— Llevas todo el rato en esa computadora Adam, descansa un poco — dijo Coral mientras en sus manos llevaba dos tazas de café.
— No puedo descansar si no encuentro a Lilly — suspiró.
— Han pasado cuatro años, Adam, que-
— Así pase cuatro, cinco hasta diez años, no descansaré para encontrar a Lilly y su bebé.
Coral suspiró y se sentó a lado de él.
— ¿Por qué tanta obsesión por querer encontrarla?
— Porque no me creo que se haya ido así de la nada, peor en el estado que estaba.
— Pero la madre de Lilly dijo que si era la letra de su hija — suspiró — Ella no descansará hasta que su hija aparezca.
— Ella está sufriendo Coral, por eso quiero encontrarlas.
— Te entiendo...
Adam siguió su mirada hacia su computadora, viendo las cámaras de la ciudad. Desde que Bunny, o más bien, Elians Roberts murió, la ciudad estaba más tranquila, pero eso no quitaba el hecho de que hubiera uno que otra matanza de alguna mafia o de ladrones.
Su puesto en el FBI lo valía mucho, porque podía entrar a las cámaras de la ciudad y pudiera tener una que otra prueba confidencial, y bueno, todos agradecían que un hombre justo estuviera como Coronel del FBI, haciendo que cada criminal fuera directo a la cárcel por sus delitos y pagué por todo lo que ha ocasionado.
A pesar de eso, Adam seguía en la búsqueda de la pelirrubia y de su bebé, que aunque hubiera dejado una carta diciendo lo mucho que amó al psicópata y pidiéndole perdón a su madre, no quitaba el hecho de que no estuviera con los brazos cruzados.
— Por cierto, la madre de Lilly nos invitó hoy a su casa para cenar — dijo la pelirroja tomando el último sorbo de su café.
El castaño miró la hora en el reloj que estaba encima de ellos, reflejando ya las siete de la noche.
— Entonces vamos.
***
— Annie, llama a mamá por favor — dijo el azabache.
— ¡Si!
La pequeña pelirrubia se fue corriendo hacías las escaleras a buscar a sí madre.
— Veo que están súper bien.
— Siempre lo hemos estado señora Hilda...
— Te dije que me llames abuela, Elians.
— Lo siento — le sonrió — Aveces se me olvida.
— No te preocupes — tosió.
— ¿Se encuentra bien, abuelita Hilda? — le preguntó preocupado.
— No es nada hijo, solo que ya estoy muy vieja y estoy sintiendo los estragos de la vejez.
— Pero me preocupa su estado abuelita...
— Solo es un pequeño resfriado...
— Eso no es de un resfriado.
— Soy una pobre vieja yendo hacia le vejez hijo, es normal.
— Le llevaré al hospital abuelita, no debe pasar por eso. Además, usted ha hecho todo por nosotros, por lo menos déjeme hacer esto por favor.
ESTÁS LEYENDO
La debilidad de un psicópata²
HorrorCuatro años pasaron desde la última vez que Lilly vio a su madre y a las dos Agentes. Pero parecía que el infierno no había acabado. Adam seguía en su búsqueda después de haber descubierto muchas cosas y otras personas relacionados con Dolly seguía...