Epílogo

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Londres, 2001.


Querida Naza:


Escribo esta carta apresurada y con una sonrisa temblorosa en mi cara. No me he podido asolear desde que dejé Dunross el año pasado y cuando me llamaron a la corte para firmar ese documento —tan pesado como el señor de la corte que me atendió— ya me había arrepentido un poco de aceptar ese dinero. Porque podría estar manchado también, aunque una parte de mí clama por justicia. 

Como sea, voy a ser breve: he decidido no aplazar más mi viaje en compañía de Eco y su pupila de ojos rojos, Serena, con el afán de buscar a los miembros rezagados de Occultus. Te pido, por favor, que no me guardes rencor por romper la promesa que les hice a ustedes. Sé que Charlie se preocupa verdaderamente por mí y que se siente responsable por la desventurada muerte de mi primo. 

Sin importar cuánto me tome adormecer ese sentimiento, no es tristeza lo que siento cuando la niebla de la memoria me envuelve. Tú mejor que nadie sabes que el amor no correspondido duele más que los pecados capitales, que los he padecido todos y cada uno de ellos: fui voraz en cuanto a mi imaginación, creyendo que alguien como Duncan podría ofrecerme algo diferente de lo que le ofreció antes a sus amantes antiguas. Me he jactado de ser una mujer cabal y lógica, pero cuando se trataba de él, me gustaba pensar que sería una criatura diferente a sus ojos. 

Me lastima pensar en sus últimas miradas de súplica. Yo le habría dado esa parte de mí que necesitaba, pero el daño en su cuerpo físico, pese a que se podía arreglar, era el menor de sus problemas. Lo sabes mejor que nadie. Aun así, guardo su recuerdo en mis pesadillas. Afortunadamente, su padre no podrá tocarnos allí. 

Mi viaje, querida amiga, termina en aproximadamente seis meses. Espero que no haya demoras sustanciales; me muero por estar en esos jardines y verte vestida de blanco (o cualquiera que sea el color que hayas elegido) para tu boda. Serás la novia y la condesa más hermosa de todo Europa. 

Dale mis saludos a tu testarudo prometido. Dile que, para mi regreso, espero que haya superado su ruptura con el señor Wallace, que es mi único alivio y al que no liberaré de su promesa de acompañarme. 

Pronto tuya, etcétera. 


Poppy Addie, la mujer más impía del universo. 


Mujeres ImpíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora