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CHANGBIN

Maldición. Sabia que el tipo en la gasolinera lucia familiar. Aguanto la respiración mientras mi mirada se bloquea con la del hombre en la que conecta. Pero el tipo no me deja contenerlo por mucho.

—De ninguna jodida manera— escupe —De ninguna jodida manera. ¿Dónde está Namjoon?—

—Aqui— dice una calmada voz. Nam aparece en la entrada, un fruncimiento tocando sus labios —¿Hay algún problema?—

—Por supuesto que lo hay. ¿Esto es lo que me costó miles? ¿Estoy pagando a un par de pervertidos para que pasen cada día con mi hijo? Esto es una mierda.—

Cabezas se giran más rápido que los espectadores de Wimbledon. Y cuando miro, el rostro de Nam palidece.

Sus ojos rebotan hacia mí por una fracción de segundo y mi corazón se hunde.

Voy a ser una carga aquí. Un jodido cráter para Nam y su negocio.

El tipo nota también toda la atención que se está ganando de los padres.
—No me voy a quedar tranquilo sobre esto.—
Lo que da pie a que su hijo se implique.
—¡Papá!—grita el niño —¿Qué demonios estás diciendo?—

La mandibula de Nam se endurece hasta que parece un bloque de granito.

—Necesita seguirme, señor. Si va a difamar a mis entrenadores vinculados con la NHL, puede hacerlo en la privacidad de mi oficina.—
Se gira y desaparece en el edificio.

Espero hasta que el hombre me pase. En su camino a las escaleras, me dirige una mirada fulminante y malvada. Entonces lo sigo adentro. Justo detrás de mi está Félix, cabizbajo.

—Voy a oir lo que tiene que decir— susurro — Pero no tienes que venir.—Félix me mira exasperado y me sigue de todas maneras.

Puta mierda. Acabo de joder el último verano de Félix en Elites. ¿El trabajo que ama tanto? Boicoteado por este servidor. Va a lamentar el dia que me conoció.

Un momento después, los cuatro nos reunimos en la pequeña oficina de Nam y cierro la puerta de golpe.

El señor Lee obviamente sabe no vacilar antes de tomar un disparo. Habla antes de que Nam pueda hacerlo.

—No intente decirme que no sabía sobre estos dos. ¿Cómo puede contratarlos para trabajar con adolescentes influenciables?—
Nam respira profundamente, pero su rostro está rojo.

—No tengo ni idea de qué le puso así. ¿Alguien puede decirme?—

Félix abre su boca para hablar, pero alzo una mano. Puedo sentir cómo tiemblo de ira, pero mi voz suena razonablemente firme.
—Vamos a dejar que el señor le diga al entrenador Nam exactamente lo que vio— me giro hacia padre de Jooyeon. —Y no te calles nada, hombre. Dile cada detalle.—

Ese bloqueo funciona, porque el Sr. Lee empieza a parecer incómodo. Simplemente he usado su propia homofobia contra él. Ni siquiera puede hacer que las palabras salgan, está tan disgustado.

—Ellos...—Aclara su garganta y me señala. —Lo besó.—

Y ahora tengo que darle crédito a Nam. Hay un destello de sorpresa en su rostro, pero desaparece un nanosegundo después. Insisto de nuevo antes de que Nam tenga la oportunidad.

—Esa no es una descripción lo bastantemente buena. ¿Qué más viste? Estoy esperando para oir la perversión. —

El tipo niega.
—Eso fue suficiente, confia en mi.—

—¿De verdad? — gruñi —¿Dónde besé al entrenador Lee?—

Claramente encuentra mi ofensivo juego exasperante, así que sé que voy por buen camino.

—¡En la gasolinera!—
—¿En qué parte de su cuerpo, amigo?— Entonces casi suelto una risita, porque ahora hay una vena palpitante en el centro de su frente.

