Will
—Vas a violarme...
Escucho la seguridad con la que susurra esas tres palabras, deseo borrarlas con mis labios, sé que me he comportado como un loco, que soy la definición de decadencia, que hay un rostro que me persigue todas las noches, pero nunca obligaría a una mujer a follar conmigo.
Me gusta sentir la humedad y lo caliente de un coño al que le estoy dando placer, me levanto cansado de que me juzgue, me estoy hartando y si tengo que amarrarla hasta que entienda que no le haré daño, con Leah nunca tuve este tipo de problemas, ella me aceptaba tal cuál era.
«Leah conoció el otro Will», me recuerda mi conciencia y maldigo. Me alejo y me siento de nuevo frente a la puerta esperando que ella pueda entenderme, que comprenda que solo necesito que solo deseo estar para ella. «Maldita sea, Will, no deseas eso, deseas es follarla», me recrimino, porque no estoy seguro de lo que quiero.
Sus ojos verdes me hipnotizan, puedo recordar la noche que la vi bailando, era como ver un maldito ángel volar por lo aires cada vez que danzaba y sus pies despegaban del piso, sus piernas torneadas, sus brazos, es pequeña y menuda, pero al mismo tiempo sé que es fuerte. No debería obsesionarme con Stella, después de estos días voy a entregarla a Vitelio, aceptar que lo que él puede entregarle, nunca podré dárselo y no hablo de dinero.
Una mujer como ella necesita estabilidad emocional, un hombre que no huya cuando las pesadillas del pasado lo agobien, no puedo darle un cuento de hadas, no cuando he hecho cosas de las cuales me arrepentiré toda la vida. El cansancio de los días y abstinencia me llevan hacia el país de la pesadillas, porque mi mente nunca me deja olvidar lo que he hecho.
*****
Seis años antes...
Kabul, Afganistán
Salimos de la base esa tarde, estaba distraído después leer la noticia que me escribió Leah por mensaje casi me vuelve loco, estaba embarazada, íbamos a ser padres y me estaba volviendo loco ya que estaba seguro de que nunca podría ser un papá como el que tengo, estaba demasiado jodido.
Aquel reconocimiento en la ciudad era para eliminar una pequeña célula de talibanes que estaban tratando de adentrarse, sin embargo, ya les había advertido, desde hace mucho estaba traicionando a mi país por dinero, mucho dinero que me serviría para dejar esa mierda detrás de mí, no deseaba seguir luchando por personas que realmente no les importaba lo que hacíamos.
Moríamos.
Muchos jóvenes estaban entregando su vida por la ambición de otros, puede que la guerra sea la destrucción de los pueblos, pero había entendido que enriquecía los bolsillos de muchos más. Y aseguro que moríamos, sí en plural, porque los que volvíamos a casa en mayoría estábamos muerto por dentro, habíamos perdido nuestras almas, habíamos perdido la razón y ese no era lo que nos vendía la propagandas para enlistarnos.
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Ramé
Romance¿Qué haces cuando tienes tu vida planeada y el destino te cruza con el amor y el caos? Todo lo prohibido es deseado. Will Grant es un hombre atormentado, un criminal de guerra y un traficante que lucha con demonios que lo obligan a dejar la luz atrá...