Habían pasado varias horas desde que habíamos decidido quedarnos a comer, y ahora estábamos sentados en el sofá, hablando. Bueno, realmente las únicas que hablábamos eramos Anne y yo; Jayne y Aiden estaban sumidos en una especie de trance... y no parecía realmente agradable.
Jayne tenía una expresión triste, incluso más que normalmente. Las pocas veces que la había visto sonreír de verdad había sido cuando sus dos hijos acababan riéndose a carcajadas.
Su hijo tenía la misma expresión perdida, y eso me dolía. No sabía que era lo que le ocurría a aquel boxeador, pero desde luego no era nada bueno. Sus profundos ojos azules brillaban con dolor, recordando algo que yo no conocía, pero que deseaba conocer. ¿Cómo podía sentir esta presión en el pecho con sólo ver el sufrimiento en él? ¿Qué habría en su pasado que pudiera dejarlo así, tan triste?
Ni siquiera cuando sonrió, su expresión de tristeza cambió. ¿Por qué? Deseaba preguntárselo, pero no podía hacerlo delante de su hermana y su madre.
Miré a Jayne, que estaba mirando a su hijo con el mismo dolor que su hijo mostraba. Ella sabía qué era lo que rondaba por la cabeza de su hijo, y casi me sentí excluida, perdida.
O al menos, así me sentí hasta que Aiden apretó mi mano y tiró de mí hacia él, haciendo que me sentara a su lado. Anne hizo un puchero y miró mosqueada a su hermano.
-¡Que estaba jugando conmigo! -se quejó ella, cruzándose de brazos.
-Anne, ¿por qué no vas a jugar afuera mientras hablamos, cariño? -interrumpió de pronto Jayne. Anne quiso quejarse, pero su madre prosiguió con más ímpetu-: Por favor.
Anne frunció el ceño, adquiriendo una imagen realmente parecida a su hermano. Ella se levantó y salió corriendo escaleras arriba, desapareciendo de nuestra vista.
Al momento sentí los nervios recorriéndome. Miré a Aiden con una pregunta grabada en los ojos. ¿Por qué nos quedábamos solos?
-Creo que lo mejor será que os deje solos -dijo de pronto Jayne, levantándose del sofá sin mirarme. Sus ojos estaban clavados en los de Aiden.
Él no dijo nada mientras su madre desaparecía tras la puerta de la cocina. La tensión que sentía en el pecho aumentó cuando Aiden suspiró de manera pesarosa.
-¿Qué...? -empecé a preguntar sobre lo que le ocurría, pero él me interrumpió.
-¿Recuerdas aquella noche? -dijo él, apoyándose en el respaldo del sofá-. Cuando mi padre...
-Lo recuerdo, sí -le interrumpí nerviosa. ¿Por qué quería hablar de eso?-. No podría olvidarlo nunca.
Mi voz sonó amarga, y él cerró los ojos momentáneamente.
-¿Qué pensaste de mi padre en aquel momento, cuando viste caer a tu padre al suelo?
Sentí dolor en el pecho ante la dura pregunta. ¿Por qué me hacía estas preguntas ahora? ¿Por qué quería hablar sobre ese tipo de cosas?
-Responde, Sandra.
Yo inspiré con fuerza y susurré:
-Cuando vi caer mi padre al suelo muerto, la única palabra que pude darle a Mikhail fue asesino -él cerró momentáneamente los ojos, como si le dolieran mis palabras-. Pero sé que tú no eres como...
-¿Y qué pasa si lo soy, Sandra? -me espetó de manera fría, apartando su mano de la mía-. Sabes que tuve que matar a alguien, ¿qué te hace pensar que no fue por dinero?
-Me dijiste que tenías una razón, una importante razón -mi respuesta era firme, pero no mi voz. Las lágrimas se estaban empezando a acumular en mis ojos, y mi voz flaqueaba-. Y yo sé que tú...
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CONTRA LAS CUERDAS. [Sin editar]
RomanceCuando Sandra llegó al piso de su aborrecible pero a la vez querido hermano, jamás pensó que lo que descubriría allí cambiaría tanto su vida, como lo hizo. Ella llegó allí con la intención de encontrar un trabajo, un piso y por qué no, un novio. Sin...