en un partido de los Bruins. Nunca le enseñé el culo a un autobús lleno de monjas durante un viaje escolar a una fábrica de chicle. Esas fueron mías, por supuesto.

Las de Félix habían sido más serias. No soy hijo único. Algún día no quiero jugar en los profesionales. Sí, no había practicado mucho la parte de "nunca" del juego, pero no me había importado. Mi yo de trece años se había estado divirtiendo colocándose con azúcar y cafeína. Nos quedamos despiertos hasta las cuatro de la mañana y a duras penas pudimos levantarnos a la mañana siguiente.

—Después de eso, fuimos inseparables— afirmo con una sonrisa.

Junhan se muerde el labio.

—Pero el entrenador Lee es genial. Jeon es... un poco imbécil.—
Sofoco una risa.
—Nunca se sabe, puede acabar siendo el tipo más genial que conocerás jamás.—
—No sé...—
Le doy un golpecito natural en el hombro.

—Simplemente dale una oportunidad. O no. Haz con ese consejo lo que quieras.—
Luego vuelvo al modo entrenador Seo, soplando el silbato lo suficientemente fuerte para sorprenderlo.
—Ahora vuelve allí y comparte la abundancia, niño. Acapara una vez más el disco y te mando al banco el resto de la práctica.—

~FÉLIX~ ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora