Era viernes, ayer no había podido hablar con James, tenía demasiados pacientes. Caleb y Adam se encargaron de darle los resultados y de notificarle de su próxima cirugía. Seguro que hoy estaba contento, era una buena noticia, si todo salía bien pronto volvería a andar y abandonaría el hospital.
Al abrir la puerta de su habitación me di cuenta
de lo equivocada que estaba, no se le veía muy feliz, todo lo contrario.
-Hey-murmure para llamar su atención.
James estaba tumbado en su cama, de brazos cruzados y con cara de pocos amigos.
-¿Por qué vas así vestida?¿Te han despedido por fin?-dijo molesto.
Y aquí estaba el James de siempre, borde y malhumorado.
-Hoy no trabajo, tengo guardia después de comer, en urgencias, pero no será mucho.-le respondo con la educación que él no tiene.
Llevo un vaquero, un top negro y una camisa amplia abierta, en mis pies llevo unas botas negras. Mi pelo negro esta suelto, no veo que hay mal en mi manera de vestir, él va en chándal, igual es que prefiere los conjuntitos caros de su exnovia.
-¿Y si no trabajas, qué haces aquí? Me incordias hasta cuando no te tengo que ver.
-Fácil James, cumplo con mis promesas.- le puse la trilogía de star wars sobre la cama.
-No he trabajado duro- dijo casi en un susurro.
-Sí, lo has hecho.-le comente segura.
-Y qué más da, me operan el lunes, y ni siquiera va a servir para levantarme de esa cosa.-dijo señalando la silla de ruedas.
-¿Por eso estas igual que un perro con pulgas?-reí.-La operación suele tener muy buenos resultados James, las probabilidades de que en un período medio de tiempo vuelvas a andar, son altas.
-No me mientas nena, tu querido doctor Martin ya me dejó claro que la silla es mi nueva vida.
-¿Adam?
James asintió
-Adam ni siquiera va a estar en la operación, operaremos el doctor Taylor y yo. Después de eso, yo seguiré con tu rehabilitación.
-No es que me fie mucho de ti que conste.-rió James.
Era bonito verle reír, siempre estaba serio y malhumorado, y su sonrisa era simplemente maravillosa. Era como cuando mirabas al cielo y veías todas las estrellas y automáticamente una sonrisa aparecía en tu cara. En ese momento me dí cuenta de que se estaba riendo de mi.
-¡Oye! ¿Cómo que no te fías de mí?-intenté parecer molesta, pero realmente me hacía gracia.
-Hasta ahora no has conseguido nada productivo.-aseguró James.
-Que estés vivo, bonito.-dije en tono de burla.
James rió otra vez, me gusta este James, el que ríe y bromea.
-Bueno, entonces ¿Ya tienes acompañante para esta noche? Cuando acabe mi guardia te traeré palomitas- le pregunté a mi paciente.
-Sí, la afortunada está justo delante de mí.-respondió James.
Mire hacia los lados, abajo y arriba, a mi alrededor. Pero, aquí solo estábamos él y yo. Entonces¿me está invitando a mí?
-Tú, idiota-bufo molesto- mira que eres cortita, no me creo que te hayas visto Star Wars, tienes pinta de ver pelis cursis de llorar.
-Osea, ¿me invitas a ver Star Wars, por qué crees que te estoy engañando y no la he visto?- estaba estupefacta.
-Exacto, te espero cuando acabes tu guardia. Ah! Y trae también gominolas-exigió el chico de la camilla.•••••••••••••
James cada día me sorprendía más, pero aquí estaba yo, con el pijama del hospital puesto, cansada de una larga guardia, con un paquete de palomitas en una mano y gominolas en la otra.
Eran las 22.30hr, los pacientes ya deberían haber cenado y la mayoría estarían durmiendo. Entre en la habitación de James y lo vi con los ojos cerrados, con un poco de suerte igual se había dormido y me libraba. La verdad que era un chico bastante guapo, pero cuando abría la boca la cagaba, era un gilipollas, un engreído, un egocéntrico, un imbécil, un borde, un...
-Buenas noches, nena- interrumpió mis pensamientos.
-Buenas noches James, he traído mi portátil, se va a ver mejor, también traje tu comida, ¿Empezamos?-pregunte al chico.
James asintió y puse el portátil sobre sus rodillas, busque la primera película y le dí al "play". Me senté en el sofá cerca de la cama, la verdad es que no veía prácticamente nada, pero bueno, no iba a quejarme. James se me quedó mirando fijamente y sonrió.
-Nena, ven a la cama, desde ahí no vas a ver nada. Y pienso asegurarme de que las ves.-exigió James.
-Ni de broma me echo en tu cama.-sentencie.
-Oh vamos, tampoco es que te vaya a hacer nada, ya sabes, tampoco funciona.-rio James, aunque vi pasar un deje de tristeza por sus ojos.
-Si dejas de mencionar a tu pene, me sentaré en tu cama.- dije levantándome del sofá.
-¿Ves? Tampoco era tan difícil, nena.
La primera película acabó rápido, James y yo discutimos en unas cuantas partes, pero fue divertido.
En la segunda película, ambos nos pusimos de acuerdo de que Luke era demasiado pedante. Y sin darme apenas cuenta, empezamos la última.
Estaba cansada, la guardia había sido larga, y era tarde, pero quería acabar de ver la peli, James la estaba disfrutando como un niño pequeño, nunca lo había visto así. Y sin saber cómo ni cuándo, me dí cuenta de que estaba apoyada en el pecho de James, y él me estaba abrazando, no era una situación incómoda, estaba tranquila y me sentía segura.
La tercera y última película acabó, y ninguno se movió.
-No me gusta el final.-susurro James.
-A mí tampoco.-respondí en el mismo tono de voz.
Estaba muy agusto allí, estaba cansada y sin darme cuenta mis ojos se cerraron mientras sentía una mano acariciarme el pelo.
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El capítulo más largo que he escrito, creo que os va a gustar, si es así decírmelo, y si no, también.
Nuestra querida doctora Halliwell y James se están acercando cada vez más 👀
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Dame tu mano
Roman d'amourLa vida de James da todo un giro cuando debido a un accidente de moto acaba en una silla de ruedas ¿Conseguirá volver a andar o no? De eso se encarga Gianna una joven médica que se ha propuesto que James camine. Pero, después de tanto tiempo juntos...