◇Capítulo 44◇

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Pasaron 3 días desde que desperté, cuando los doctores vieron que ya estaba totalmente bien después de decenas de exámenes y pruebas como juegos de palabras, dibujar alguna que otra cosa en un papel, decir a cual dedo estaban pinchando con la aguj...

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Pasaron 3 días desde que desperté, cuando los doctores vieron que ya estaba totalmente bien después de decenas de exámenes y pruebas como juegos de palabras, dibujar alguna que otra cosa en un papel, decir a cual dedo estaban pinchando con la aguja, tomar cosas con las manos, decir cosas de mí misma como mi nombre, donde estudié y un sin fin de cosas más que yo consideraba absurdas, ya no tenían ninguna objeción con que me fuera a casa.

Después de estar en casa por unos días tratábamos de no hablar del tema, era como si nunca hubiera pasado, Ana Iris volvió a retomar su trabajo, igual que los demás, una tarde, Kelvin llegó diciendo que me había conseguido unas tutorías personalizadas en casa para poder terminar el año escolar, yo me emocioné mucho.

—La única condición es que tienes que ir a tomar los exámenes en el instituto —dijo él pero a mi me daba igual, yo solo quería poder terminar la secundaria, buscar un trabajo e iniciar la universidad.

—No hay ningún problema, así será.

Después de unos días más empecé a buscar trabajo, algo de medio tiempo que me diera la disponibilidad de estudiar.

Una tarde después de haber llegada de unas entrevistas, encontré a Ana Iris en la cocina, ella se había mudado por completo con nosotros.

—Que haces? —la sorprendí.

—Ay, niña, que susto —yo me reí de su reacción— dejo algunos preparativos para la cena listos.

—Bien. Necesitas ayuda?

—No, yo ya termino, tranquila.

Había algo que había querido decirle desde el día que salí del coma, pero no había encontrado la oportunidad.

—Ana Iris...

—Si?

—Yo solo quería... no sé, creí que sería bueno si supieras que, yo no te culpo de nada.

Ella dejó lo que hacía pero no me miró a la cara.

—Amy, no hace falta...

—Claro que sí, no quiero que vayas por ahí pensando que tengo algo en contra de tí o que te guardo rencor o algo así.

—Eso... tienes razón es bueno saberlo —la vi intentando no llorar.

—Entonces, estamos bien?

—De maravilla —me miró sonriente y con los ojos aguados.

Después de un rato hablamos de algunas otras cosas, de como me iba con las clases y eso. Luego ella sintió curiosidad y aprovechó que estábamos a solas.

—Amy, se que quedamos en no hablar de ya sabes que pero, como te has sentido después de lo que hicimos.

—Pues, normal, como la vieja yo, ya hasta un leve resfriado me dio —reí—, oye, no te preocupes, se ha ido, eso tenlo por seguro.

Después de un rato yo me fui a mi cuarto, me di un baño y al salir de la ducha me quedé un momento frente al espejo, la curiosidad de Ana Iris me había contagiado, la verdad no había querido pensar en eso pero, ahora solo quería salir de toda duda existente.

Tome unas cuchillas y las bañé en alcohol, me deshice de mi toalla y recordando donde había hecho un pequeño corte hace unos años atrás, tomé la cuchilla, mordí una esquina de la toalla e hice un corte de unos 4-5 centímetros en mi abdomen bajo, de alguna forma creía que seria un lugar donde nadie lo notaría al menos que estuviera desnuda. Empezó a salir sangre de inmediato yo cubrí la herida con mis manos, y apretaba para disminuir el flujo de sangre, pasaron unos cuantos minutos, y entonces retiré la mano, allí estaba la herida, por un momento sonreí, pero luego más sangre salía y empecé a preocuparme.

—Oh mierda —pensaba que quizás había exagerado, un pequeño corte en un dedo hubiera bastado. Vendé la herida como pude y me vestí para bajar a cenar.

Me puse algo cómodo pero la herida aún así dolía, me entretuve en la cena y me olvidé del dolor un rato, mi tío estuvo muy platicador, nos contó una experiencia en el muelle, nos reímos, tomamos vino después de cenar y cambiamos de tema una y otra vez, yo me sentía feliz, cómoda y en paz. Al subir a mi cuarto tuve que tomar antibióticos y calmantes para poder dormir, y pasé toda la noche tratando de no lastimarme —Eres una salvaje, Amy— me reclamé a mi misma pero ni siquiera me arrepentía de haberlo hecho.

Al día siguiente tenía que volver a una reunión con relación al las entrevistas de trabajo que había tenido anteriormente, yo había ofrecido una buena inversión a una de las empresas a las que fui y pues quedamos en reunirnos para aclarar detalles y crear un contrato. Yo me puse lo más elegante que pude y salí, estaba tan feliz, sentía que recuperaba mi vida, que estaría llena de cosas nuevas en las que no se incluyeran brujas, demonios, rituales en pleno siglo XXI, viviría el día a día como un nuevo comienzo cada vez.


Iterum Resurrectum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora