◇Capítulo 38◇

20 6 0
                                    

Al día siguiente, el domingo llegó frío, había llovido toda la noche y la mañana esta llena de neblina y hacia mucho frío. Ana Iris no durmió toda la noche, no volvió a ver a Manuel tampoco, pero no lo buscó, sabía que debía darle un poco de espacio por el momento. Kelvin se levantó temprano y fue a visitarlos, cuando llegó ya eran las 9:30 A.M y Ana iris tenía la mesa llena de hojas de papel libros y demás.

—Buenos días —dijo él al llegar.

—Buenos días Kelvin —ella siguió con la cabeza baja.

—Que estás haciendo?

—Yo sólo, no sé, releo todo esto para ver si se me pasó algo, no lo sé.

—Tu de verdad crees que podamos con esto?

—Claro que sí, estoy segura. En todo esto que vez aquí se cuentan historias que la gente ya no recuerda y nadie cuenta jamás, usan fragmentos para hacer cuentos para niños, películas estúpidas, y es justo por eso que la gente dejó de creer. Aquí hay una historia de hace muchos años -dijo pasándole unas hojas de papel.

—Está en latín —dijo Kelvin al ver las hojas.

—Sí, una lengua perdida, ha quedado sólo como una lengua científica. El de esa historia, para ese entonces, era alguien a quien catalogaron como un santo. Esta frase de aquí: quod reduxit a mortuis... se que se refiere a él, 'al que fue traído de vuelta de entre los muertos. Esto de acá habla de resurrección, todo está en latín pero, iterum es otra vez... Algo que vuelve a pasar de nuevo. En teoría, y entre líneas, todo esto se resume a inmortales, estos demonios son inmortales, no los podemos matar, pero si los podemos detener y encerrar, ya lo hicieron antes, puede volver a pasar. Sólo a uno, sólo necesito a uno.

—Creo que deberías descansar.

—Tengo que hacerlo —empezó a llorar-, tengo que lograrlo, se lo debo, Kelvin, yo sé lo debo.

—No te hagas esto —dejó las hojas en la mesa y la abrazó—, si todo esto es por lo que dijo anoche, ella estaba buscando herirte, lo consiguió, pero es el pasado y ya no lo puedes cambiar.

Después de unos segundos ella se calmó y tomó asiento.

—Dónde está Manuel?

—No lo sé, está molesto y ni siquiera durmió en la habitación anoche, no se a dónde está.

—Y ella? ¿Volvió?

—No, no lo hizo.

—Bueno, daré una vuelta, se donde puede estar.

Kelvin imaginó que yo estaría en el viejo consultorio así que fue hasta allá, de camino se detuvo a comprar un café, creyó que sería bueno llegar con algo, así de seguro estaba de que yo estaba allí.

Cuando llegó, notó que la puerta estaba abierta así que entró sin más y se dirigió al cuarto que elegimos para las investigaciones, mientras se acercaba escuchó unas risas, así que adelantó el paso.

Yo estaba acompañada, al llegar vio un tipo sin camisa, encima de mi en el sillón, Kelvin puso el café y sus llaves en una de las mesas, se acercó de prisa tomó al sujeto por el cuello desde atrás y lo alejó de mí.

—Oye! —dijo él al sentir como era levantado del sofá y luego empujado lejos de él— Que te pasa viejo? —preguntó al ver a Kelvin.

—Kelvin? —me sorprendí al verlo ahí.

—Qué no ves que es una niña? —le preguntó Kelvin.

—Qué? No, ella me dijo que...

—Tiene 15 años —le interrumpió—. Como te llamas?

—Yo? —el pobre estaba nervioso y asustado.

—Sí, tú.

—Michael, me llamo Michael.

—Y dime una cosa Michael —se acercó y tomó la camisa que estaba en una silla—, quieres ir a la cárcel?

—Que? Noo, claro no.

—Pues lárgate ahora mismo -le puso la camisa con fuerza contra el pecho, Michael la tomó y salió corriendo de allí mientras se la ponía.

—Eres un agua fiestas.

—Sí, no pediré perdón por eso, ese quién diablos era?

—Michael.

—Sí pero de dónde lo conoces? Estás borracha?

—Lo conocí anoche en un bar, y sí quizás un poquito. Pero se me pasa en unos minutos, mi sistema solo, expulsa el alcohol, disfruto la sensación mientras dura.

—No dormiste aquí?

—No he dormido, acabo de llegar, Michael me trajo.

—Ya veo. Esto te caerá bien —dijo buscando el café para dármelo.

Cuando se me acercó yo estaba recostada de una mesa, estaba sin blusa, solo llevaba un sostén y mi pantalón. Me pasó el café y yo lo puse en la mesa, lo jalé hacia mí y lo besé despacio. Él no correspondió, yo besé su mejilla, su cuello y mordí suavemente su barbilla.

—Amy basta —dijo en un susurro.

—No quieres?

Él no dijo nada, yo tomé su mano he hice que tomara mi cintura, eso lo hizo acercarse más, pero seguía inmóvil.

Lo que yo había tenido con Ariel fue bueno, fue maravilloso de hecho, él me había llevado al cielo una y otra vez, pero yo no me lo merecía, en cambio, cuando estuve con Kelvin, esa vez, esa única vez sentí cientos y cientos de sensaciones, sentí como quemaban mi piel desde adentro y como luego hicimos arder todo el cuarto, se pareció al infierno, pero era lo único que quería sentir desde entonces, sin embargo, no podía obligarle a hacer algo que él no quisiera, de hecho si podía, y de hecho él sí quería, pero esa estupidez llamada moral lo había inventado después de lo que pasó y yo ya no podía hacer nada, no debía.

—No podemos —le escuché decir.

Yo me alejé de sus labios y tomé el café, él se quedó frente a mi sin decir ni hacer nada, hasta que luego soltó mi cintura y se alejó.

—Ana Iris está destruida. No se lo merece.

—Sí, pobre mujer.

—Amy, basta.

—Pero qué dije?

—Sabes lo que estás haciendo. Yo sólo vine a decirte que, sé que aún estás ahí, lo sé y sé que puedes ver lo que pasa, escuchar y entender, si no quieres esto solo vete, porque sé que les va a doler, sí, pero el dolor disminuirá con el tiempo, se harán la idea de que estás bien en algún lugar del mundo y aprenderán a vivir con eso. Ya no les hagas más daño. Pero si aún te importa, lucha contra esto y ayudales a salvarte. Es lo único que quieren hacer.

Kelvin había madurado mucho, ya no era aquel adolescente bobo que dejé aquí, lo sabía pero no dejaba de sorprenderme. Se dio media vuelta, tomó sus llaves y se fue. Yo me quedé allí sin decir nada. Terminé mi café y me introduje en algún pensamiento, luego en una esquina, vi un pedazo de papel arrugado, lo reconocí y me acerqué, era la nota con la dirección que me dejó aquel extraño sujeto en la biblioteca, entonces me puse la blusa y salí, no se cuánto me tomaría en llegar pero eso no importaba, yo sólo quería respuestas.




¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Iterum Resurrectum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora