Capitulo 23

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Zenda

11 años antes

–Tienen que seguir– lloro en su regazo

–Eso va a ser imposible– responde mi padre igual de afectado que yo pero no demostrandolo

Mi mamá le da una sonrisa triste pero que igual tiene esa luminosidad de siempre.

–¡No te vayas, por favor mami!– alzo mi voz

Dirige su mirada a mi y tambien me sonríe pero sin una pizca de tristeza

–No debes preocuparte– niega– yo siempre estaré aquí– agarra mi mano y lo coloca en mi
pecho, arriba de mi corazón

Sigo llorando encima de su regazo

Mi madre cierra los ojos y esa es la señal para irnos, se ha quedado dormida y aunque quisiera quedarme más tiempo los doctores nos obligan a abandonar el cuarto de hospital para que pueda descansar.

Mi padre me toma de la mano indicando que debo bajar del regazo de mi mamá para irme con él. Lloro pero le hago caso porque sé que ella debe descansar para obtener fuerzas y mañana recibirnos también.

–Vamos Ze– asiento– dale un beso antes

Le doy un beso en su mejilla y otro en su frente antes de que nos marchemos

Tengo 12 años y mi mamá está en el hospital  por mi culpa. Ella ha repetido infinidad de veces que no lo es pero sé que sí. Está postrada en una cama por mi nacimiento, porque al momento en que salí de ella un virus entró en su sistema.

En realidad no se si esa es exactamente la enfermedad pero con mis cortos años eso fue lo que entendí en las citas médicas a las que me dejaron ir. Mi padre nunca quiso involucrarme mucho porque decía que no era lo que debía vivir para tener una infancia feliz.

¿Cómo voy a tener una infancia feliz con mi madre en el hospital?

Mi mamá me dijo que antes papá era más feliz, tenía una sonrisa siempre, era más flexible en sus decisiones, era serio con los demás pero un amor con nosotras. También dijo que él había cometido errores pero no me dijo cuales, no los descubrí hasta unos meses después.

Siempre me echo la culpa por haberla puesto en esta posición. Ella dice que fue lo mejor que pudo haber hecho en su vida, que no le importaba morir si eso ayudaba a crear una  nueva vida, mi vida.

Pero aunque mi padre no diga que fue mi culpa sé que al paso de los años su mirada ha cogido más rencor cada que ponemos un pie en la habitación de mamá. Tengo 12 pero no soy estúpida, se lo solo que se siente mi papá cada que se echa en la cama que compartió por 6 años con mi madre, sin embargo yo no puedo hacer nada para aminorar su dolor. Más bien creo que lo agrando más.

Desde esa última visita al hospital nos impidieron seguir visitandola. Los doctores decían que estaba atravesando una etapa complicada y que nosotros no querriamos verla en ese estado.

Llore todas las noches, durante 6 días. Mi cumpleaños se acercaba pero nunca lo celebrabamos porque ese fue el primer día en el que mi madre entró al hospital. Nadie mencionaba que era un día especial y aunque siempre observaba que mis compañeros de colegio celebraban su día en grande yo me acostumbre a que nadie le tome importancia. De igual forma yo tampoco me sentía feliz ese día.

Era 14 de septiembre, el día que mi madre falleció, 2 días antes de mi nacimiento. Mi padre decidió enterrarla recién el 16 de septiembre, el mismo día de mi cumpleaños. Según sus palabras «Debe ser enterrada el mismo día que Dios envió su muerte».

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