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FÉLIX

Estoy extrañamente nervioso cinco minutos después, cuando me dirijo a la plata baja.
Y no me gusta la sensación de picor en mi columna, porque no me pongo nervioso seguido.

Soy probablemente la persona mas despreocupada que jamás hayan conocido.

El bar está lleno cuando entro. No es sorpresa. Es viernes por la noche y el hotel está completamente lleno debido al torneo. Cada mesa y lugar están ocupados. Tengo que mover mi cuerpo hacia los lados para pasar, y no puedo ver a Seo en ningún lugar.

Tal vez fue una idea esúpida.
—Permiso— digo. Hay un coágulo de hombres de negocios que bloquean el paso entre la barra y las mesas. Y se ríen haciendo caso omiso a la forma en la que están haciendo el lugar intransitable.

Estoy a un segundo de volver a mi habitación cuando lo escucho.
—¡Idiota!—

Es solo una palabra, pero reconozco la voz de Seo al instante. Profunda, agua y ronca a la vez cuando grita.

De repente me transporto a la secundaria, a todos esos veranos que escuché su voz burlándose de mi, desafiándome, retándome.

Una ola de risas sigue de su comentario, y muevo mi cabeza para buscar el en grupo contra la pared del fondo.

Él gira la cabeza al mismo tiempo, casi como si sintiera mi presencia. Y mierda, viajo atrás en el tiempo otra vez. Tiene el mismo aspecto. Y diferente.

Todavía tiene el cabello oscuro, desordenado y es más grande ahora. Músculos sólidos, hombros anchos. Definitivamente más grande que a los dieciocho años.

Tiene un tatuaje en su bíceps derecho, y hay más tinta en su piel. Veo algo en su brazo izquierdo. Y noto algo negro asomándose desde el cuello de su camiseta.

Todavía está hablando con sus amigos mientras me mira concentrado.

Por supuesto que está rodeado de gente. Había olvidado lo magnético que es.

Una barra perforando su ceja atrapa la luz mientras gira su cabeza.
Sus ojos se achican cuando finalmente nado a través del mar de gente para llegar a su lado.

—¿Te pusiste luces en el cabello?—
Hace más de tres años que estuvimos en la misma habitación juntos, ¿Y eso es lo primero que dice?
—No— pongo los ojos en blanco mientras me deslizo en el taburete junto a él —Es por el sol—

—¿Todavía nadas cada fin de semana?— pregunta.
—Cuando tengo tiempo— levanto una ceja —¿Todvia te bajas los pantalones frente a las cámaras de personas extrañas sin ninguna razón concebible?—

Sus compañeros estallan en risas alrededor nuestro, sus risas truenan en mi pecho.

—Mierda, ¿Siempre fue así?— Dice alguien
Una sonrisa tira de la esquina de la boca de Seo
—Nunca privé al mundo de mi belleza masculina dada por Dios.—

Se estira para poner una mano en mi hombro. Le da un apretón y lo suelta una fracción de segundo después. Pero todavía puedo sentir el punto caliente en mi hombro.

—Chicos, el es Lee Félix, mi amigo de hace años y el portero de esos punks de Rainier—
—¡Oye!— le digo estúpidamente.

Entonces miro al rededor, en busca de una camarera. Necesito una copa en mi mano, incluso si es solo refresco. Pero el lugar está lleno, y la única camarera a la vista no está cerca.

Echo un vistazo al trago en la mano de Changbin. Está bebiendo Coca-Cola. No, es cerveza de raíz.

Seo levanta la la mano y la camarera gira en nuestra dirección. Señala su vaso y ella asiente, como si fuese mandada por dios para hacer la voluntad de Seo Changbin.

El le sonríe y me doy cuenta de otro destello de metal. Se perforó la lengua.

Yyyyyy ahora estoy pensando en su lengua. MIERDA. Y los últimos cuatro años de silencio entre nosotros de repente tienen un poco más de sentido.

Tal vez hay momentos de borrachas capaces de arruinar una amistad.

O tal vez es una mierda y si nos hubiéramos quedado como amigos podríamos haber superado el valor de una hora de estupores hace mucho tiempo.

Mientras tanto, realmente hace mucho calor en este lugar. Si esa camarera no me trae una cerveza, voy a tener la tentación de volcar algo sobre mi.

Y el silencio entre mi ex-amigo y yo está creciendo.

—Está lleno de gente— me las arreglo para decir.
—Si. ¿Necesitas un trago?— me ofrece el suyo

Tomo un gran sorbo y nuestros ojos se encuentran por encima del borde. Su confianza se ha achicado un centímetro o dos.

Su mirada hace una pregunta
¿Vamos a pasar la siguiente media hora?

Pasando el trago, tomo una decisión
—Es una vergüenza que los Bruins fueran castigados por los Ducks el mes pasado—
Veo el destello de retorno de arrogancia a la velocidad del rayo.
—Eso fue un golpe de suerte. Y una terrible llamada en la tercera.—
—Con un poco de ayuda de su hombre-D—
—Oh, mierda. Veinte dólares a que los Ducks no llegan más allá de la primera ronda este año—
—¿Veinte es todo lo que estás dispuesto a apostar?— suspiro —Suena como si tuvieras miedo. Veinte y un vídeo de youtube proclamando mi grandeza—
—Hecho. Pero cuando pierdas harás el videos con la camiseta de los Bruins—
—Claro— me encojo de hombros. Y así la noche es más fácil.

La camarera aparece con dos vasos de cerveza y una sonrisa hambrienta de Changbin.

El le da uno de uno de veinte.
—Gracias, muñeca—
—Avísame si necesitas algo— dice y toma el billete rozando su mano.

Dios. Los jugadores no tienen ningún problema para encontrar mujeres y llevarlas a la cama. Pero mi viejo amigo, obviamente disfruta de su elección.

Ella es atractiva, grandes curvas y una dulce sonrisa. Ni siquiera perdonó una mirada a su trasero perfecto mientras se aleja.

Cuando desaparece de nuestra vista, Seo abre los brazos y le sonríe al grupo.
—Mierda. Somos un montón de cobardes. Cerveza de raíz y Ginger Ale en una noche de viernes. Que alguien llame a la policia. Necesitamos una partida de dardos o algo así.—
—Hockey de mesa!— grita uno —Lo vi en la sala de juego—
—¡Chan!— Seo golpea al tipo de pie junto a él —¿Quien ganó el último partido?—
—Tu no, idiota. Debido a que hiciste trampa durante el tiroteo—
—¿Quién? ¿Yo?—

Todo el mundo se ríe.

Pero mi mente se quedó enganchada en la palabra  "tiroteo"

~FÉLIX~ ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora