Capítulo 5: Silla de ruedas

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-Hola James, ¿cómo te encuentras?-pregunte al entrar en la habitación de mi paciente.
-A ti qué te parece-contestó borde.
Se le veía bastante desanimado, en la habitación también se encontraban sus padres y su novia, a la cual había prohibido entrar si mal no recuerdo. Suspiré, no era momento para echarla. Cruce miradas con Caleb, ambos sabíamos que había que empezar a hablar, pero ninguno se animaba.
-Bueno James, venía a decirte, que a partir de hoy ya no voy a ser tú médico, la doctora Halliwell se encargará de tu caso-comenzó Caleb.
-¿Y por qué ella?-dijo James en un susurro.
-Porque es la especialista.
-¿Especialista en que?-preguntó su madre asustada.
-Soy médico y cirujana, especializada en medicina de rehabilitación y medicina física.- le conteste dulcemente.
-Actualmente James es incapaz de caminar, y no les engañaré señores Hawkins, es muy complicado que vuelva a hacerlo, pero lo importante es no perder la esperanza y luchar. La doctora Halliwell es muy buena en su campo y ayudará a que su hijo consiga la mayor movilidad posible.-continuó explicando Caleb.
-Así es, como bien dice el doctor Taylor, nuestra esperanza es lograr el movimiento de las articulaciones inferiores, y en el peor de los casos, si no lo conseguimos, que se mantengan ejercitadas y no pierdan masa. Se que es mucha información por procesar, pero James, te facilitaremos una silla de ruedas. En principio tendrás rehabilitación de lunes a jueves, mañana y tarde. De momento seguirás ingresado y cuando te den el alta, lo reduciremos solo a las mañanas.- explique intentando no sobrecargarlo con información.
En la habitación se hizo el silencio, lo comprendo, no todos los días te dicen que te vas a quedar en silla de ruedas. Caleb y yo nos íbamos a retirar para que la familia lo procesara, cuando una voz sonó por la habitación.
-Entonces¿no va a volver a andar?-preguntó la novia del chico.
-No podemos confirmarlo- respondió Caleb.
Y con sus carísimos tacones, Zenani arrastro sus pies a la salida.
-No puedo estar con alguien que no va a poder andar, que va a ser un discapacitado, que ni si quiera vamos a poder tener sexo. Adiós James.
Y la chica abandonó la habitación.
Miré a James, y aunque no me caía bien, me dio mucha pena, no parecía afectado pero era un gran golpe. Bueno, más bien dos. Sus padres estaban llorando y decidí que era el momento de salir de allí, necesitaban intimidad.
-Mañana por la mañana nos vemos James.-me despedí.
Caleb y yo salimos de la habitación agotados mentalmente, nunca era bonito dar malas noticias y menos a alguien joven.
Me puse en su lugar, y me imaginé a mi, sin poder trabajar, dependiendo de otros, preocupando a mi familia y cuando llegue a mi casa, después de una noche de urgencias lloré. Lloré por mí, lloré por Adam, lloré por James y lloré por las malas noticias y las pocas esperanzas.

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