Capítulo 31

138 23 7
                                    

Will

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Will


Los mexicanos llegan a ayudarme, sin embargo, para mí es tarde, ya que en mis brazos se desvanece Stella, uno de ellos me ayuda a poner a salvo a mi hija. Tratan de arrancarme a la mujer que amor de los brazos.

-Tienes que permitir que la ayuden, Grant, la chica puede vivir.

Respiro hondo tratando de volver a mí, escucho los disparos y se la entrego. Mi hija está a salvo, uno de ellos me da unas armas. No me importa nada más que llegar a Vitelio y a Carmine, cuando salgo, parte de ellos yacen muertos en mi entrada, se escuchan las sirenas, pero sabemos que no van a acercarse. Tres numerales de la familia Bonasera sostienen a Vitelio, su hermano menor está muerto frente a él.

Sonrío sabiendo que la traición dolerá más que cualquier otra cosa, su hermano Vincezo lo ha vendido, la venganza siempre será el regocijo de este mundo. Todos matamos por viejas deudas, la sangre derramada es el pago, a pesar de que me hubiera gustado degollar al maldito de Carmine, tengo un premio todavía mayor, la lluvia comienza a cesar, me quito la camiseta mojada, la arrojo mostrando lo que soy.

Cada tatuaje, cada línea trazada en mi cuerpo ocultan las cicatrices del pasado, de mi secuestro en Afganistán, cada lucha, cada disparo que recibí por Vitelio y sus malditas drogas, cada pelea en el bar que salvó a mis amigos. Cada paso es el final de aquel comienzo que comenzó en mi primera gira, no me importa morir después de saber que las dos mujeres que amo están a salvo.

Sonríe cuando estoy frente a él, mi primera reacción es darle un puñetazo en su rostro de niño bonito, cuando me enfrenta un hilo de sangre corre por sus labios, el invencible Vitelio Gambino no es más que un humano como todos nosotros, nadie en este puto mundo eterno, todos somos humanos y sangramos, todos somos lo que somos y ahí está el semidiós.

-Perdiste todo por una mujer -me burlo-. Una que nunca quiso ser tuya...

-¿Vas a matarme? -se burla-. ¿Crees que le tengo miedo a la muerte?

-Sé que no se lo tienes, la verdad no importa si me temes o no, pero le has hecho daño a todo lo que amo, asesinaste a mi mejor amigo, si no me matabas estabas seguro de que iba hacerlo yo.


Suelta una carcajada.

-Bonasera y Rodríguez solo te usan para quitarme del medio, cuando dejes de servirles, ¿cuál crees que va a ser destino?

Alzo mis hombros despreocupadamente.

-Siempre supe que algún día iba a morir, desde hace mucho tiempo que abracé a la muerte como una vieja amiga, no le tengo miedo, Vitelio Gambino.

Para mi asombro, se suelta de uno de los hombres con la misma arma, apunta a uno mientras el otro trata de detenerlo. Disparo a su pierna y luego a su mano, aúlla del dolor como un perro herido. Me burlo soltando una carcajada, por mi mente pasan dos fanales verdes que me observan con amor, si algo le llegara suceder a mi muñeca de porcelana sé que moriría, que no soportaría perderla, aunque nunca fue mía.

RaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora