Las gotas eran pesadas y golpeaban el parabrisas del taxi. Desde el hospital al que lo había llevado la asistente de la editorial, había escuchado a través de la radio londinense un canturreo irritante respecto a la situación política de la reina Isabel, cuya descendencia era escandalosa y que estaba a la defensiva desde la repentina muerte de Lady D. Dune carraspeó para evadir el dolor de la garganta. Había contraído un catarro muy fuerte que lo mandó a urgencias, donde su médico acudió desde el lugar en Escocia donde había estado para la navidad.
Allí, en medio de un catastrófico lapsus de dolor, Dune recibió la terrible noticia sobre la muerte del doctor Kramer. En su habitación de terapia intensiva, levantó el auricular del teléfono local del que estaba provista y escuchó en silencio las explicaciones todavía tiernas de Charlie. Era el único que sabía sobre el cáncer y la sentencia inminente de muerte que le acababan de diagnosticar un par de semanas antes, casi después de que Poppy se marchara de su casa, así, sin dar más explicaciones que una nota en la mesa en la que ponía un nombre.
Nazareth.
Con la convivencia, Duncan se fijó en las cualidades misteriosas de la bruja; estaba rodeada por una especie de manto místico. Su pelo era como el fuego y su rostro parecía el de un ángel. Sin embargo, cuando entraba en sus visiones, no importaba cuán dulce fuera su aspecto... Poppy Adie era aterradoramente poderosa. No sabía por qué, pero en el fondo, era consciente de que había descubierto algo en Winndoost. Y a ese efecto ese debía su huida.
—Pare aquí, por favor —susurró al chofer del taxi.
—Está nevando —replicó el hombre.
La asistente frunció las cejas y se ajustó la bufanda. Dune no quería ser más grosero con ella. Se notaba que era una chica emprendedora con bastante capacidad. Pero no era su tarea hacer sentir bien a las personas a su alrededor. Con Poppy había hecho una excepción, mas en su entorno no tenían lugar los extraños o los agentes novedosos; para sus últimos meses de vida, Duncan Swift tenía planeado escribir una serie de cartas a su padre.
De por qué a él, solo Charlie lo sabía. Luego quería morir en una habitación, solamente rodeado por su familia y amigos cercanos.
Con una mano apretó el manojo de carpetas de piel y las guardó en un maletín que llevaba consigo. Lo cubrió con la chaqueta impermeable y, tras ponerse también el gorro de lana a la cabeza, se bajó del lado contrario del Támesis. Olía a cloaca y era notorio que los olores se incrementarían con la crudeza del invierno.
Si Charlie no hubiera salido del continente, estaría compartiendo una cena caliente con él, no planeando visitar al diablo para empezar a escribir su testamento.
Eco Wallace estaba suspendido en una nubarrada. Su carácter sombrío hizo de la nevada algo más sórdido y confuso. Dune se dio la vuelta y la asistente se detuvo de golpe.
—Regrese al hotel —le espetó. Su tono no daba sitio a ningún reparo.
La chica se envaró con la característica perspicacia que otorga el éxito continuo. Pero aun así Dune le llevaba diez años y una experiencia más aterradora. Creyó que, si la muchacha pudiera ver a los fantasmas en derredor, no caminaría tan segura de sí misma, y que si escuchara sus murmullos, dejaría de mirar a los transeúntes comunes con menos hostilidad de la que solía. Con todo, no era una mala muchacha y eso evitó que Dune se portara al nivel de su estado de ánimo: que era deplorable.
Se sentía marchito y solo, como una lápida abandonada cuyos familiares dejaron de llevar flores. La asistente le entregó un boleto de avión, que él analizó a desgana y se metió dentro del bolsillo interno de su gabardina. En seguida, el viento sopló tan fuerte que el pelo se le removió de la frente y un frío gélido le recorrió la columna. La asistente volvió al taxi. Dune la observó hasta que el chofer emprendió la marcha y el coche se perdió en el puente.

ESTÁS LEYENDO
Mujeres Impías
ParanormalUna visión recurrente, en la que aparece un hombre que le recuerda al esnob y poco accesible Dune Swift, hace que Poppy Adie, una reconocida semióloga escocesa -además de bruja y oscurantista-, se planteé todos y cada uno de sus talentos en el mundo...