◇Capítulo 4◇

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El fin de semana había sido diferente, ya que Ana Iris se lo pasó con nosotros y esa mujer era energía pura, no se estaba quieta ni callada. No diré que fue "un fin de semana inolvidable" pero al menos uno agradable y fuera de la rutina, mi rutina.

Ya el lunes todo volvió a la normalidad, cuando llegué al instituto Kelvin estaba esperándome en las escaleras, llevaba sentado allí un rato ya.

—Hey, te estaba esperando... —Dijo poniéndose de pies al verme.

—Ah sí? Y eso por qué o qué?

—No lo sé, quizás porque me pasé todo el fin de semana intentando comunicarme contigo.

—Bueno aquí estoy, lamentablemente, dime que necesitas. —Dije y empecé a subir las escaleras para ir a mi salón de clases.

—No lo puedo creer... estas molesta? Por qué?

—No lo sé, quizás porque me usaste para tener una excusa de salir con Laura y hacer de nuestra visita al puerto para estudiar, tu cita romántica con ella sin decirme nada.

—No, Amy, eso no fue lo que pasó, de verdad.

—Si claro, ahora dirás cualquier cosa, oye, descuida, no pasa nada, ya estoy acostumbrada a que todo me utilicen a su conveniencia, mi frustración ahora mismo es porque de verdad creí que no eras como todos.

—Oye, oye, por qué me dices todo eso, oye eso dolió, claro que no soy como todos los demás.

—Kelvin, —me detuve y él también, así que me giré a verlo a la cara lo cual fue fácil esta vez ya que él estaba en el escalón detrás de mí, y así no me quedaba tan alto, por regular siempre tenía que estirar mi cuello y cabeza para verle a los ojos. —repito, descuida, no pasa nada. Solo creo que tengo el derecho de sentirme como me siento así que tú... no sé solo deja que se me pase.

Salí disparada sin decirle nada más y me fui al salón de la primera hora de clases.

Al salir de clases, algunos maestros dejaron unas tareas, y quise empezar de inmediato. Fui a la biblioteca, estaba rebuscando algunos libros de álgebra que el maestro me había sugerido donde iba a encontrar ciertas teorías más desarrolladas. Después de un rato rondando por algunos pasillos, una chica que trabajaba allí me notó un poco perdida.

—Necesitas ayuda? —dijo acercándose.

—Ah, que tal, si mira busco algunos de estos libros, pero no encuentro ninguno.

Ella se acercó para ver lo que había escrito en aquel papel que sostenía.

—Creo que tenemos este de aquí- dijo señalando el segundo libro. —Dame unos minutos he iré por él.

—Oh, eres mi angel— dije intentando ser amable y agradecida con la dulce chica como si no fuera su trabajo,  así era yo.

Busqué una mesa y me acomodé, después de unos segundos la chica volvió con un libro, le pedí que lo dejara en la mesa a lo que sacaba algunas cosas de mi bolso. Minutos después, me percaté que el libro que la chica había traído no era el correcto, tenia casi el mismo título pero no era del escritor que andaba buscando, me puse de pies para ir a advertirle, mientras, quise ver el índice para ver si al menos sería de ayuda, no llegué a leer ni la primera línea cuando de repente estaba tirada al suelo a causa de chocar con alguien.

—Jesús!... —dije del susto aunque no me hice nada, luego vi arriba, y vi a un chico alto limpiar su chaqueta de alguna bebida que llevaba en la mano. —Lo lamento tanto, discúlpame no fue intencional...

—Eres tonta? —Dijo poniendo el vaso en una de las mesas.

—Wow, oye, no hace falta que seas grosero, me estoy disculpándo. —Dije y me puse de pies mientras escuchaba algunas risitas al fondo, pero no iba a voltear.

Iterum Resurrectum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora