¿Qué haces cuando tienes tu vida planeada y el destino te cruza con el amor y el caos?
Todo lo prohibido es deseado.
Will Grant es un hombre atormentado, un criminal de guerra y un traficante que lucha con demonios que lo obligan a dejar la luz atrá...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Will
La observo dormir, parece un efímero ángel entre mis brazos. Su respiración calmada, su rostro con una apacibilidad que es capaz de apaciguar mis demonios. Solo me siento en paz al lado de una persona y esa es mi hija, Stacie.
Me he comportado como el mayor de los imbéciles, la traje aquí tratando de mostrarle un hombre que no existe, uno que murió hace mucho tiempo, sin embargo, la Muñeca de porcelana es capaz de hacerme amarla y odiarla al mismo tiempo.
Me detengo en el limbo de mis pensamientos, ¿amor? ¿Cómo esa palabra se cruzó por mi mente? Hace tanto que no me siento tan cómodo y al mismo tiempo tan expuesto. Me distorsionó la tranquilidad con la que aceptó que estoy loco, porque para mí ese maldito síndrome es haber perdido la cordura en la guerra.
Saco mi brazo con cuidado y me levanto de la cama con deseos de un pase. Algo que hace mucho tiempo no siento, me inunda, arrepentimiento, el solo pensar en drogarme me hace verme y sentirme como un maldito viciado.
Encontrarla dormida cerca de la ventana esperando mi regreso, provocó algo dentro mí, cuando la tomé entre mis brazos pensaba admirarla mientras los sueños la llevaban lejos de mí. Todo cambió cuando sus ojos verdes se abrieron mientras musitaba mi nombre y no pude evitarlo, sé que esto es imposible, Stella es mía, pero al mismo tiempo no puedo tenerla y una vez más tendré un hueco en mi corazón, la veré del brazo de Vitelio o estaré muerto, la verdad es que prefiero lo segundo.
Me levanto de la cama y salgo de la habitación tratando de no hacer ruido, enciendo mi móvil para comunicarme con Dave. Marco su nombre en mi móvil y salta directo a la contestadora, frunzo el ceño pues nunca apaga su teléfono. Vuelvo hacerlo y nada, con un miedo casi inexplicable me cosquillea en la boca del estómago, camino hasta el próximo contacto y marco el nombre de Tess. Responde enseguida.
—Dime...
Siempre directa al grano.
—¿Todo bien? —averiguo.
—Perfecto, ¿no vendrás en Año Nuevo?
—No, estoy en la cabaña —contesto.
Resopla frustrada.
—Deberías tratar compartir más con ella, Will, Stacie no es...
—Adiós...
La corto, no tengo la necesidad de escuchar la comparación, ojalá le pudiera contar a Tess la verdad de todo lo que sucede y la razones por las cuales de verdad no puedo acercarme por tanto tiempo a mi hija, si lo dijera, si tan solo lo dijera no me dejaría ver más a mi princesa. Regreso a la habitación y me quedo mirándola, abraza la almohada como si de alguna manera fuera yo.
Camino hasta mi bolso para sacar un poco de cocaína, ella duerme puedo hacerlo, solo necesito ser discreto y así mantenerme despierto, así las malditas pesadillas no van a perseguirme. Busco con cuidado de no hacer ruido y vuelvo a irme cuando tengo todo en mi manos, me siento en el comedor y armo las rayas.