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FÉLIX

Es la cena de domingo en la casa de mis padres en Seven Hills, Sidney. Esta vez no la veo por videollamada... preparo la pasta yo mismo.

He picado una montaña de ajo, varias cebollas y cortado una montaña de aceitunas.

Somos muchos para la cena de esta noche. Mamá me ha tenido en la cocina durante un a hora y media y no estamos ni cerca de estar listos.

Como suele suceder, la cocina es muy terapéutica. Tengo algo que hacer con mis manos y no tengo que mirar a nadie a los ojos.

Llevo en casa cuarenta y ocho horas y mamá me acecha como un tiburón. Es consciente de que algo malo me pasa. Todo lo que le he dicho es que estoy teniendo una crisis con mi carrera.

Sabe sobre la entrevista programada para dentro de tres días, la cual entra en conflicto con el hecho de que debo estar en Detroit dentro de seis días.

Todo lo que le he dicho es verdad. Pero no es toda la verdad.

Elegir entre dos carreras es algo grande, pero no es ni de cerca tan doloroso como lo que Changbin me ha hecho.

Después de esa horrible escena en nuestra habitación, sali para correr.

Cinco kilómetros después, él se había ido.

No quiero decir que fuera por una bebida... se había ido del campamento. Toda su ropa había desaparecido de nuestro armario. Sus artículos de aseo no estaban.

Sus patines no estaban.

Supe sin preguntar que no volvería.

Cuando bajé a desayunar la mañana siguiente, el rostro de Nam estaba lleno de lástima. Y cuando le pregunté si estaba seguro de que tenía suficientes entrenadores la semana siguiente para que pudiera irme a casa, dijo que si sin siquiera una discusión.

Pero me duele la pérdida de mi mejor amigo-novio lo que sea. Nunca nos preocupamos por ponerle un nombre. Y ahora nunca lo haremos.

—¡Mierda!— maldigo cuando el cuchillo de cocina corta la parte superior de mi dedo. El cuchillo se desliza de mi mano cuando aprieto el corte.

—Félix.— La voz de mi madre es suave. —Quizás necesites un descanso.— Ni siquiera se preocupa por la palabra con M que dije.

Así que debo estar actuando demasiado extraño
—Déjame buscarte una venda— dice en su lugar.

Dos minutos después, ha cubierto la herida.

—Puedo saltear con una sola mano ofrezco.—
—¿Qué tal si en su lugar me dices lo que te pasa?—

Ahora, podría hacer eso. Mis padres ni siquiera se estremecerían con la idea de que me involucre con un hombre.
Y si Changbin y yo nos hubiésemos quedado juntos, lo contaría en un latido.

Pero no hay punto en compartir la historia ahora. Sólo estaría comprándome una vida de burlas de mis hermanos.
"¿Necesitas saber qué camisa combina con esos pantalones? Pregúntale a Félix. Fue gay una vez durante unas semanas."

No puedes simplemente dar ese tipo de información a tus hermanos a menos que sea relevante.

Y de todos modos, soy salvado de responder las preguntas de mi madre, porque la puerta de la cocina se abre cuando llega la primera ola.

—¡Yongbokkie!— grita mi hermana —Sostén esto.—  Antes que pueda discutir, hay un niño en mis brazos.
—Eh, hola— le digo al pequeño Tae. — No lo he visto en dos meses y juro que está el doble de grande.—

~FÉLIX~ ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora