capítulo 50

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Dan las 20 horas cuando me acerco con mucho cuidado a una pequeña sala en donde se encuentran Támara, William, y mi madre. Escucho la voz de esta última que le discute algo a su hermana en un muy mal tono. Escuchar una sola frase de lo que dice me da a entender que se queja de mí, lo que me hace cerrar los ojos por instinto de defensa.

Entro de lleno al espacio dejándome ver por todos consiguiendo que todos se queden en silencio. William es el primero ponerse de pie ofreciéndole después la mano a su esposa para que también lo haga.

–Esperaremos en la otra sala – anuncia mientras se dispone a caminar junto a mí tía.

Una vez me quedo solo con mi madre, comienzo a caminar hasta llegar al sillón que está muy cercano al sofá en donde ella está sentada. El silencio entre nosotros persiste y eso me desespera porque lo que menos quiero es compartir el mismo espacio que esta despreciable mujer.

–Debería darte vergüenza –es la primera frase que sale por su boca cuando por fin decide dirigirme la palabra – no te cansas de complicarme la vida, Amîr? Intento arreglar tu vida, tus desastres y así me pagas? Diciéndole a tu futura prometida que estás enamorado de otra persona? – me pregunta y yo no sé si realmente ella está esperando que le responda eso.

–Madre yo... yo no me quiero casar – le digo con voz titubeante. Mierda! ¿Por qué me siento tan cabronamente asustado ahora? – lamento haberle dicho eso a Sahira, pero tampoco ella se merecía que se casara con un hombre que no la quiere – le manifiesto como si a mí me importara un carajo cómo esa chismosa se fuera a sentir.

–Amîr por favor no te la des en bondadoso; conmigo no tienes que fingir – declara con astucia la bruja porque realmente me conoce – Yo ahora lo que quiero que me expliques es ¿qué significa para ti esa chica con la que has pasado todo el tiempo aquí en California? – me pregunta mi madre, sometiéndome a una de las inseguridades más grandes que he experimentado.

Qué debo decirle exactamente? Que me muero de amor por Liz? Por una mujer? No por un hombre como yo le llegué a decir en otra ocasión para fastidiarla? No. No puedo exponer a Liza ante la bruja y menos ahora que está tan indefensa. Yo, y sólo yo sé de lo que mi madre sería capaz de hacer para quitármela del lado si así se lo propone, así que debo cuidarla de ella.

–Liza es solo una amiga, no sé ni siquiera porqué me haces esa pregunta – le digo haciéndome el tonto aun sabiendo que no va a creerme.

–Amîr no juegues conmigo – me advierte de mala manera – yo te conozco y el Amîr que tengo como hijo jamás hubiera protegido a alguien así cómo lo hiciste en esa habitación – señala y yo estoy completamente de acuerdo con ella. Yo nunca me habría interesado en alguien como me interesa Liza.

–Es una amiga muy especial, madre. Solo es alguien que me ha brindado su apoyo y su amistad desde que llegué aquí – sostengo lo que digo a la espera de que dejemos de hablar de Liza.

–Y por qué le diste el anillo que te di para Sahira? Por qué ella lo llevaba puesto? – pregunta y ahí si no sé cómo justificar eso.

–No lo sé, mamá! Sólo se lo presté, esta conversación no tiene sentido – digo lo primero que me llega a la mente estando muy consciente de lo poco creíble que se escucha.

Entonces ella de repente comienza a reír, no una risa placentera o genuina, sino burlesca. Se burla de mis palabras porque sabe que le miento.

–Oh Dios! Eres un ser perverso! – hace una pausa para seguir riendo. Mientras tanto a mí se me agrieta el corazón del temor que siento en todo mi sistema – Tú eres un cínico mentiroso, por Dios! – dice entre risas y yo trago en seco porque sé que lo sabe todo, ahora sé que estoy perdido.

Mas de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora