Capítulo 38: Recuerdo

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Me desperté en el sofá de Chloe con un dolor de cabeza terrible, todo me olía a vomito, mi propia saliva sabía a vomito. Me incorpore maceándome e intente recordar como había llegado aquí pero lo último que recordaba era la llamada de James. Busque por el salón mi móvil pero no lo encontré.

—Buenos días borrachilla.¿Qué tal la resaca?—saludo Chloe con un tono demasiado alto para mi dolor de cabeza.

—Fatal, quiero vomitar. ¿Has visto mi móvil?—le pregunté a mi amiga, la cual estaba haciendo café mientras hablábamos.

—Que va, te traje casi arrastras y no llevabas nada encima.

—Joder, no me acuerdo nada del final de la noche.

—Tranquila no hiciste mucho él ridiculo, sólo bebiste demasiado, estuviste bailando y riéndote con todo el mundo. Si yo hubiera bebido esa cantidad estaría hoy en primera página del periódico local.—rió Chloe ofreciéndome café.

—Si bebo eso vomito—lo rechacé—iré al local a buscar mis cosas y me voy a duchar, que mañana trabajo.

Me despedí de mi amiga y le agradecí la ayuda de anoche, me acerque al local dónde bebí ayer pero estaba cerrado así que decidí volver a casa y descansar.

••••••

Aún tenía un leve dolor de cabeza, pero estaba vestida con mi pijama de hospital dando lo mejor de mi.

Hoy no llevaba un buen día, había dado demasiadas malas noticias, incluso tuve un fallecimiento en la planta infantil. Es de las peores cosas que hay de ser médico, ver como tu paciente se debilita y no poder hacer nada más por él, excepto acompañarle y quitarle el dolor.

Después de dar el parte de defunción, atendí a una niña de ocho años que se había caído de un columpio, venía acompañada de su madre. Durante la siguiente media hora, la progenitora de la pequeña estuvo gritándome por que su hija había tenido que esperar demasiado en la sala de espera y ahora, tenía que esperar aún más por su radiografía, le explique que en el hospital había más pacientes y que los atendíamos por orden de gravedad, pero la señora insistía que lo de su pequeña era lo más grave. Mi dolor de cabeza empeoró aún más.

A la hora de comer, me cogí un sándwich y subí a la azotea a comer, con la esperanza que el dolor de cabeza disminuyese con el aire fresco. Al llegar a lo alto del hospital me encontré con mi amigo y doctor, Caleb.

Caleb, que se había quedado con el caso de James, me informó que este había dejado la terapia, pero que estaba prácticamente recuperado.

Esa información me alegro mucho aunque me hizo pensar en la llamada de la discoteca y lo imbecil que había sido. Pensé en llamarle pero no tenía teléfono, y casi que lo agradecía porque tampoco sabía que decir, ni cómo actuar después de mi comportamiento con él.

¿Qué opción sería mejor? "Oh, James, siento mucho no haberme tomado nuestra relación enserio" o quizás un "Debería haber puesto nombre a lo nuestro y haberte valorado", o igual un "no debería haberte contestado borracha y reírme en tu cara".

Me pasé el resto de mi jornada pensando en el chico de tatuajes y ojos miel. Y mi día mejoró, incluso no me importó que la madre de la niña del columpio me siguiera gritando dos horas más, ni cuando un niño de dos años me vomito encima.

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Hola chicxs! Que os esta pareciendo? Os agradezco mucho por leer, incluso a esos lectores que no interactúan con la historia, pero a los que comentáis os lo agradezco el doble, gracias por apoyarme.

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