◇Capítulo 39◇

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El lugar era hermoso, había una vibra extraña, pero se sentía bien, se escuchaba música instrumental en el interior, cuando pasó por la puerta de hierro había un jardín precioso, habían unas personas allí, alhunis sentados bajo un árbol y otros leyendo algún libro y el periódico por otro lado. Decidí pasar, cuando llegué a la puerta del edificio había un señor en lo que parecía ser la recepción. Yo lo ignoré y seguí derecho hacia el ascensor.

—Joven, detente —escuché y volteé despacio—. A donde cree usted que va.

Yo me le acerqué y le miré fijamente.

—Busco a alguien.

—Cuál es su nombre? —yo me quedé pensando en que no sabía el nombre de aquel sujeto de la biblioteca— Disculpe, el nombre de la persona a quien busca, ¿cuál es?

—No lo sé, pero a usted no le importa, y me dejará pasar —él se quedo parado allí, vi cómo sus pupilas se dilataron y volvieron a su lugar.

—Lo siento, no puedo dejarla pasar —dijo y yo estaba tan confundida, no entendía lo que estaba pasando—, si busca a alguien deme su nombre y yo haré que esa persona baje aquí —dijo señalando el piso con ambos dedos índices.

—Qué diablos —susurré se supone que debió funcionar. Me acerqué un poco más y lo volví a intentar—. Parece que no me escuchó, ya le dije que me tiene que dejar pasar.

Nada, seguía sin funcionar y una desesperación se apoderó de mi.

—Ya le dije que eso no es posible.

Yo lo tomé por el cuello y lo levanté del suelo, este intentó defenderse pero empezó a quedarse sin oxígeno y una vez en el aire ya no pudo hacer nada.

—Estás acabando con mi paciencia, voy a entrar y tú me dejarás en paz.

—No puede —escuché una voz de alguien que se acercaba—. Bajalo Amy, lo vas a matar.

Yo lo solté y el sujeto caminó tambaleándose hasta la recepción mientras se apretaba el pecho tosia e intentaba respirar.

—Por qué no funcionó —era en lo único que podía pensar.

—Porque yo ya le había dicho que no dejara entrar a nadie sin mi autorización. Le pudiste haber pedido cualquier otra cosa, e iba a funcionar, pero si seguías insistiendo en que te dejara pasar, solo ibas a causar un colapso al pobre hombre y probablemente un derrame cerebral. Alan —dijo esto último y extendió su mano—, pensé que ya no ibas a venir, creí que no te había impresionado lo suficiente.

—De hecho no lo hizo —dije mientras estrechaba su mano— yo solo pasaba por aquí —no creí que fuera a creer eso obviamente, pero quise decirlo.

El sonrió y empezó a caminar para que yo lo siguiera.

—Qué es este lugar? —pregunté al ver que salíamos por otra puerta y hacia una piscina con personas al rededor haciendo yoga, leyendo, niños jugando.

—Es un refugio.

—Y todos estos son refugiados?

—Lo son. Te sorprendiera la cantidad de gente que hay allá afuera sin nada que comer, sin un techo donde dormir, muriendo a causa de no tener los recuerdos para medicamentos. En el ser humano hay mucha maldad, dicen temerle a Dios, leer eso que llaman la biblia, predican lo que allí leen sin entender su significado, pero luego mienten, roban, asesinan y causan tanto mal al prójimo solo para beneficiarse. He intentado por años poner mi granito de arena a cada pueblo, ciudad o país al que voy, y es lo mismo e incluso peor.

—Tu rostro no es de alguien que haya vivido tanto, pero tus palabras...

—Tengo 34 años, eso dice mi rostro, pero tengo 200 años pisando la tierra en este cuerpo. Ves esa hermosa mujer de allá, su nombre es Sofía —la vi voltear a vernos como si lo hubiera escuchado— tiene 29 años, o eso tenía cuando murió ahora tiene asi 350 años.

—Cielos —se me escapó por el asombro.

—Me encontró hace más de 150 años, y desde entonces recorremos el mundo juntos.

La mujer sonrió desde dónde estaba y volvió a lo que hacía.

—Hay más entre esta gente?

