◇Capítulo 34◇

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Conocí a Ariel en una biblioteca. Justamente en la sección de lo paranormal y eso, él leía un libro mientras yo saltaba para poder alcanzar un libro en el último estante, esa es la desventaja de ser una chica que mide 5'3", pero en ese momento me sentí feliz de estar en ese apuro, cuando lo vi acercarse sin decir nada, alzar su brazo por encima de mi, tomar el libro y ponerlo frente a mi mientras yo estaba boca abierta, mirando aquel chico guapo, alto, y ojos grises, mi corazón se aceleró de forma que hasta dolía.

—Estás haciendo demasiado alboroto —dijo con un acento y yo quedé hechizada.

Sí, ya sé, estaba en un déjà vu, otra vez en una biblioteca, conociendo a un chico guapo que otra vez me deja sin palabras y las piernas temblorosas, 'que patético'.

—Lo siento por ser una chica de corta estatura frente a un estante de 2.10 metros.

—En realidad son 2.5.

—Oh, gracias por el dato.

—Buen libro por cierto —dijo cuando ya me iba— lo leí hace mucho y me marcó.

—Te gustan estas cosas?

—Me encantan.

—Vaya, que bien —miré el libro y luego tuve una idea—. Me hablarías de cuales otros libros has leído? —le mire a los ojos y le sonreí.

—Me encantaría —respondió corespondiendo a mi sonrisa.

—Soy Amy.

—Ariel —dijo sacando una silla de la mesa y ofreciéndome asiento

Resulta que Ariel era fanático de creer que había algo más en la tierra, cosas que el ser humano no podía entender, que existía el bien, pero también el mal y que vivía entre nosotros, me llenó de historias de demonios, ángeles y batallas libradas justo entre nosotros. Él no tenía ni idea de con quién estaba hablando, obviamente yo no iba a contarle, sabía muy bien, y por experiencia propia, que una cosa es imaginar y hablar de todas estas cosas como si las creyeras y otra muy diferente era estar frente a algo que ponga tu mente al revés. En teoría, no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar.

Despues de casi 2 meses Ariel y yo nos hicimos amigos hasta que, una tarde se ofreció llevarme a casa después de haber salido juntos a ver una película.

—Insisto, Madrid puede ser un poco nublada de noche.

—No conoces el pueblo de donde soy, la neblina es como parte de la noche misma, puedo pedir un taxi que me lleve directo a casa, de verdad.

—No me hagas esto —decía y ponía esa expresión triste exagerada que le hacía lucir tan tierno—, déjame llevarte a casa.

—En realidad no es una casa, vivo en una especie de hotel, por el momento.

—Eso no importa, te llevaré donde sea.

Esto me tenía en una discusión interna, hacía ya mucho tiempo que me había acostumbrado a no confiar en nadie, en especial en los chicos, pero Ariel era tan agradable, tierno, sí, ya había visto ese patrón antes, pero, sentía algo diferente respecto a él, además ya no era la Amy que era antes.

—Bien, pero sólo me vas a llevar y ya está.

—Es más que suficiente para mí.

En el camino estuvo todo el trayecto con una mano en el volante y la otro enredada en mi mano, se sentía tan bien, que hasta deseé que el camino fuera más largo.

Al llegar, él se quedó en el auto y yo abrí la puerta para salir pero, al final fui impulsiva.

—Te gustaría entrar.

Iterum Resurrectum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora