Capítulo 25

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Will

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Will

—Te dije que todos tenemos demonios que nos ahogan.

Sus palabras me golpean recordándome que los míos son mayores a los de ella. Se baja para vomitar, Stacie llora y Stella simplemente me sorprende subiéndose con mi hija para abrazarla.

—Era una pesadilla, nena, solo una pesadilla... —susurra mirándome a los ojos—. A veces tengo sueños feos que me hacen gritar.

Mi hija comienza a calmarse en los brazos de la Muñeca de porcelana, me quedo admirado de la manera en que ellas interactúan, como si de alguna manera las dos se pertenecieran la una a la otra. Enciendo para salir de aquí, pensando qué tipos de demonios puede tener una chica como ella, ¿qué puede atormentar a un ángel?

Me quedo perdido en mis pensamientos por un buen momento, cómo fue que ella me encontró y se quedó, estos últimos días la he necesitado tanto que cada vez que siento como su cuerpo responde a mis caricias, como sus labios besan los míos, la necesidad de escucharla decirme que me pertenece.

Stella es la luz que me dirige al lugar donde encuentro paz de nuevo, es lo que me mantiene luchando para mantenerla a salvo. Ella es la esperanza de vida que me mantiene confiando que esto es una segunda oportunidad.

Stella se está convirtiendo en mi vida.

Stella se está adueñando de mi alma.

Stella se está convirtiendo en mi propósito de despertar.

Stella es todo lo que quiero, deseo y no puedo compartir. Ella y mi hija son esos tesoros que guardaría de cualquier ladrón.

Estaciono en una estación de servicio, Stacie ha vuelto a dormirse y detrás de nosotros derrapan dos motos. Observo todo rojo y toco mi chaleco donde tengo dos nueve milímetros.

—¿Qué sucede? —pregunta asustada.

—Cualquier cosa tírate junto a Stacie y se ves que no vuelvo, conduce en la frontera la están esperando.

—Nunca te dejaré a atrás.

El primer disparo al aire, son cuatro contra mí y he peleado con muchos más hombres a lo largo de mi vida.

—Hazlo lo que te ordeno, voy a cubrirte y si vivo te seguiré en una de las motos.

—Will...

—Stella, me has regalado los mejores día de mi vida, si tengo que hacer esto para darte algo, seguro que moriré en paz.

Abre los ojos y me acerco para besarla mientras observo que se acercan, son hombres de Vitelio y seguro nos han seguido desde que salimos de la ciudad. Me separo, Stacie abre los ojos de nuevo asustada, me bajo sin pensarlo ya que no tendría el valor de despedirme de mi hija. Me apuntan sonriendo como si de alguna manera voy a permitir que se la lleven.

RaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora