¿Qué haces cuando tienes tu vida planeada y el destino te cruza con el amor y el caos?
Todo lo prohibido es deseado.
Will Grant es un hombre atormentado, un criminal de guerra y un traficante que lucha con demonios que lo obligan a dejar la luz atrá...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Stella
William Grant estaciona frente a mi edificio y prácticamente salto del vehículo, tomo mi bolso, subo corriendo las escaleras para alejarme. No miro atrás, ya que si lo hago sé que entraría a ese espiral de autodestrucción, no soy tonta, le pedí que me follara, que me convirtiera en su droga, tratando de salvarlo y al negarse me demostró algo.
Él no quiere ser salvado.
No tengo idea a qué tipo de demonios se enfrenta, qué lo ha llevado a ser lo qué es, sé por mi familia que mi tío Arthur después de que volvió de Afganistán a los dos años, nunca fue el mismo hasta que se suicidó. Subo hasta mi casa, abro la puerta y al entrar siento que me desborono.
Al trancarla sé que estoy cerrando todo, que no hay vuelta atrás y que no quiero volverlo a ver. Pego la espalda de ahí hasta que caigo en el suelo con las lágrimas ahogándome, necesito volverme de hielo, que nadie vuelva a entrar a mi corazón, convertirlo en una piedra inquebrantable. Suena el teléfono de la casa y corro hasta él, imagino que mi padre ha estado llamando todos estos días.
—¿Sí?
—Stella, ¿dónde estabas? —pregunta aliviado.
Cierro los ojos.
—Me tomé unos días, perdón con todo el estrés y los días se me pasó informarte...
Suelta el aire contenido en sus pulmones y creo que de alguna manera estaba realmente preocupado, nunca he sido tan desconsiderada.
—Voy a ir a Nueva York... —me avisa—, tenemos que hablar.
Niego como si pudiera verme a través del teléfono. Suspiro hondo y me preparo para mentir, es lo mejor que puedo hacer. Entiendo su preocupación, pero tengo la edad suficiente para perderme si deseo.
—Papá, sé que te preocupas por mí, pero tengo veinticuatro años, sé que todavía me ves como la chiquilla que bailaba junto a mamá, pero necesitaba un tiempo a solas, lejos del bullicio de la ciudad, de todos y de ti... —Sé que esto lo va a herir—. A veces simplemente los seres humanos necesitamos tiempo para encontrarnos.
—¿Acaso estás perdida? —inquiere con dolor.
—¿No lo estamos los dos? —contesto con una pregunta—. Papá, los dos estamos jodidos desde la muerte de mi mamá, así que sí, necesitaba tiempo a solas para pensar, para organizar todo ahora que estoy logrando todo lo que deseo, todo lo que soñamos ella y yo.
—Stella...
—Soy humana, no te lo digo porque lidias con todo, pero... —Me detengo y escucho que suspira—. Nos vemos en tu graduación.
Me cuelga y me siento como la peor mierda de este mundo. Corro hasta el baño y me desvisto delante el espejo, observo los pequeños moretones que me ha dejado William después de follar. Eso fue, Stella, recuérdate que perdiste la virginidad con quien querías, no le des más vueltas en tu cabeza, es eso y solo eso, porque es lo único que hay. Da gracias que utilizaste un condón, que te cuidaste y que estás en casa.