Capítulo 51

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Creo que estoy en alguna especie de ensoñación al escuchar las palabras de Liz. Estoy incrédulo observándola con detenimiento por si por alguna razón recibo alguna señal que me indique que esto no es real.

–Es enserio lo que acabas de decir? – maldita sea, me tiembla la voz al hacerle esta pregunta.

–Si Amîr, me casaré contigo por más ilógico que te parezca – me confirma la responsable de todo este torbellino de emociones.

Y si! Me parece increíble porque siendo honestos ya veía la posibilidad de casarme con Liz como un hecho muy remoto. Si Liz no aceptó casarse conmigo estando en sus cinco sentidos y amandome, menos creí que lo fuese hacer cuando ni siquiera sé recuerda de quien soy. Pero no me importa. Soy tan codicioso que me importa muy poco si se casa conmigo queriéndome o odiandome. Solo quiero asegurar mi vida a su lado hasta que Dios quiera.

–Y puedo saber qué te motivó a tomar esta decisión? Acaso recordaste algo? – le pregunto un tanto temeroso; porque por más cruel que se escuche necesito que por el momento no recuerde nada. Al menos no antes de que firmamos ese papel.

–No, no he recordado nada, es solo que... - hace un breve silencio antes de continuar – tengo miedo de arruinar la vida que tenía antes de que todo esto pasara. No quisiera que alguna decisión que tome ahora, me haga infeliz cuando lo recuerde todo – me confiesa y yo me siento como el ser más vil que pisa este planeta. No obstante, me trago mi sentimiento de culpa y me concentro en el momento sin perder el enfoque – si es cierto que yo te amaba tanto, no puedo permitir que sea yo misma la causante de nuestra separación por culpa de esta amnesia absurda – dice con cierta frustración, y entonces me mira fijo a los ojos un tanto insegura – entendí que debo continuar con los planes que tenía contigo, Amîr. No quisiera lamentar después... no sé, perderte por ejemplo – culmina con notable vergüenza.

Envuelto por la emocion que me trae saber que estamos juntos en esto y sin importarme lo que ella piense, recurro a tomarla por las manos, y en un gesto cálido y gentil las elevo delicadamente hasta la altura de mis labios para darle un tierno beso justo en el dorso de estas.

–No te vas arrepentir, Liz, ya verás que vas a ir recordando más adelante, y yo te voy ayudar para que así sea – le convenzo convirtiendo su mirada de inseguridad a un poco de esperanza. Luego da un resoplo, y suelta mis manos para acomodarse mejor en la cama antes de volver hablar.

–Y cuándo haremos esto entonces? –pregunta refiriéndose a la boda.

–Mañana mismo comienzo a trabajar en ello, tú no te preocupes por nada, si? – le digo con calma porque no quiero que se sienta comprometida a realizar dichas gestiones junto a mí. Lo último que quiero es que se estrese por algo que puedo resolver yo solo.

Liza asiente en respuesta y es imposible ignorar lo tensa que se nota.

–Mañana ya iré a casa – comenta un poco desmotivada.

–Y eso te preocupa? – le pregunto recibiendo una respuesta afirmativa de su parte – tienes miedo de no recordar nada, verdad? – adivino y ella asiente cabizbaja.

–Qué tal si no recuerdo nada? – pronuncia con voz tortuosa – Y si jamas recuerdo a mi familia? Cómo estaré ahí en esa casa con esas personas que ahora son extraños para mí? – se impacienta dejando salir un par de lagrimas, lo cual me convierte completamente frágil.

–Shhh... no digas eso – le digo con voz un poquito firme para llamar su atención – por más que me retuerza admitirlo yo también soy un extraño para ti, y me dijiste hace unos minutos que te vas a casar conmigo – le digo mientras observo cómo ella me mira esperando que continúe – Creo que debes darle también a tu familia un poco de confianza como me la diste a mí – le aconsejo y la chica que tengo en frente baja la mirada aceptando mis palabras.

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