Soy la persona con más mala suerte de la historia. Después de escribir el capítulo por entero en el ordenador, lo guardo y al subirlo con el móvil resulta que no estaba entero, y he perdido la mitad de lo que me he pasado horas escribiendo. (ù.ú) estoy indignada con la vida, pero bueno... Lo lamento, y espero que os guste este cap., aunque no haya quedado igual que el anterior... AH, y como regalo (espero que os parezca un buen regalo, porque para mí lo es...) ¡Una foto de Aiden! jejejeje.
Me desperté ojerosa y con un dolor horrible de cabeza. Ayer habíamos vuelto a las cinco de la mañana, tras las últimas dos peleas de Dan... El muy idiota había perdido la última, y como premio se había llevado un ojo morado y la mejilla inflamada.
¿Cómo había sido capaz, el muy inútil, de no ver el enorme puño que viajaba hasta su cara? ¡Incluso yo, que me había escabullido para volver a las gradas, había sido capaz de verlo! Idiota, cegato. ¡Le iba a regalar unas gafas para navidad!
O... quizá un casco, para que no recibiera más golpes... Aunque no sabía como iba a pagarlo si no tenía dinero; necesitaba un trabajo.
Trabajo... ¡Trabajo! ¡Hoy tenía una entrevista a las...! Grité cuando miré la hora del teléfono y me levanté de un salto de la desordenada cama.
Tenía media hora para ducharme, vestirme, alimentar a Poo y correr hacia el maldito centro de la ciudad... Bah, podría hacerlo.
Al final, llegué a la cocina con la ropa pegada al cuerpo mojado, el pelo chorreándome agua como una cascada, los zapatos puestos al revés y con Poo dando vueltas entre mis piernas. Suspiré y miré a mi apaleado hermano, que estaba sentado en la mesa tomándose un café. Tenía el ojo casi cerrado por culpa de la hinchazón, y pensar que dentro de dos noches tendría que volver a pelear me revolvía el estómago.
-¿A dónde vas con tanta prisa, Sandra? -Me preguntaba él mientras me veía correr por la cocina, llenándole el platito de la comida a Poo. Cuando lo dejé en el suelo, mi pequeña bolita de pelo se lanzó a comer... Sonreí.
Me senté a la mesa para ponerme bien los zapatos -que me estaban matando de dolor-, y cogí tres galletas que me metí a la boca de una vez. Dan me miró horrorizado cuando empecé a toser y le quité el vaso de café de las manos, bebiendomelo de un trago.
-Eres terrorífica -susurró Dan mientras me levantaba de la mesa y corría a por mi teléfono. Yo le gruñí insultos mientras intentaba respirar. ¡Ah, no estaba preparada para hacer tanto deporte... y menos con este cansancio! Bueno, realmente nunca.
Amaba mi vida de gorda sedentaria, ¿de acuerdo?
-¡Me voy, insulto a la vida! -me despedí de mi hermano de forma cariñosa mientras me daba cuenta de que me quedaban menos de cinco minutos para llegar puntual; algo que no iba a suceder. Cogí las llaves y me despedí de Poo lanzándole un beso, ya que había venido hasta la puerta a mirarme curioso.
Bajé las escaleras de cuatro en cuatro, saltando como jamás lo había hecho. En cuanto llegué a la calle, cogí una gran bocanada de aire y agradecí el haberme puesto estos vaqueros tan cómodos. ¡Aunque iba a llegar toda sudada!
Eso si llegaba a tiempo.
Maldije y empecé a correr como una loca, apartando a la gente que de muy mala manera se interponía entre mi nuevo y fabuloso trabajo y yo. ¡Incluso una mujer se había atrevido a llamarme delincuente por el simple hecho de ir corriendo por la calle!
Diez minutos después, miré con casi amor el enorme edificio que tenía delante de mí. ¡Había llegado, al fin! Con una sonrisa victoriosa, el pelo enredado y las mejillas coloradas por la enorme carrera, traspasé las puertas de cristal... Y al instante me deprimí.
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CONTRA LAS CUERDAS. [Sin editar]
RomanceCuando Sandra llegó al piso de su aborrecible pero a la vez querido hermano, jamás pensó que lo que descubriría allí cambiaría tanto su vida, como lo hizo. Ella llegó allí con la intención de encontrar un trabajo, un piso y por qué no, un novio. Sin...