Ana Iris empezó a recitar palabras extrañas, parecían ser al azar, o como si alguien leyera la lista de compras en un idioma que no entiendes, Durán empezó a rodear el círculo con un polvo y algo más que parecía ser sal. Luego prendieron fuego, una vez la línea que limitaba el círculo estuvo totalmente en llamas, yo sentí como si alguien me halara del pecho. Me fui hacia atrás, traté de permanecer sentada así que me apoyé con ambas manos hacía atrás en el piso. Mi cabeza empezó a doler, dolía demasiado, y el dolor crecía y crecía, como cuando algo dentro de tu cráneo crece a tal punto que ya no cabe dentro de él pero aún así sigue creciendo haciendo que la cortesa empiece a agrietarse y pronto todos tus sesos saldrían dispersos manchando las paredes.
De repente empecé a elevarme, el dolor ya no era sólo en mi cabeza, se había expandido hasta mi pecho, y de igual forma sentía como si mi tórax quisiera salir de mi.
—Ya basta, por favor —dije con dificultad.
—Ya falta poco —escuché la voz de Durán.
Las luces empezaron a fallar, un aire frío se apoderó de la sala donde estábamos, el fuego seguía ardiendo y yo seguía sintiendo que me rompían por dentro al punto de casi quedar inconsciente.
Noté que no tenían planes de detenerse, algo en mi ya no quería continuar.
—Tienes que dejarle salir Amy, renuncia a él —volví a escuchar a Durán.
—Tío —le hablé sabiendo que sería el más débil—, por favor, mi cabeza va a explotar en unos segundos, me hacen daño, no puedo respirar.
—Ya, deténganse —gritó mi tío, pero Ana Iris apenas terminaba de recitar la primera parte.
—No la escuches Manuel —dijo ella.
—Esto no está bien, por favor detente —seguía yo insistiendo.
—Qué no ven lo que están haciendo? —gritaba mi tío mientras las luces se volvían locas.
—Manuel, te lo ruego, confía en mí, acabará pronto y esto habrá valido la pena, te lo juro.
—Tío, no me hagas esto —seguía diciendo entre llanto fingido.
—No la escuches, esto es lo que nuestra Amy quería, recuerdas?
—No puedo ver esto —dijo él y se dio media vuelta, dio unos pasos y se apoyó de un mueble con ambas manos.
—Amy, escuchame, tienes que vencerlo, esto acabará pronto, sólo abre las puertas y déjalo salir —Ana Iris lo hacía sonar tan fácil, pero en realidad yo no sabía ni qué hacer, o cuál era esa supuesta puerta y cómo era que se abría.
Ella empezó a recitar otro verso, entonces me sentí como atrapada dentro de mi misma, rodeada de todos mis miedos, los cuales se amontonaban y corrían hacía mí, yo intenté correr pero no iba a ningún lado, la voz de Ana Iris se escuchaba cada vez más lejos, así que entre mi dolor, cerré los ojos, y lo único que vi fue aquel bosque, húmedo, frío... volví a sentir aquel sabor a hierro en mi boca, y luego me vi, a mi yo del pasado, tirada allí entre lodo y sangre, tuve el impulso de acercarme, pero luego un aire frío llegó a mi espalda, vi una luz que provenía de algún lugar así que me di la vuelta y ahí estaba, una puerta que por su luz no me dejaba ver lo que había detrás de ella, caminé despacio hasta que atravesé la puerta y una vez allí no hubo nada, absolutamente nada, intenté regresar pero la puerta se cerró y todo quedó en blanco, tan blanco que molestaba en mis ojos.
—Hola? —Llamé pero sólo hubo un eco como respuesta.
Ana Iris terminó el último verso, entonces una neblina gris y espesa empezó a salir de mí y se dispersaba, cuando intentó expandirse, quedó limitada por el círculo de fuego que le atraía y luego, de una forma que ninguno podía explicar, aquello que parecía humo empezó a materializarse y se volvía cenizas al contacto con el fuego.
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Iterum Resurrectum.
Paranormal[ Completada ] "Después de varios días investigando acerca de lo que me había pasado aquella noche y de las cosas que de repente empezaron a suceder, a pesar de lo loco y descabellado que se ponía cada vez y cada vez más, mi tía Ana Iris había llega...