—No, solo ella y yo. El sujeto de afuera es el dueño de esto, los demás son personas que hemos rescatado, esa chica de ahí —señaló a una joven, piel morena y cabello crespo que estaba rodeada de unos niños— ni siquiera sabía leer cuando la encontramos, ahora es quien le enseña a estos niños a leer y escribir. Amy, supe de ti hace unos meses, y luego supe que vivías aquí, no creí que fuera solo una casualidad —se giró hacia mí y puso ambas manos en mis hombros—, somos capaces de cambiar el mundo, Amy, juntos.

—Lo que dice es... de verdad todo esto es admirable pero, el hecho de que crea que podemos cambiar el mundo, que podemos cambiar a las personas, eso suena más bien a un cuento de fantasía.

—Ya veo... no confías.

—Durante años usted ha hecho cosas maravillosas por personas que se lo van a agradecer toda la vida, pero habrán otras que ni siquiera quieran que les ayude. Hoy es este grupo de personas, cuanto más tardará para que sea otro grupo de personas cerca de aquí? Cuanto más para que recorra el país... No puedo ser parte de algo en lo que no creo.

—Está bien, respeto tu opinión. Es tu decisión, pero, lamento tanto que no puedas llegar a verlo algún día.

—A qué se refiere?

—A que sé lo que tú y tu familia están intentando hacer. Amy, nos llaman demonios, pero no tenemos que ser lo que una etiqueta diga, puedes ser lo que quieras, y hacer lo que quieras, solo quise proponerte esto porque, número uno, era bueno que supieras que no eres la única, dos, porque con tu ayuda podríamos llegar más lejos en menos tiempo, quien sabe si corremos con suerte y se nos unen más como nosotros. Y tres —me miró a los ojos— las cosas que podemos hacer son increíbles, sé que no has explorado ni el 50% de lo que somos capaces, y no hablo de simplemente decirle a alguien que lea un libro cuando ni siquiera sabe leer... sé que tu historia es triste, mucha crueldad en ella, pero esta nueva oportunidad que te dieron fue exactamente para que seas alguien nuevo. Amy, de verdad quieres renunciar a eso que te fue dado y volver a ser quien eras?

—A veces solo pienso en que tuve suerte —empecé a decir—, y que debería estar haciendo algo más interesante con esta oportunidad, pero luego, la idea de que no merezco esto, que quizás hubiera sido mejor si tan sólo todo hubiera acabado ese día, me abruma y me hace sentir incómoda con esto.

—Al final está en tus manos la decisión, pero, te estoy dando la oportunidad de hacer algo que no solo tu familia lo agradezca sino el resto del mundo. Imaginate un lugar donde no tengas que esconder lo que eres. Imagina un mundo dónde se haga nuestra voluntad y el ser humano evolucione.

La idea empezaba a no sonar tan mal, después de unos segundos viendo esa gente a nuestro al rededor senti como alguien se nos acercaba.

—Sofía, ella es Amy.

—Finalmente nos conocemos —dijo ella y su voz era tan suave que me quedé esperando a que dijera algo más—. He escuchado mucho sobre ti.

—Vaya —sonreí sin saber que decir.

Ellos se acercaron, el rodeó sin cintura con su brazo y le dio un leve beso en los labios.

—Ustedes son pareja... —dije aunque era obvio.

—Lo somos, tenemos un siglo juntos.

—Y solo son ustedes 2?

—No comprendo lo que quieres preguntar exactamente.

—No tienen una familia?

—Ah eso —sonrió Sofía—, no solo somos nosotros, considera a esta gente nuestros hijos e hijas.

—Pero eso es porque quieren o...

—No podemos Amy, creo que imaginarás que no sería natural, aunque quisiéramos no podríamos.

—Entiendo.

Ellos empezaron a contarme cómo se conocieron y como sintieron esa conexión entre ellos, luego me contaron más de sus aventuras en otros países, como han tenido que desplazarse con los años, y todos los planes que tenían.

Yo solo los escuchaba, caminábamos por los alrededores mientras tomábamos algún zumo de frutas. Se sentía tan cómodo el estar ahí con ellos, pero mientras su voces llegaban a mí, traían pensamientos, cosas que no había pensado antes cosas que no me gustaban como se veían en mi mente.

Iterum Resurrectum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora