Comienzo a caminar con pasos moderados con la intención de llegar hasta mi viejo amigo. Amîr viene junto a mí ya que por alguna extraña razón me dijo que quería conocer a Abel. No alcanzo a comprender de dónde le surgieron esas ganas de ser una persona sociable si es una completa obviedad que esa característica no lo describe para nada.
"Tal vez Abel le atrajo," me fastidia mi subconsciente siempre arruinándolo todo.
Abel se entra las manos a los bolsillos en cuanto estamos más cerca de él. Mientras más me convenzo de que él en realidad está aquí, no dejo de cuestionarme la razón de su visita. Lo cierto es que no tengo idea de qué decirle. Sé que le debo una disculpa, pero debo esperar el momento oportuno.
-No vas a decir algo? – me pregunta cuando ya estamos frente a él guardando silencio.
Al escuchar su voz me entra la incertidumbre de no saber cómo reaccionar con él. Debería mostrarme molesta por ignorarme? O debería admitir que no fui buena con él y disculparme de una buena vez.
–Él es Amîr, un amigo – opto por presentarle al hombre que ha conseguido de mí lo que él ha anhelado durante tanto tiempo – Amîr, él es Abel – continúo con esta irónica presentación.
Ambos sujetos se miran y no comprendo porqué siento un aire de rivalidad entre ellos, si ninguno sabe nada del otro. Es decir, Amîr sabe que Abel es un viejo amigo, pero Abel ni siquiera sabía de la existencia de Amîr hasta este momento. De seguro son ilusiones mías porque no hay una razón válida por la que ellos se tengan que caer mal.
–Un placer conocerte – dice Amîr, mientras aprietan sus manos al saludarse. El rostro de Amîr es un tanto hostil cuando le habla, y aunque el tono de voz es agradable, su semblante es totalmente contradictorio.
–Lo mismo digo – responde Abel con cierta suspicacia, para después mirarme – estuve en casa de Grace ayer por la tarde – menciona y a mí se me infla el pecho.
–En serio? – digo emocionada – cómo está mi abuela? – hago la pregunta y escucho que Amîr carraspea.
–Te esperaré adentro – dice, el ladron de mi cordura, y yo asiento en respuesta aunque admito que no quiero que se vaya. A lo mejor quiso darme un poco de espacio con mi amigo para que hablemos con más libertad.
–Ella está muy bien – dice en medio de una discreta sonrisa, tan pronto Amîr se adentra en la casa – solo me dice que te extraña mucho – finaliza y yo le digo que también la extraño.
Y es que cómo no la voy a extrañar si ella es la que ha desempeñado el papel de mi madre desde que nací. Mi abuela y mi padre son los únicos que siempre han dado la cara por mí en cada momento que lo he necesitado. Mi abuela era la que iba en representación de mi madre en cualquier evento que se celebrara en la escuela. Siempre fue así, mi verdadera madre nunca quiso darse a notar, y por eso es que no me molesta su ausencia porque ella no creó ningún momento o acción para que no fuera olvidada.
–Quién es él? – me pregunta Abel extrayéndome de mis profundos pensamientos. Frunzo el ceño un poco ante mi envidente confusión y él se da cuenta que estaba distraída – tu amigo, ¿Quién es, en realidad? – aclara y yo no tengo claro qué es lo que debería responderle en primera instancia.
Sería muy sencillo para mí decirle que Amîr es un simple amigo que conocí gracias a los socios de papá. Pero en cambio cómo me gustaría desahogarme y gritarle lo que ese sujeto me está haciendo con tan solo existir. Quisiera contarle qué tan clavado lo tengo en cada una de las venas que recorren mi cuerpo, sin embargo decirle eso es imposible porque Abel no es Emma. Contarle algo de esta índole a este chico sería un acto de crueldad cuando ya conozco sus sentimientos hacia mí.
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Mas de ti ©
RomanceUN FENÓMENO POR DESCUBRIR. Liza estaba acostumbrada a lo común viviendo en casa de su abuela en Ohio. No es una persona que vive mucho el drama o los escándalos. Siempre discreta, centrada en lo suyo y actuando con prudencia ante cada situación. Aho...