Subimos en ascensor hasta la planta 6. Allí se ubican los gimnasios y salas de rehabilitación. Tenía pedida la sala 6, era la que más se adapta a las necesidades de James. La sala tenía una enorme cristalera a un lado, que tenía vistas al parque del hospital, al otro lado tenía colchonetas, barras, una camilla y más material.
Mire a James, parecía que estaba en otro lugar, tenía la vista perdida, llevaba una camiseta de manga corta blanca y unos pantalones negros de chandal adidas.
-James- llame su atención.- Hoy empezaremos con algo sencillo ¿vale? Es la primera sesión y no quiero forzarte.
-Está bien, nena.
-Gianna-dije casi en un susurro.
-¿Qué?-no entendía mi respuesta.
-Que mi nombre es Gianna, no nena.
James se rió escandalosamente, como si hubiera contado el chiste más gracioso del mundo.
-Para mi eres nena, Gianna. Además,¿Qué clase de nombre es ese?¿Italiano?¿Cómo te llaman tus amigos "Anna" ,"Gia" o tal vez "Gi"?-dijo entre risas el chico de la silla de ruedas.
Al oír el apodo de Gi, se me cayó el humor, Adam me llamaba así. Ahora ya no me gusta.
-No soy italiana, Gianna es un nombre normal, y me llaman Gigi- respondí seca.- Y dejate de charlar, vamos a las colchonetas, haremos unos estiramientos.
Mientras trabajaba con James, tenía la mente en otro lugar, lo cual no era muy común en mi, pero estaba harta de huir de Adam. El culpable había sido él, no yo, él se tiró a una enfermera, y eso no lo puedo perdonar, a mi también me duele que se acabase, yo le quería muchísimo. Pero por mucho que me suplique ahora, yo todavía me quiero un poco, se que no soy gran cosa, él mismo me lo dijo, que solo él podría quererme tanto, porque para el resto soy una feucha más. Yo tampoco me veía tan mal, soy bajita, tengo una media melena lisa y negra como el azabache, tengo una cara normal, con unos ojos azules saltones y una pequeña nariz cubierta de pequeñas pecas. En el trabajo suelo usar mis gafas, son enormes, redondas y de metal dorado, Adam las odiaba, decía que parecía una niña tonta en vez de una doctora. Pero gracias a mi familia y a mis amigos he vuelto a quererme un poco, no demasiado, sigo sin ser gran cosa, pero soy mi pequeña no gran cosa, y estoy orgullosa de ello. Sin poder evitarlo, mis lágrimas empiezan a caer, pensar en adam siempre me hace daño.
-¿Tan poca esperanza tengo que hasta mi médica llora?-se burló James.
-Perdona, tenía la cabeza en otro sitio.-digo secándome las lágrimas.-Claro que tienes esperanza, yo confío en que vuelvas a tener sensibilidad como mínimo.
-Que esperanzadora ¿Acaso eres Leia?
-¿Te gusta Star Wars?-me sorprendí, no parecía para nada friki.
-Me encanta
-Hacemos un trato, si trabajas duro en las próximas tres sesiones, te prometo un maratón de star wars, con palomitas y todo. Ah, y puedes traerte a quien tu quieras a verlo contigo.- me pareció una buena manera de motivarle.
-¿Con quien yo quiera?-preguntó
-Exacto, quien sea, seguro que es una buena manera de arreglarlo con tu chica.
-No.-se puso serio- no le gusta star wars.
-¿Harry Potter? ¿El señor de los anillos?- intenté ponerle un punto de humor para nublar el que la había cagado.
-Nada de nada, era más de comedias románticas.
-Eh, que a mi también me gustan las pelis románticas y me he visto Star Wars-reí.
James se rió conmigo y por un momento pensé que no era tan imbécil. La puerta se abrió mientras nos reíamos y apareció un Adam bastante cabreado.
-Que fiesta os traéis montada eh, Gi deberías trabajar, te pagan por eso ¿Sabes?-dijo mientras miraba con asco a James.
-¿Gi?¿No era Gigi, nena?-James le estaba intentando cabrear más y eso no me gustaba.
Decidí ignorar a James y encargarme de Adam.
-¿Que necesitas Adam?
-Tengo un descanso, vamos a tomar el café del que hablamos.
-Adam, tengo un paciente, y ya sabes mi respuesta a tu propuesta.-suspire de resignación.-¿Puedes irte?
-Gi, por favor...-suplico Adam
- Oye tio, me estas quitando un tiempo muy valioso, algunos intentamos volver a andar.-James bufó.
Anda si James ya volvía a ser el capullo de siempre, por lo menos no lo era conmigo.
-Como si te sirviera de algo...-dejo caer Adam mientras se iba.
Vi la cara de James, era de resignación y tristeza.
-Ni caso, vas a volver andar, te lo prometo.- le dije agachada a su altura.
-No prometas cosas que no puedas cumplir, nena.
-Soy muy cabezona creeme, y vas a andar. Es una promesa.
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Este capítulo me salió más largo, ¿Os gustan más así, o más cortitos? Contadme, que os esta pareciendo la historia 💗
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Dame tu mano
RomanceLa vida de James da todo un giro cuando debido a un accidente de moto acaba en una silla de ruedas ¿Conseguirá volver a andar o no? De eso se encarga Gianna una joven médica que se ha propuesto que James camine. Pero, después de tanto tiempo juntos...