Al día siguiente me levanté del horrible sofá con un horroroso dolor de espalda. Gimiendo, me di cuenta de que se oía la voz de mi hermano proveniente de la cocina.
Caminando de puntillas -sí, iba a cotillear-, me acerqué a la puerta y pegué claramente la oreja. La conversación al parecer era por teléfono, pues no podía oír la respuesta de su novio.
-Sí, Aiden...-Daniel suspiró-. Sí, estaré allí a la hora prevista... A las doce, como siempre. No, no le voy a contar nada mi hermana -al oír eso me sentí horriblemente traicionada. ¿No confiaba lo suficiente en mí como para hablarme de su relación?-. Sí, allí estaré. Adiós.
Minutos después, cuando por fin pude recomponerme de la horrible traición fraternal que acababa de sufrir, abrí la puerta y entré muy digna en la cocina -a pesar de que llevaba unos pelos horribles, unas ojeras grandes como cráteres lunares y un chándal viejo que usaba como pijama-, y me senté en la mesa no sin antes robarle la taza de café que tenía entre sus manos.
-Sandra -dijo él con un tono sorprendido y... nervioso. Yo le sonreí de manera falsa y le saqué el dedo-. ¿Qué te pasa?
¡Que tengo el peor hermano del mundo, demonio pelirrojo!
Obvié mis auténticos pensamientos y decidí irme por las ramas.
-Anoche no me despertaste del sofá cuando volviste -cuando volviste con tu novio, pensé con inquina-, y me he despertado con la espalda como si fuera un circuito del scalextric...-de pronto me fijé mejor en su rostro y fruncí el ceño. Me levanté hasta ponerme a centímetros de su cara y alzando un dedo, lo clavé en su mejilla haciendo que se quejara-. ¿Te han pegado?
Él me miró con los ojos abiertos como platos y negó rápidamente con la cabeza. Yo le miré de manera suspicaz y me crucé de brazos con una clara expresión de: vete con el cuento a otra, que no soy tonta.
-Bueno, anoche me metí en una pelea... por una chica -me contuve para no poner los ojos en blanco. ¿El mandril estaba intentando mentirme... de nuevo? Sin embargo, mi expresión no cambió y él siguió soltando su sarta de mentiras-. Y pues me llevé una buena hostia, aunque el otro quedó peor.
Yo asentí levemente con la cabeza mientras le insultaba una y mil veces mentalmente. ¡Seguía mintiéndome, el gilipollas! Sin embargo, hoy le pillaría con las manos en la masa como que me llamaba Sandra López.
Salí de la cocina después de un tenso silencio y un rico -y robado- desayuno. Me paseé por todo el piso durante media hora mientras ideaba mi maravilloso y perverso plan.
- ¿En qué estás pensando? -me preguntó de pronto Daniel saliendo de la nada y sentándose en el sofá de enfrente-. Siempre que piensas en algo maléfico te quedas mirando hacia la nada con una sonrisa tétrica en los labios -luego señaló hacia Poo, que estaba en mi regazo-. Y el añadido de estar acariciando al perro como una bruja aumenta el miedito que das normalmente.
Yo puse los ojos en blanco y miré a mi pequeño peluche que había sido un regalo de graduación. Era negro con manchas blancas... o blanco con manchas negras, aunque no importaba. Era pequeño y regordete, adorable como el que más y más fiel que cualquier novio.
-Ah, Poo...-miré los grandes ojos negros de mi peluche y sonreí-. Ojalá fueras tú mi hermano, sería tan feliz...-Daniel me tiró un cojín que impactó en mi cara. Se empezó a reír segundos después cuando le atravesé con la mirada y le saqué el dedo-. Te odio maldito engendro del mal.
-No te confundas, es amor lo que sientes -me respondió él con una sonrisa mientras yo me levantaba y caminaba hacia mi habitación-. ¡Y deberías ser más amable conmigo, bruja, recuerda que vives en mi casa!
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CONTRA LAS CUERDAS. [Sin editar]
RomanceCuando Sandra llegó al piso de su aborrecible pero a la vez querido hermano, jamás pensó que lo que descubriría allí cambiaría tanto su vida, como lo hizo. Ella llegó allí con la intención de encontrar un trabajo, un piso y por qué no, un novio. Sin...