¿Qué haces cuando tienes tu vida planeada y el destino te cruza con el amor y el caos?
Todo lo prohibido es deseado.
Will Grant es un hombre atormentado, un criminal de guerra y un traficante que lucha con demonios que lo obligan a dejar la luz atrá...
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Will
A veces soy errático, soy volátil, soy un maldito kamikaze que sabe a lo que se enfrenta, que estoy jugándome la vida que esto puede terminar muy mal, ella está marcada como la futura mujer de Vitelio Gambino y aquí estoy, besándola. Cuando su lengua sale tímida a responderme, no hay boleto de vuelta este es la camino directo a la perdición. Suelta un pequeño jadeo que me roba el aliento mientas disfruto del sabor de sus labios y la calidez de su cuerpo.
Rompo el contacto sintiéndome insatisfecho, lentamente pego mi frente de la de ella, nuestras respiraciones están entre cortadas, sé que siente algo, al menos ha respondido a mi beso, pero como buen adicto necesito más, quiero arrebatarle todo y dejarla sin nada. Sus dedos se van enterrando en mi barba hasta que percibo su calor en mi mejilla, abro los ojos para encontrarme con su mirada verde, parece que las hojas de los árboles estuvieran en diferente tonalidades.
Ella es como péndulo que flota entra la luz y la oscuridad.
Soy la oscuridad que trata de arroparla.
Soy la maleza y ella una hermosa rosa.
—¿Por qué? —Su voz sale trémula y llena de miedo.
Niego mirándola, sé que ella tratará de hacer que me convierta, tratará de ganarse mi corazón y a un precio muy alto.
—No puedo alejarme de ti...
Suspira.
—Tienes que alejarte de mí —ruega al borde de las lágrimas—. Piensa que solo sería un desastre. —Suelta una resoplido—. En tu bar las mujeres follan sin vergüenza y yo no soy así.
Me alejo sabiendo que tiene razón, soy pecado y ella redención, soy un maldito hijo de perra, pero necesito tenerla debajo de mí, sentir su piel rozando la mía. Necesito que cada aliento que dé en esta vida sea por mí.
«Estás jodidamente loco, Will», me digo acercándome de nuevo a ella.
—Dame una noche y te dejaré en paz.
Niega con su cabeza.
—No, lo siento...
Puedo ver el dolor en su rostro, no soy un hombre de principios y ella lo sabe, le estoy pidiendo que me deje follarla, poder sacarla de mi mente, pero pensándolo bien lo mejor que puede hacer es negarse.
—A veces me doy cuenta de que no puedo tenerlo todo.
—¿Por qué estás aquí? —averigua.
—¿Por qué fuiste a buscarme al bar? —contraataco.
Suspira y sale disparada de la cocina, sé que está tratando de alejarse y conseguir un poco de aire de fresco, yo mismo lo haría, solo que necesito adueñarme de todo, es una maldita necesidad imperiosa, quiero reclamarla como mía y no puedo, tal vez es eso, que no puedo adueñarme de su cuerpo y me obsesiona hacerlo.