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FÉLIX


Estoy atrapado en esta entrevista. No es porque sea arrogante, es simplemente la verdad.

Mi jefe, Kang YoungHyun, tiene aproximadamente unos cuarenta años de edad, y es un buen tipo, también. Lo puedo decir ya.

Acabamos de pasar cuarenta minutos intercambiando opiniones acerca de los mejores métodos para entrenar delanteros para ser más responsables defensivamente. Cuando YoungHyun habla de estrategias, sus ojos se iluminan.

Quiero este trabajo. En serio.

—Lo siento— dice Hyun. —Nos saqué del tema otra vez—

—Está bien— contesto —Ese es el punto crucial, ¿verdad? Enseñarles a los chicos a relajarse para que puedan defender su zona eficazmente.—

Él asiente con entusiasmo.

—¿Cómo aprendiste a ser tan calmado? He visto tus videos.—
—Ah.— suelto una risa —Soy el menor en una familia numerosa. Nací en el tumulto. Es todo lo que sé.—

Tengo a YoungHyun riendo ahora. Él realmente golpea su rodilla.
—Graciosísimo. ¿Fue alguna vez un problema?—
—Por supuesto. Cuando tienes tantos niños, siempre estás perdiendo uno. Y cuando eres el más pequeño, normalmente eres tú. Recuerdo estar de pie en el pasillo de cereales del supermercado, tratando de decidir cual llevar. Levanté la vista y todos se habían ido. Una vez me dejaron en una parada de descanso en las afueras de Lake Tahoe. Al menos ellos solamente llegaron a veinticuatro kilómetros de distancia antes de que se dieran cuenta de que no estaba en el auto.—

El rostro de YoungHyun está rojo de la risa.
—¿Cuántos años tenías?—
—¿Siete? ¿Ocho? No sé. Pero sabía no entrar en pánico.—
—Increible.— Se rie, y luego extiende a una mano por encima del escritorio. —Ven a trabajar para mi, Félix. Creo que nos vamos a llevar muy bien.—Me inclino para el apretón de manos.
—Me gustaría hacer eso.—
—Es una gran decisión, puedes tomarte el fin de semana....—

Niego, ahora.
—Quiero entrenar. No necesito el fin de semana. —Él se recuesta, su expresión me dice que está impresionado.
—Bueno, está bien entonces. ¿Puedo conectarte con una agencia de alquiler? La vivienda va a ser complicada. Toronto es caro. Les pagamos a nuestros entrenadores lo que podemos, pero nadie se está haciendo rico...—
—Si, voy a tener que resolver eso.— Por primera vez en una hora, pienso en Changbin.

Podría estar a solo unos pocos kilómetros de distancia en este momento, en busca de un apartamento, también.

Necesito hablar con él, ya he decidido eso. Pero luego voy a tener que encontrar una manera de sacarlo de mi mente. No quiero estar siempre buscando su rostro cuando camino por la calle.

Seguir adelante va a ser dificil.

Me levanto y le ofrezco mi mano una vez más. Kang la sacude, sin dejar de sonreír como si acabara de ganar la lotería. Al menos voy a estar trabajando para un buen hombre. Esperando que signifique cosas buenas en cuanto a esta organización, también.

—Déjame saber cómo puedo ayudarte a instalarte— dice, levantándose de la silla. —Lo digo en serio. Mándame un mensaje si tienes alguna pregunta sobre los vecindarios o lo que sea.—
—Haré eso.—

Cinco minutos más tarde, estoy otra vez fuera en las calles de Toronto, aflojando la corbata que había llevado a mi entrevista. Perdí mi almuerzo hoy, así que tomo un asiento en un café al aire libre en Lakeshore y pido un sandwich y café helado. Toronto es un lugar agradable. Una gran ciudad, también.

De alguna manera tengo que encontrar a Changbin hoy. Intenté llamarlo esta mañana después de que bajé del avión, pero su número estaba desconectado.

Al principio entré en pánico, pensando que él había hecho grandes esfuerzos para no verme. Pero cuando mi compañía de teléfono me envió un texto explicando los cargos internacionales que estaba acumulando en Canadá, me di cuenta de que probablemente se había cambiado a un operador canadiense.

Eso tiene que ser, ¿verdad?

De cualquier manera, necesito otro plan para llegar a él rápidamente.

Podría ir a la pista de hielo, pero dudo que me dejen simplemente entrar. E incluso si lo hacen, Bin podría no querer eso...

Mi teléfono suena, sorprendiéndome, y por un segundo mi corazón salta.

Pero, por supuesto, la persona que llama no es Changbin. El teléfono dice SOMI.

—Hola—Le respondo, tratando de mantener mi tono ligero. No hemos hablado desde nuestro incómodo encuentro en Lake Placid, pero realmente espero que ella quiera seguir con la idea de nosotros  siendo amigos. —A que no adivinas dónde estoy en este momento.—

Ella se ríe, y el sonido es reconfortante.
—¿No en Detroit, entonces?—

—No. En Toronto. Estoy tomando un trabajo de entrenador.—

—¿De veras? Eso es genial, Félix. Estoy tan orgullosa de ti. Me alegra de que con fueras valentia.—

Mi corazón se hincha un poco. A todos les gusta escuchar lo han hecho bien.
—Gracias. Va a haber un ajuste. El dinero canadiense es un aspecto divertido.—
Somi rie.

—¿Por qué Toronto? ¿Vas a contarme acerca de tu misteriosa mujer?—
—Um... — Ouch. —No estoy seguro si eso va a funcionar. Y no estoy muy feliz por eso.—

—Oh, cariño. —Hay una genuina simpatía en su voz— Lo siento. ¿Por qué no?—
La camarera deja mi comida, y me tomo un momento para darle las gracias.

—Así que—  digo, mirando por encima del hombro. Estoy solo y afuera, razón por la que contesté el teléfono en el primer lugar. —Eso es algo que podría confesarte enseguida.— Tengo que contarle a alguien. Y Somi guardará mi secreto. Ella es una buena amiga.

—¿Qué?—
—Mi mujer misteriosa? No hay ninguna. Yo estaba en algo con un chico—

Hay un profundo silencio por un momento.
—¿En serio?— Ella suena incrédula.

—En serio. Aparentemente, soy um... —Nunca lo he dicho en voz alta antes— Bisexual.— Vamos. Eso en realidad no fue tan dificil.

—Estoy... guao— dice Somi —No me lo esperaba.—
—Yo tampoco. —  Me rio  —Ha sido un verano muy interesante.—
—¿Quién es? ¡Espera, ese amigo del hotel y la pista de patinaje en Lake Placid! Seo... algo.—

Bueno, joder. Olvidé de que las mujeres son tan extrañamente intuitivas.

—Somi, no se lo puedes contar a nadie. Esto a mi no me importa mucho, pero podría realmente lastimarlo.—
Su suspiro es fuerte en mi oreja.
—No se lo diré a nadie. Pero... ¿él te dejo? Voy a matarlo.—

Ahora ella me tiene sonriendo.
—Eres la mejor. ¿Alguna vez te ha dicho eso?—
—Eh.— Suspira —Tengo mis momentos. Hey, ahora dejaré de intentar averiguar de qué clase de chica te habías enamorado. Preguntándome qué tenia ella que yo no, eso estaba realmente ocupando mucho de mi tiempo libre. Ahora al menos sé la respuesta, un pene.—

Me eché a reir.
—Maldición, Somi. Es bueno hablar contigo.—
—Igualmente.—

Cuando colgamos, todavía hay una sonrisa en mi rostro. Como mi almuerzo pensando en todas las cosas locas que he hecho en estas últimas seis semanas.

Y un recuerdo, en particular resuelve el problema de encontrar a Changbin.

Hago señas a la camarera y saco mi teléfono. Tengo una aplicación para descargar.

~FÉLIX~ ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora