¿Qué haces cuando tienes tu vida planeada y el destino te cruza con el amor y el caos?
Todo lo prohibido es deseado.
Will Grant es un hombre atormentado, un criminal de guerra y un traficante que lucha con demonios que lo obligan a dejar la luz atrá...
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Will
Cuando me dejan ir a ver a Stella, han pasado dos días. Calmar a mi hija fue casi imposible y necesité explicarle que papá tenía que dejarla por un tiempo. La noche y las sombras son mis mejores amigas para escabullirme en el hospital, los pasillos solitarios y el frío del austero y olor a aséptico me acompañan cuando uno los hombres de Rodríguez logran sobornar el hombre que cuida la puerta de la única mujer que ha logrado calar muy dentro de mí.
Todo el hospital está en custodia, ya que el caso de la bailarina raptada estuvo en las noticias. Bonasera ha sobornado a todos para desenmascarar al dueño de la compañía de ballet, su gran tapadera era que traficaba a sus bailarinas y las vendía para los jefes de las organizaciones criminales. Lo han acusado del asesinato de su mujer y de trata de blancas, la versión oficial es que Stella fue rescatada de su secuestrador, sin embargo, resultó herida.
Coloco lo mano en el pomo de la puerta, a veces despedirse es lo más difícil que tenemos que hacer y más cuando amamos a esa persona al punto de que duele. Respiro profundo tomando la fuerza que necesito, al abrirla quiero morir y dar mi vida por ella. Su cuerpo está conectado a diferentes cables, un aparato muestra sus signos vitales y mi muñeca duerme, es una visión, para mí siempre fue como Aurora, la princesa de La Bella Durmiente. Camino hasta ella, coloco una silla a su lado y me quedo mirándola por un largo rato.
¿Puedes amar a una persona en tan poco tiempo?
Comprendí que el amor no es cuestión de tiempo, que es cuestión de sentir, que esa persona sea capaz de elevarte hasta el mismo cielo, así tu vida sea el mismo infierno. Stella sabía que no soy perfecto, que venía con un equipaje muy pesado, pero los dos sin saberlo estábamos tan rotos que nos necesitábamos para curar nuestras heridas. Quisiera cambiar, poder vivir una vida normal junto a mi hija y a ella, poder hacer las cosas que podía hacer antes de convertirme en lo que soy, ser mejor para ellos, tanto para mi familia como para ellas, llevo dos día pensando si sería capaz de intentarlo, pero ahí comprendo que soy un cobarde, que tengo miedo a enfrentarme a lo único que podría entregarme paz, que soy un idiota al creer que merezco algo bueno, cuando mis manos están manchadas de sangre.
Entiendo que el mejor regalo que puedo entregarle es su libertad, para que pueda disfrutar la vida que siempre soñó, darle la oportunidad de que pueda perseguir sus metas, sé que va a juzgarme, en el fondo los dos mantuvimos la esperanza de ser felices. En un mundo como el mío, nunca viviríamos tranquilos, además, está la situación de su familia, el bastardo de Vitelio asesinó a su padre y abuela, le arrebató todo, por una sola razón:
Amarme.
¡Qué precio tan costoso por amar! Y no puedo permitir que lo siga pagando, ni ella ni nadie de las personas que amo, pueden seguir pagando por mis actos. Me acerco para tomar su mano, la culpa me asfixia y me provoca un dolor en mi pecho que no puedo soportar. Suelto un sollozo arrepentido de haberla orillado hasta este lugar, hasta ese momento que prefirió dar su vida por la de mi hija.