—Uh, aqui— dice, apuntando hacia su mejilla —Pero ese no es el punto.—

Sigo presionando.
—Oh, ¿en serio? Porque pensé que ese era exactamente el problema. He conocido a Félix desde siempre y simplemente me contó algo importante de su carrera y lo abracé. Con un brazo. No escatimes en los detalles, ¿está bien? Consolé a mi amigo con todo ese detalle... mitad de un abrazo y un beso en la mejilla. Ponme las esposas, ¿por qué no?— Extiendo mis muñecas.

El hombre está a punto de explotar.
—Pero vi... Pensé que ustedes dos claramente...—

Nam interviene ahora:
—Realmente no importa lo que pensase. ¿Este es su gran problema? ¿Un momento privado entre amigos apto para todos los públicos?—

—Amigos que...—

—¡Eso no es su asunto!— grita Nam —Ni mio tampoco. Nunca he visto a mis entrenadores haciendo nada inapropiado. Ellos son muy profesionales en esta pista de hielo. Y para eso es para lo que paga, señor.—

—¡No!— argumenta.  —Estoy pagando por un buen criterio y le voy a decir a todo el mundo que esté dispuesto a escuchar que no restringe a sus empleados. Sólo está esperando un desastre, de todos modos. Estos dos causan un revuelo...—

Nam lo corta:
—El único revuelo que el entrenador Lee causó fue el día en que su novia se presentó en la pista de hielo. Y su hijo hizo un comentario inapropiado sobre su anatomía.—

Se queda boquiabierto.
—Entonces es peor de lo que sabe, entrenador, porque el señor Lee aquí obviamente es promiscuo. Porque sé lo que vi. Y mi hijo y yo estamos fuera de aquí.—

Mierda. Pobre Jooyeon. Tiene un imbécil por padre, ¿y lo saca del campamento?

El rostro de Nam es de piedra.

—Es libre de hacer lo que quiera. Pero si difama a mis entrenadores con alguien no lo voy a tomar sin protestar.—
—Pero con ellos lo hace, ¿eh?—

Después de tener la última palabra, se va.

La oficina permanece en un silencio ensordecedor. El único sonido es el alto suspiro de Nam, hasta que Félix trata de decir algo.

—Entrenador, yo...—
Nam alza una mano.
—Dame un momento para pensar.—

Félix se queda en silencio otra vez. No mira hacia mi, y desearía que lo hiciera.

—Bien— dice el entrenador —Pueden dirigirse a su habitación, les enviaré un mensaje cuando sea obvio cómo va a jugar con esto ese malnacido. Y me quiero disculpar, Felix, por sacar a colación a tu amiga...—

—No es necesario— dice rápidamente.
Pero Nam niega.
—No. ¡No debería importar! Me importa una mierda si tienes novia o no. Pero lo dejé aturdirme. El hecho es que esta situación me tomó completamente por sorpresa, lo que sólo significa que el comportamiento de los dos ha sido impecable. —
Eso no es verdad. Es bueno que el entrenador Nam no nos siguiera cuando nadamos desnudos y lo hicimos en el auto.

—He dirigido este campamento durante veinte años— añade, tumbandose para mirarnos a los ojos. —Ha habido momentos cuando les he pedido a los empleamos discreción. Pero ese no es el caso aquí.—
Y ahora Félix está del color del tomate.
Mi puño finalmente se relaja.

—¿Nam? Me disculpo si te compliqué el día, pero no voy a subir a esperar tu mensaje. Se supone que estemos en la linea de ataque, ¿verdad? No huyo. Mi vida privada es mi asunto. No muchas personas saben sobre mi secreto. Pero si algún idiota decide confrontarme, no lo evado. Eso sólo luce débil. Tengo todo el derecho de estar aqui. Tengo todo el derecho de entrenar a esos chicos.—

Nam pellizca el puente de su nariz.

—Claro que lo tienes. Sólo estaba tratando de protegerte de cualquier mierda más. A la mierda. Saca tus patines, entonces.—

~FÉLIX~ ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora