Will Grant
Y entonces una maldita muñeca entra a mi bar y todo se convierte en caos. Ella con su cabello rubio recogido en moño, menuda, con el rostro más angelical que he visto en mi puta vida y dos jades como fanales que brillaron en la oscuridad de mi local. Llegó al lado de un muñeco tipo el compañero de la Barbie, estoy seguro que si mi hija Stacie lo mirara, pensaría igual que yo.
Al entrar me topo con Dave, me señala con su cabeza a Josh que se ha convertido en una maldita molestia diaria —si no se guarda su polla dentro de su pantalones, se la cortaré—, todos los que están aquí pertenecen a un selecto grupo de hombres que dimos la vida por este país y ahora gozamos de sus libertades. Tenemos suficiente equipaje encima de nuestros hombros, los rostros de niños muertos, compañeros llorando porque llegó su hora, sin embargo, aquí encontramos el consuelo en el alcohol, drogas y un coño en dónde mojar la polla, en las paredes de este sitio somos libres. No tenemos que fingir que no estamos jodidos. La fachada lo dice todo, así qué no entiendo cómo los niños buenos entraron, pero verla fue lo mejor que me ha pasado en años.
Me acerco a Josh que se está inyectando heroína en su brazo mientras una puta calienta la cuchara para derretir el fentanilo y convertirlo en líquido que pueda llevarlo muy lejos, donde tus fantasmas no puedan joderte. Muchas veces la llamo la piedra de la resurrección, porque con ella solo puedo estar en contacto con Leah y poder escuchar su voz recriminándome que soy un maldito asesino.
Mi exmujer, la madre de mi hija, la única que ha sido capaz de conocer lo peor de mí y quedarse, pero su adicción fue más fuerte que el amor y la llevó a cometer el error más grande, ahora duerme a tres metros bajo tierra. Desde esa noche nada ha sido igual, cada noche hablo con Dios, pero sé que estoy lo suficientemente jodido, que soy un pecador, uno que no tiene su perdón.
Decidido me acerco y de un sola patada tumbo la mesa, todo cae al suelo. La perra chilla desesperada por la droga mientras Josh maldice en voz alta, lo tomo del chaleco y lo levanto, de la nada la música deja de escucharse, imagino que Dave desea dejar en claro que en este momento no pueden joder conmigo.
—Nunca más vuelvas a desafiarme —le advierto pegándolo de la pared—, este es mi maldito territorio, te inyectas mi droga y te follas a mis perras, si alguna vez se te olvida, recuérdalo.
Se ríe.
—Maldito chupapollas, bájame —grita.
Sonrío, esto era lo que necesitaba. Lo bajo y en un movimiento rápido golpeo su rostro con mi puño, una, dos, tres veces hasta que veo sangre. Josh trata de responderme, pero no lo dejo y me separo lo suficiente para patearlo, mi bota pega en su mandíbula tirando al lado opuesto su cabeza, cae en el piso inconsciente. Vuelvo a agredir contra su cuerpo, todos miran sin decir nada, pues no se atreven a desafiarme. Este es mi maldito reino, aquí es donde mis demonios convergen, donde todos los vicios mientras los pecados que pasan por tu mente pueden llevarse a cabo, soy el puto amo del lugar y ellos saben que cruzar la línea delgada de molestarme, se paga muy caro.
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Ramé
Romance¿Qué haces cuando tienes tu vida planeada y el destino te cruza con el amor y el caos? Todo lo prohibido es deseado. Will Grant es un hombre atormentado, un criminal de guerra y un traficante que lucha con demonios que lo obligan a dejar la luz atrá...