Iterum Resurrectum.

◇Capítulo 43◇

—Tiene que haber algo que podamos hacer —insistía mi tío en la sala de espera mientras debatían la situación.

—Ya escuchamos al doctor —recordó Durán, al parecer no hay mucho que hacer.

—Tal vez si haya algo que podamos intentar —se atrevió a decir Kelvin—, el doctor dijo que aún hay posibilidad, ya que hay actividad cerebral, y si nos puede escuchar? Podríamos hablar con ella, ayudarla a encontrar el camino de vuelta.

—Ustedes no entienden —empezó a decir Ana Iris—, ella no quiere volver.

—Eso no tiene sentido —se negaba mi tío.

—No lo ven? Una parte de Amy no quería hacer esto, como ya vimos miles de veces estos demonios acuden como una segunda oportunidad, y en su deseo de permanecer en el recipiente le dan a este cosas que no tuvo jamás, pero que siempre quiso, mejorando su vida de un 20 al 100. Amy odiaba a la persona que era, en su intento de sabotear lo que hacíamos no tenía miedo a que no funcionara y morir en el intento como creíamos, su miedo era el hecho de volver a ser quien era, y ese miedo era incluso más grande al de morir. Por eso no quiere volver, lo sé.

—Pues hablemos con ella —insistía Kelvin—. Creo que mi plan puede funcionar después de todo. Sólo tendríamos que hacerle ver lo maravillosa y especial que es, que se vea con los ojos que la vemos nosotros, darle motivos por los cuales volver.

—Oigan, yo no sé ustedes pero el plan del muchacho no suena tan mal —admitió Durán—, digo, que perdemos con intentar?

—Exacto —celebró Kelvin.

Al día siguiente, sin perder tiempo empezaron con el gran y único plan, hablaron con los doctores y estos me llevaron a otra habitación, y conectaron algunos sensores que darían alerta de mi actividad cerebral. Mi tío fue el primero en entrar a la habitación, se sintió tan nostálgico de verme allí, y así, conectada a un sin fin de aparatos, que casi no le salían las palabras.

—Mi niña, debí escucharte, lo lamento tanto —al parecer si tenían razón, podía escucharles y el hecho de escuchar a mi tío culpándose por lo que pasaba me dolió mucho—, esto es mi culpa. Nunca debí dejar que te hicieran esto —lloró un momento me partía el alma escucharle así, pero estaba inmóvil, no podía hacer nada—. Sabes, ese día que llegaste a mí, me devolviste la esperanza, yo acababa de perder a mi esposa embarazada, ya sabes esa historia, pasaban los meses, los años y ese dolor estaba allí, intacto. Cuando tu padre fue a visitarme, y luego aprovechó un descuido mío para irse y dejarte allí con una estúpida nota llena de excusas y cobardía. Por unos días lo busqué, lo llamé, fui a su casa, había desaparecido, tú duraste unos días para adaptarte, habían días en que yo me despertaba y te encontraba acostada con una almohada en el frente de la puerta de mi habitación, súper temprano, no hablabas, duraste semanas sin decir una palabra desde ese día que preguntaste por tu papá y te dije que no iba a volver. Una noche, dijiste 'vamos a ver la película juntos', yo no sabía de que película hablabas pero me tomaste de la mano, me llamaste hasta la habitación y al parecer habías encendido la televisión, había una película en el canal en un canal, 'película' volviste a decir y yo me sentí tan feliz sin saber porque, te cargué, nos sentamos en el sofá y al final de la película te habías quedado dormida. Desde ese día rogué para que tu padre jamás apareciera, te declaré, te di mi apellido y desde entonces has sido esa hija que no tuve. Amy me sacaste de la oscuridad, me devolviste las ganas de volver a vivir, trabajar, tener un futuro para ti y para mí, lo eres todo para mi Amy. Necesito que vuelvas.

Después de unos minutos mi tío segui llorando y haciendo historias de recuerdos que tenía de mi cuando era niña. Yo le escuchaba pero no podía reírme o decirle que lo recordaba a la perfección. Después de un rato, el doctor entró, revisó algunas cosas y enseño a mi tío todas las variaciones en los resultados desde que mi tío entró al cuarto, luego le pidió que me dejara descansar un rato, mi tío salió y le contó todo lo que él doctor había dicho a los demás.