Capítulo 9

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— La chica que viste en la televisión es alguien parecida a tu madre, Annie. Yo también la confundía cuando la conocí hace cuatro años — mintió, porque no sabía que más decirle a la pequeña.

— Pero decía su nombre — puchereó.

— Talves escuchaste mal pequeña.

Un tanto no convencida solo asintió.

— ¿Y de mi tito?

La señora Hilda no sabía que decirle y tampoco entendía como la pequeña conocía ese nombre cuando se supone que sus padres nunca debían hablar del pasado con la niña, no por el momento.

— Annie, ¿de dónde conoces ese nombre? — le preguntó.

— Un día mi mami y mi tito estaban hablando en la sala, no quería interrumpir su conversación así que me quedé en el escalón de las escaleras y espere a que ellos terminarán de hablar. En un momento, mi mami pronunció esa palabra y le decía a mi tito, supuse que le decía a él.

La señora Hilda no entendía esa parte de que aparecía Bunny en vez de su padre, pero algo que no le importaba porque solo le importaba el bienestar de esa pequeña familia por el momento, así que no indagó mucho en el tema.

Ahora que le digo.

Piensa Hilda, piensa.

Este, verás es un sobrenombre que tus papitos le han puesto a tú tito para diferenciar. De seguro tus padres te han dicho cuando sale tú tito y cuando no, aunque yo no entiendo mucho de ese tema.

— Pero, ¿por qué ese nombre salía en la televisión?

— No se trata de tu tito pequeña, es solo una coincidencia — sonrió nerviosamente.

— Uhm, entiendo abuelita.

Ella suspiró de alivio porque la pequeña había entendido una parte de lo que acabo de decir. Estaba mal mentirle a la pequeña sobre la situación de sus padres y todo lo que había pasado anteriormente, pero algo que no le correspondía decirle sino mismo sus padres.

Se culpaba por dejar a la niña que tuviera el control para prender la televisión sin una vigilancia de un adulto. Ese descuido le trajo como consecuencia que la niña se cuestionara lo que había pasado por la televisión.

Miró de reojo a la pequeña y ésta estaba jugando con sus manitos cabizbaja.

— Annie — la llamó y ella rápidamente alzó su mirada — Ayudame hacer los pastelillos.

Ella sonrió en grande y sus ojitos brillaron, asintiendo rápidamente.

***

Adam estaba en la silla que se encontraba en la isla de la cocina, pensando todo lo que algunas horas atrás la pelirroja le había dicho. Estaba confundido y su mente solo pronunciaba esas palabras como si fuera una repetición de videos y videos en su cabeza.

Mirando sin ningún punto fijo de la cocina y moviendo su mano con la cuchara en ésta sin apetito del desayuno. Nisiquiera se había dado cuenta que la pelirroja ya se levantaba del sofá y se dirigía a pasos lentos hacia él.

Al llegar, Coral restregó un poco sus ojos para poder acostumbrarse a la luz y sentía un poco de dolor en su cuerpo, por lo que hizo un pequeño chillido. Pensó que el castaño le había escuchado, pero no fue así.

Confundida, lo llamó ya estando en el pilar de la isla, casi a unos centímetros de él.

— ¿Adam?

La debilidad de un psicópata²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora