Capítulo 19

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Will

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Will

El bar está cerrado.

Lo abro y me encuentro con todo revuelto, destruido y nadie, Dave no está. Me quedo mirando todo y sé muy bien quién fue, no tengo ni siquiera que buscar, debe estar en un maldito ático en Manhattan follando a una perra que si desea entregarse voluntariamente a él. Vitelio Gambino me ha declarado la guerra y pienso ganarla, si no puedo tener a Stella, al menos voy a joderlo, voy hacer que se arrepienta por hacer esto.

El olor nauseabundo inunda mis fosas nasales al caminar por el pasillo que me lleva a la oficina. 

El terror se instala en el fondo de mi ser, ese que muchas sentí cuando iba en alguna expedición con mi tropa, saco mi arma y la cargo para disparar en caso que tenga que hacerlo. Abro la puerta con sumo con cuidado, sin embargo, el arma se me resbala con lo que encuentro.

—¡Dave!

Su nombre sale en un sollozo, mi mejor amigo, mi único amigo está sin vida amarrado a mi silla, su cuerpo está abierta y sus viseras colocadas en mi escritorio en forma de advertencia. Doy un paso hacia él sintiéndome completamente culpable de su muerte, tengo que taparme la nariz con mi antebrazo ya que la fetidez me produce nauseas.

—¡Maldita sea, Dave!

Paso mi manos con desespero por mi rostro, tiene un papel en su mano. Me acerco y lo tomo, sé que es la advertencia, que esto es el comienzo de una guerra. No tengo soldados, no tengo lo mismo que él, realmente éramos Dave y yo contra mundo, vendiendo armas y las drogas, el bar solo es un lugar que le brindábamos a las personas para que tuvieran un poco de paz. Me armo de valor, me acerco de nuevo para colocar mi mano en su hombro.

—Lo siento, amigo, lo siento, esto es mi maldita culpa, todo lo que rodea termina...

Se me corta la voz desde la muerte de Leah, desde aquella fatídica noche no sentía esa sensación de ahogamiento por retener las ganas de llorar. Sin importarme nada, tomo el cuerpo de mi amigo y caigo al piso por el por el peso, debería alejarme de todos porque todo lo que toco termina mal, siempre engaño y hago sufrir a las personas a mi alrededor.


Mis padres.

Leah.

Mi hija.

Dave.

Y ahora Stella.

Me quedo mirando a mi hermano, me viene un aluvión de recuerdos en nuestras giras juntos, las veces que estuvimos en combate, cuidaba su espalda y él la mí. Dave estuvo en el infierno, pero emergió como un ángel vengador. Se quedó a mi lado a pesar de no estar de acuerdo con mis actividades, cuidó de mi culo cuando estuve a punto de una sobredosis y estoy seguro que dio 

su vida por mí, que es mi culpa.

Si llamo a la policía, si hago un movimiento en falso, no podré vengar a mi mejor amigo. Respiro hondo tratando de calmarme, me levanto con el cuerpo sin vida en mis brazos. Salgo hasta la puerta de servicio, lo coloco de forma que nadie lo veo. Doy la vuelta para traer la Wagoneer hasta allí, rebusco y consigo una manta impermeable para pinta, lo coloco sobre ella y lo envuelvo. Lo cargo para sacarlo de mi bar y meterlo en la parte trasera, lo tapo y salgo pitando del bar.

RaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora