Capitulo 8

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Nicholas

Me dejo caer en mi silla. Eso fue mejor de lo que pensé. En realidad no veía la posibilidad de que aceptara tan fácil y yo como estupido me quedé viendola haciendo que casi se arrepienta. Aunque logré mi objetivo, voy a salir con ella hoy.

Como amigos

Yo solo quiero que seamos amigos, porque como ella dijo mis amistades se van por la borda una vez que nos acostamos. Solo he tenido 3 amigas, 2 de ellas fueron amigas con beneficios y la última fue la chica de la universidad que le conté a Zenda.

Y para celebrar en grande ¡Ya se su nombre!

Estoy girando mis ojos en este momento, para que te enteres

Suena un ruido, al ser mi puerta abierta, haciendo que interrumpa mi pelea mental. Alzo mi cabeza pensando tal vez que Zenda volvió porque se olvidó algo. Pero me llevo una desagradable sorpresa al ver quien entra.

–Amorcito, hace tiempo que no me llamas– esa es Silvy

Otra perra, ruedo los ojos en tu mente

–¿Qué haces aquí? ¿Y cómo te dejaron entrar?– pregunto ya estresado por su presencia.

–Bueno– se inclina insinuantemente hacía delante, pero no me causa nada– tu madre me ayudó... tú madre no está aquí– responde la pregunta formulada en mi mente– quería darnos privacidad.

–Vete de una vez Silvy– tiro mi cabeza hacia atrás– no te quiero aquí.

Para que entren en contexto, Silvy Reinaldi es una de las muchas chicas con las que mi madre me quiere emparentar, sin embargo ella es su favorita por eso siempre la ayuda a llegar a mi aún cuando ya la rechace por lo menos 4 veces.

¡Esta chica no se rinde!

Estás en lo cierto, Silvy no se ha rendido ni cuando le dije frente a frente que no me interesa. Ella no me interesa por 3 simples razones:

Uno: No me atrae nada físicamente, tiene más plástico que una muñeca barbie y esas no son mi tipo.

Tu tipo son las castañas con ojos marrones

Dos: Su forma de ser es horrible, se cree más que todos y no le interesa ser amable con nadie que no esté por arriba de su nivel social.

Tres: Quiere apoderarse de todo mi dinero, Silvy es la típica chica mimada por lo que si se casa conmigo va a querer que yo le cumpla todos los caprichos y eso nunca va a suceder.

Por lo menos no con ella

–Nicholasito, bebé, amor, por favor vamos a almorzar– dice con voz chillona– sabes que no siempre vas a poder...

La puerta se abre nuevamente y ambos nos giramos hacia ya.

¡Nuestra salvadora!

Zenda está en la puerta, viendo todo con sospecha y dice algo que no esperaba:

–Hola, ¿ya vamos a almorzar?– pregunta y yo la veo como si le hubiera salido un tercer ojo, pero aun asi le sigo el juego

–Si claro ya vamos– me paro y voy hacia ella– Silvy como vez me tengo que ir, así que te pido amablemente que salgas de mi oficina.

–Yo ya lo invité– Silvy fulmina a Zenda con su mirada

–Bueno hemos quedado en esto desde la mañana– reclama Zenda, y a decir verdad sigo un poco aturdido– Tal vez en otra ocasión

Silvy se va diciendo maldiciones y palabras incoherentes hasta tirar la puerta a la hora de salir.

–¿Qué fue eso?– recargo mi costado en el escritorio.

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