◇Capítulo 20◇

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—Te digo que la vi, de hecho aquí la tengo la foto, son ellos 3 atados de pies y manos, con mordazas —hubo una pausa—. No, ni idea de donde es, te enviaré la foto por si puedes averiguar algo —hubo otra pausa—. Descuida, ya me voy a encargar de ella, voy camino al vertedero.

Cuando David detuvo el auto fue al maletero y buscó alguna cosas, luego abrió la puerta del auto y empezó a limpiarme el cuello con una toalla húmedecida con alcohol, probablemente para eliminar rastros de sus huellas.

Mientras se ponía los guantes para poder sacarme del auto sin dejar huellas nuevas en mí, abrí los ojos y lo vi mirando a todos lados, asegurándose de que nadie lo fuera a ver sacando mi cuerpo del auto.

Abrió la puerta del carro lo más que se pudiera y se acercó al interior del auto, entonces con todas mis fuerzas le di una patada empujándolo hacia afuera, este calló al suelo así que salí del auto lo más rápido que pude.

Al salir del auto me paré frente a él y llevé mi cabeza con dirección a los hombros, de lado a lado para estirar y liberar la tensión de mi cuello.

—Así que aún estás viva —dijo poniéndose de pies—. Que mal, tendré que hacerlo mejor esta vez.

Cuando se dirigía a mi con intención de tomar mi cuello, con más rapidez que él tomé el suyo con una mano, y luego lo alcé sin esfuerzo alguno, creo que mi fuerza venía de la furia que sentía en ese momento, igual que en el momento que casi destrozo la silla con mis manos. Trataba de no hacer mucha presión, mientras caminaba con dirección al precipicio de donde él pensaba tirarme para que callera en el vertedero donde sería consumida por la basura.

—Espera —dijo con esfuerzo— puedo ayudarte, con lo que buscas.

—La cosa es que me acabo de dar cuenta que ya no necesito tu ayuda. Ahora solo tengo unas respuestas... esa chica en la cafetería, era tu objetivo cierto? Que pensabas hacer?

—Nada —mintió y apliqué más fuerza en su cuello.

—Solo —intentaba hablar pero ya no le salía la voz.

—Ibas a seducirla y a llevarla a algún lugar para poder grabarla mientras tenían sexo. No es así? Son unos cerdos. Y a todo esto; de verdad ibas a ahorcarme otra vez?

Lo vi intentar negar con la cabeza, mientras su cara estaba roja y algunas venas habían aparecido en su frente infladas como globos.

—Creí que podía solo darles un susto para que dejaran de hacer lo que hacen y luego dejarlos ir pero... acabo de darme cuenta de algo muy importante —caminé hasta la horrila del precipicio y extendí mi brazo mientras David apenas forcejeaba, ya había perdido sus fuerzas—. No solo son unos cerdos asquerosos, sino también unos asesinos.

No sabía en qué había estado pensando, por qué no había llegado a esa conclusión antes, pensaba en qué lo que me había pasado, había sido solo mala suerte, algo del momento, algo que se les había salido de las manos a Eddy, pero había ignorado la facilidad con la que él tomó esa decisión, con la facilidad con la que los demás concluyeron en que era lo que había que hacer... y ahora, al ver la forma en la que David había tomado la misma decisión de la misma manera y que ni siquiera lo dudó para volver a tomar la misma decisión, entonces vi que esta gente está dispuesta a hacer lo sea y que incluso el quitarle la vida a una persona era algo normal para ellos. Recorde las palabras de Ana Iris, yo había corrido con suerte al final, de alguna forma estaba allí, haciendo cosas que antes no podía ni pensar en hacer, pero era cierto, como dijo Ana Iris, no todas iban a correr con la misma suerte, y quien sabe cuantas chicas más se verían en la situación en la que yo me vi.

Liberé la presión en el cuello de David, el intentó sujetarse pero, sus fuerzas ya era limitada así que cuando la palma de mi mano se vio abierta, este calló directo al vertedero, donde lo recibiría solo basura y escombros, segundos después lo escuché llegar al fondo de golpe, supuse que a esa altura no iba a sobrevivir así que ni siquiera me asomé a mirar.

Mientras estaba allí, escuché un celular sonar en el interior del carro, me acerqué y contesté la llamada.

—David, ya se donde están, que hiciste, ya te deshiciste de ella?

—Lo intentó, al menos— hubo un silencio—. David está muerto y si te cruzas en mi camino le harás compañía en el infierno.

Salí disparada, tan rápido como pude, la imagen de David cayendo a su muerte venía una y otra vez a mi cabeza.

Sabía que ya no había vuelta atrás, no sabía cómo me sentía, pero ninguna de esas extrañas sensaciones se sentía mal, solo eran desconocidas. Por más que quería asociarlas con un sentimiento similar a culpa, no eran para nada igual.

Creo que en el fondo, sólo no quería encontrarme a mi misma sintiéndome bien por lo que había hecho, porque entonces sí sería el demonio que Ana Iris dice que soy, sin embargo, esas ideas fueron mías, esas decisiones, esas sensaciones, si de verdad estaba siendo poseída por un demonio, era normal que me sintiera dueña de mí y de mis actos? Porque hubiera sido mejor culpar de esto a alguien más, se que esto está mal, y mientras los demás me verán como la víctima que bajo la influencia de un ser maligno cometió actos tan horribles, yo no podré verlos a las caras mientras pienso en que cada cosa que hice, lo hice bajo dominio absoluto de mí.

—Hay que acabar con esto— dije entrando por la puerta— chicos, lamento tanto haber sido tan egoísta, todo este tiempo solo estuve pensando en mí, y no me detuve a pensar en ustedes, es terrible, la vida te cambia cuando matas a un ser humano, no me detuve a pensar por lo que ustedes estaban pasando.

Los chicos solo se miraron uno al otro. No entendía lo que pasaba, pero la oración que acababan de escuchar acerca de matar a un ser humano ahora hacia eco en sus cabezas.

—Tenía planes, pero... así son los planes, pueden cambiar de un minuto a otro. Yo... yo quería desatarlos, y hacerlos correr mientras yo y mi compañero aquí presente les perseguiamos disparando al aire solo para hacerlos cagarse en sus pantalones, hasta aburrirnos, y luego ahí quedaría. Que inocente —miré  por la ventana, ya había oscurecido, me tomó un rato llegar allá—. Pero como dije antes, cosas pasan, y los planes cambian.

Hice una seña y mi compañero entendió, así que salió por la puerta y al regresar trajo 3 perros que yo había conseguido de camino, eran de los que cuidaban la perrera.

Los chicos quedaron perplejos a ver a aquellos perros enormes los cuales les miraban babeando y con los ojos llenos de ansiedad.

—Estas bellezas tendrán un festín esta noche —dije mientras acariciaba uno de ellos y le aplicaba una inyección, luego me acerqué a los otros 2 e hice lo mismo.

—Amy, por favor —Dijo uno de ellos pero yo ya no quería volverles a ver la cara.

Mi compañero tomó una cubeta y bañó con su contenido a los chicos.

—Eso huele delicioso, cierto? Buen provecho mis niños —dije y empecé a caminar. Se escuchó un pito que mi compañero tenía y luego solo se escuchó el alboroto de los perros yéndose encima de los chicos con furia mientras estos gritaban y imploraban por sus vidas.

—No hagan esto... Amy regresa!

Entonces el ruido disminuyó, luego me di cuenta que había sido porque mi compañero había salido del salón y había cerrado la puerta.

—Nos vamos? Ahora que?

—Ahora vete a casa, olvida esto y continúa con tu vida.

Iterum Resurrectum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora