◇Capítulo 12◇

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Me sentía tan cómoda y ligera que pensar en el porqué se me hacía innecesario, ahora nuevos pensamientos rondaban mi cabeza.

Esa tarde, había tomado el celular que me compró mi tío y pues le había instalado todo lo que normalmente usaba y sincronizado la mayoría de mis cuentas y ver las cosas que podía recuperar como contactos y últimos mensajes.

Encontré un montón de mensaje de Tania, esa bruja me pedía más información de cómo iba con el avance del proyecto, la verdad no debí haberme metido en aquello y ahora me presionaba como si yo en verdad tuviera que hacerlo.

Después de estar un rato en la cama escuché voces en la sala, normalmente no se escucha nada hasta mi cuarto pero, pensé que quizás hablaban en voz muy alta, salí a ver que pasaba. Desde arriba pude ver a Kelvin, sentado en el mueble con mi tío y Ana Iris, al parecer no lo habían dejado subir.

—Kelvin?!— grité desde arriba.

—Hey, Amy— dijo girándose para poder verme.

Yo bajé las escaleras trotando y cuando llegué al primer nivel él me miraba atónito.

—Pero... —quiso decir algo.

—Es lo que tratábamos de explicarte, Kelvin. —le escuché decir a Ana Iris.

—Ay ya! —dije tomándole del brazo para que se ponga de pies— dejen de abrumarlo con cosas que ni ustedes entienden— empecé a caminar trayendolo conmigo.

Cuando estábamos en mi cuarto tiré algunos libros en la cama, —Tengo algunas ideas— le dije y después de poner otras cosas encima de la cama me percaté de como Kelvin me estaba mirándo.

—Que? —le pregunté sin más.

—No vamos a hablar de lo que te pasó?— dijo con miedo.

—Que quieres que te diga? Que fui una idiota, una estúpida ingenua y que te debo una disculpa por no haberte escuchado...

—Amy— me interrumpió tomando mi mano— casi mueres, quedaste muy mal herida, nada de lo que dijiste anteriormente importa, yo solo quiero saber que te hicieron.

—No tengo memoria de nada de eso— dije esperando que así dejáramos el tema.

—Me imagino que por el trauma, pero necesitamos que regrese tu memoria, tú y yo sabemos con quién estabas y que estaban planeando hacer, si estos infelices te hicieron daño, solo le estamos dando tiempo a que se escondan y armen una coartada, ya no los he vuelto a ver, quien sabe donde estén, entiendo que esto es difícil, pero quisas si lo hablamos tu memoria vuelva.

—No quiero hablarlo! —grité y él soltó mi mano— y no, no sabemos nada, yo no recuerdo nada, y tu no estabas ahí,  no puedes asumir solo así con algo como esto... podríamos olvidarnos de eso por un momento?

—Lo siento Amy, es mejor que me vaya, no vine a estudiar, la verdad ni tengo cabeza para eso, solo quería verte y ver que estuvieras mejor, pero estas mejor que 'mejor', estas... bien —dijo señalándome de pies a cabeza.

Se puso de pies y se dirigió a la puerta —Veo que ya tienes tu celular y tarjeta SIM, te escribiré al rato— dijo y cerró la puerta detrás de él.


En la hora de la cena, sentía el peso de la mirada de mis tíos, me veían comer como una persona que salía de la cárcel, o como alguien que tenía días sin comer nada.

—Que? Tengo mucha hambre —les dije para que volvieran a ocuparse de sus platos.

Minutos después quise aprovechar que estábamos los 3 ahí  para hablar con ellos —Quiero ir el lunes al instituto—dije y mi tío casi que no podía tragar lo que tenía en la boca.

—De eso nada —dijo como pudo— pedimos una licencia de 10 días, y todo eso ya está hablado.

—Ana Iris? —quise escuchar que pensaba ella.

—Yo opino lo mismo, es mejor que inicies la otra semana —dijo después de tomar agua.

—Ya me siento bien, estoy bien, más que bien.

—Exacto! —Exclamó mi tío— Cómo vas a explicar eso en el instituto?

'Ese era un punto'

—Querida —empezó a decir Ana Iris con su tono de querer razonar—, puede que te sientas bien físicamente, pero psicológicamente necesitas más tiempo, para procesar y sanar, puede que tu cuerpo ya lo hizo, pero créeme tu mente aún no.

—Créeme Ana Iris, mi mente está muy sana, y si me quedo encerrada aquí entonces si necesitaré terapia.

—Lo siento hija pero, esto no está a discusión —dijo mi tío sin mirarme, tenía los ojos en su plato.

—Ya veo, ustedes ya decidieron y se pusieron de acuerdo. Bien, como sea —empuje mi silla hacia atrás y me fui a mi cuarto dejando el plato en la mesa.

Era sábado, así que aún tenía un día más para convencerles de cambiar de opinión.

Cuando subí a mi cuarto no encontraba sitio, miraba por la ventana y tenía ese impulso de saltar, sí, suena loco pero, tenía que sujetarme fuerte de la base para no ceder, y luego pensé que quizás habría forma de bajar sin quedar como una postal en el suelo. Con cuidado saqué mi cuerpo por la ventana y seguía sujetando fuerte el marco, me deslicé despacio hasta el borde de la pared y luego me colgué con las manos del portón de la marquesina, y luego me solté y caí de pies.

Entonces corrí, corrí en calcetines y sin saber a dónde dominada por una fuerza mucho más fuerte que yo.

Cuando me di cuenta ya estaba en algun lugar cerca del puerto, la brisa estaba fría y susurrante, abrí mis brazos de par en par y dejé que aquella brisa me abrazara, golpeara mi cara y jugara con mi cabello, yo ya había estado allí, no recordaba cuando, pero aquel sentimiento se me hacía familiar, y era como si lo extrañara, como si por mucho hubiera estado esperando por aquel sentimiento de libertad.

Caminé por los alrededores, fui hasta el final del puente del puerto, me deshice de mis calcetines y entré mis pies en el agua, pensé que estaría más fría, sin embargo, esta fue cálida y sutil conmigo; deslizaba mis pies de aquí para allá entre el agua y ahí pasaron horas, pensando, recordando, escuchando el agua mientras golpeaba mis pies, el susurro del viento, todo eso mientras vivía, porque sí, estaba viva y más viva que nunca, podía sentir, ver y escuchar más que nunca, como si mis sentidos hubieran despertado de un profundo y largo sueño o como si la que hubiera estado dormida era yo y finalmente había despertado.

Iterum Resurrectum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora