-Todavía no entiendo por qué tienes que quedar con ese idiota -refunfuñó por décima vez Daniel, apoyado en la puerta del baño mientras me secaba el pelo. Yo puse los ojos en blanco hacia el espejo, sabiendo que mi molesto hermano pequeño me vería-. Sabes que no me cae bien.
Yo apreté los labios y apagué el secador de golpe. ¡Claro que lo sabía! ¡Él se había encargado de recordármelo a cada instante, desde que le había avisado de que iba a quedar con Richard!
-Lo sé, pequeño moco -le dije molesta, poniendo los ojos en blanco-. Créeme, lo sé. ¡Y estoy empezando a odiar tu molesta voz! Ya está decidido, Daniel. He quedado con Richard y ni siquiera tú, con tu infantil y odiosa presencia vas a impedirlo.
Él frunció el ceño y se cruzó de brazos con una expresión infantil en el rostro. ¡Cómo podía ser tan malcriado! Sus ojos negros brillaban con la furia de no conseguir lo que quería, y los míos a su vez le decían claramente que no iba a cambiar de parecer... por muy pesado que se pusiese.
- ¡Está bien, bruja! -Gruñó él después de una lucha de miradas-. Pero como no estés aquí a la...
-Sí, sí -dije con cansancio y los ojos en blanco. Puse mi voz más grave y dije-: Como no estés aquí a la hora prevista, no podrás venir conmigo esta noche.
Él puso los ojos en blanco con una sonrisa tensa.
-Idiota.
-Malcriado.
-Bruja.
Bufé y sonreí de manera cruel.
-Créeme, aunque fuese una bruja y estuvieses gordo, jamás me atrevería a comerte... ¡No quiero que me dé una indigestión!
Él apretó los labios en una fina línea para no reír, pero no lo consiguió. Una enorme sonrisa apareció en mis labios al instante. Caminé hacia la puerta donde él estaba apoyado y me alcé levemente para besarle la mejilla.
-Voy a quedar con él después de un duro día de trabajo, Dan -le comenté con paciencia-. Creo que después de estos dos infernales días bajo el duro mandato del Sr. Hunter-Padre, me merezco un pequeño descanso, ¿no crees?
- ¿Y tiene que ser con él? -gimoteó cual niño pequeño y yo sonreí.
- ¿Con quién sino?
-Pues... conmigo, o con Aiden... ¡O con Poo! No sé por qué tienes un perro si lo único que haces con él es comentarle tu aburrida vida mientras cenas...-él hizo como si se estremeciera-. Por cierto, es espeluznante. No lo hagas.
Aiden.
Tragué saliva cuando su nombre se quedó atascado en mi cabeza. Lo repetía una y otra vez, con casi obsesión. Hacía dos días que había salido como alma que lleva el diablo de su despacho, después de haberle... Besado. Me mordí los labios con nerviosismo y agaché la cabeza mientras oía de fondo la profunda voz de mi hermano reprochándome algo que no lograba entender.
Lo único en lo que podía pensar era en su autoritaria boca sobre la mía, moviéndose con ansia mientras su mano se clavaba en mis caderas. Todavía sentía el picor en las manos al apretar la tela de su camisa... Me sonrojé profundamente y agité levemente la cabeza.
Me había pasado los últimos dos días esquivándole, intentando no verle mientras que en el fondo, era lo que deseaba. ¿Por qué tenía que traicionarme de esta manera mi cuerpo? Incluso cuando lo veía de lejos, los labios empezaban a picarme levemente, como si ellos supieran que los suyos habían estado allí... bailando juntos.
- ¿Me estás escuchando, maleducada? -Dijo de pronto mi hermano, golpeándome la frente con el dedo. Hice un ruido de molestia y le golpeé el brazo como un acto reflejo. ¿Pero qué se creía? ¡Seguro que ahora iría por la calle con una enorme marca roja en la frente!
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CONTRA LAS CUERDAS. [Sin editar]
RomanceCuando Sandra llegó al piso de su aborrecible pero a la vez querido hermano, jamás pensó que lo que descubriría allí cambiaría tanto su vida, como lo hizo. Ella llegó allí con la intención de encontrar un trabajo, un piso y por qué no, un novio. Sin...