Encontrados

Capitulo 52

Nicholas

El corazón de Zenda volvió a latir a las 8:53 pm

Empecé a respirar de nuevo al escuchar que el ritmo cardíaco de mi castaña era estable. Las enfermeras que antes me sostenían también me habían soltado por lo que no lo pensé mucho y me escapé a algún lugar oscuro del hospital.

Encontré un pasillo solitario, solamente había una camilla sin usar y nadie a los alrededores, la luz era tenue por lo cual me metí ahí.

Me senté encima de la camilla y liberé todo, comencé a llorar como hace mucho no hacia, tape mi cara con ambas de mis manos, continúe llorando para liberar todas mis emociones, tristeza, dolor, pena, incertidumbre, angustia y una gran cantidad de alivio, porque por mucho que parezca raro que el alivio, la paz, se mezcle con emociones "malas" lo único que pude sentir cuando escuché los rítmicos latidos en esa habitación, fue una inmensa calma en mí ser.

Mi llanto no paraba y no hacía nada por intentar detenerlo. Necesitaba esto, necesitaba liberarme, tener un minuto para mi y pensar en todo lo que he vivido, antes y después de ella.

Mi vida era monótona, vacía, superficial antes de Zenda, no lo había pensado a fondo, sin embargo ahora que lo hago puedo darme cuenta que esa chica desconocida, sin nombre y despistada que choco conmigo en la calle. Aquél día hizo que mi mundo diera un giro de 180 grados, literalmente, no sé cómo sería mi vida ahora si es que no hubiera estado en ese lugar y a esa hora exacta.

Encontrados en aquella calle, aquel día, el comienzo de nuestra felicidad.

Me pregunto si fue el destino o la suerte, de hecho eso es lo de menos, no me importaría si hubieran estado jugando al ajedrez conmigo o utilizandome a su favor, porque conocer a mi mujer valió cualquier treta.

Mi llanto se detiene luego de unos minutos. Siento que tengo un peso menos encima, creo que he evolucionado, que mi yo de antes se está transformando en una persona diferente y mejor. Me he convertido en alguien que daría la vida por las personas que quiere y que, a diferencia de antes, no se lo pensaría dos veces.

Como le dije a Zenda, estoy yendo a terapia, me pareció necesario superar etapas de mi vida que pensé había superado pero que en realidad no había hecho. Vanessa no es mi único trauma, por mucho que esa haya sido la razón principal por la que regresé a ver a un psicólogo. Mis problemas vienen de mi familia, específicamente de mis padres; de mi padre y mi madre por su falta de atención a mi persona, ese fue el comienzo de mis inseguridades y recién ahora lo acepto, sabiendo que, aunque mi ex atribuyó a crecer el problema, no fueron sus actos las que me hacen difícil vocalizar mi «Te amo», fueron las acciones que mis padres las que lo lograron.

O eso era lo que pensaba, porque ahora estoy casi seguro que puedo proclamar mí amor por mí despistada. Aunque lo haré cuando ella se despierte y esté totalmente consciente al escucharme decir esas dos palabras y declarar que se siente de igual forma que yo, porque por mucho que ella ya me haya repetido que me ama varias veces, me encanta oirla profesar sus sentimientos hacia mi.

Limpio las lágrimas que aún se deslizaban por mis mejillas, me levanto de la camilla y acelero mis pasos a la habitación en donde se encuentra mi chica. Al llegar encuentro a Ell Rodrigo y Liam, lo que me extraña porque hace un segundo Marco también estaba aquí,  acompañando a Zenda.

–¿Marco?–  no es que me importe mucho su falta pero es importante para mi mujer por lo cual pregunto

–Fue a trabajar, no puede faltar– justifica Liam, hago un movimiento de cabeza para que se comprenda que entendí

Me siento en la silla que está al costado de la cama donde se encuentra mi castaña, junto nuestras manos, entrelazo nuestros dedos y dejo un beso en el dorso de esta. Me quedo en silencio, escuchando a los demás hablar y crear varias soluciones para salvar a Zenda, aunque todos sabemos la única viable, que alguien done su corazón.