Capitulo 35

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Zenda

Debo admitir que nunca esperé completamente el desarrollo de la historia, si bien suponía que Vanessa había sido una persona importante en la vida de Nicholas y que también lo dañó con sus actos, nunca me imagine que su existencia le haya causado tanto daño a mi novio, como para que tenga que asistir a un psicólogo.

–¿Y por qué te dejaste tocar por Emma?

No quiero ser insensible, no quiero dañarlo tampoco, sin embargo cuando vi la mano de Emma casi en la entrepierna de Nic y que él no la detenía, solo pude experimentar un horrible dolor en el pecho, peor que cualquier cosa.

–Fue un error– sigo sentada en su regazo– ya le aclaré todo a Emma

–¿Por qué?– insisto

–Solo tendremos una relación profesional– esquiva la pregunta

–¿Por qué. No. La. Detuviste?– me quiero separar, sin embargo él no lo permite al posar sus manos en mis caderas

–No te alejes– espero unos segundos y no habla por lo que intento quitarme de encima, de nuevo– fue un juego, nada más

–¿Un juego?– escupo

–Antes– aclara– ella y yo nos tentabamos para divertirnos en reuniones aburridas, nada más– veo en sus ojos algo que no logro descifrar

–¿Reuniones aburridas?– el acosador se encoge de hombros y ahí sí me coloco de pie– no sé por qué actúas como patán pero si el almuerzo que estábamos teniendo era aburrido, no te hubieras ofrecido a acompañarme desde un principio– con eso me doy la vuelta para irme y dejarlo con su amargado y horrible humor solo

–Almorzar contigo jamás sería aburrido– me detengo al escuchar su voz– nada que haga contigo sería aburrido, nunca– aún me mantengo de espaldas a él, con dirección a la puerta– lo siento

–Sigues diciendo «Lo siento»– volteo– pero no respondes una simple pregunta ¿Por qué?– cierro mis manos en puños, no responde y me rindo– Bien– alzo mis manos en señal de derrota– cierra la puerta al salir– decidida me doy la vuelta para irme de una vez, porque ya fue suficientemente malo todo lo que pasó en la comida para que tenga que lidiar con la confusa actitud de mi novio

Cuando ya estoy a punto de dejar la sal, su voz nuevamente me detiene– o más bien su grito–:

–¡Me equivoqué!– volteo de inmediato al escucharlo, aún manteniendome en el marco de la puerta– disculpa– se pasa una mano por el cabello– no debí gritarte— se pone de pie y viene a mi dirección– me equivoqué– repite– me equivoqué– otra vez– me equivoqué– agacha la cabeza y evita mi mirada cuando llega a mi frente– no debí dejar que me tocara, fue un error mío– mueve la cabeza– eres mi novia y tengo que respetarte– muerde su labio– no lo hice y eso me jode– admite

–¿Por qué no me dijiste antes?– inquiero con voz suave

Hago que levante su mirada para que se conecte con la mía.

–No quise que me hagas rogar por tú perdón– acepta en un susurro y ahora si puedo distinguir cierto temor y vergüenza en su mirar– me prometí a mí mismo no comportarme con nadie como lo hice con Van...

–Mirame– digo cuando de nuevo esquiva mi mirada– yo nunca seré igual a Vanessa– pongo mis manos en sus mejillas– en mi vida te manipularía– cierra los ojos ante mi caricia– me importas y no tienes que tener temor de expresarte conmigo, no te voy a criticar ni me voy a reir de ti si admites un error, tampoco me aprovecharé de tu culpa– le doy un casto beso en los labios– debe haber comunicación en esta relación– sonríe un poco– no necesitaba saber tú historia para no hacerte daño y ahora que lo sé menos lo haré– abre los ojos y puedo ver miles de emociones cruzar por ellos

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