Capítulo 32

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— T-tú

Bianca estaba pálida al ver a la persona que estaba al frente suyo, mirándola fijamente y sin ninguna intención de seguir avanzando sus pasos hacia ella.

—¿D-dónde está mi hija? —preguntó temerosa.

— Ella está en mi departamento, descansando con Annie. Vine hablar con usted.

— Como sé que no me harás nada.

— Yo no haría algo que pudiera causarle dolor a mi Lilly y tampoco ver una lágrima caer por su mejilla si su madre es puesta en peligro. Suficiente tuvo con Lucy hace cuatro años — musitó.

La mención de la castaña hizo sentir un poco de enojo porque nunca supo quien la había matado de esa forma y lo último que dijo le hizo dar entender que él haya sido, pero era algo que el azabache se dio cuenta al cambio de semblante de la mamá de Lilly.

— Si piensa que yo mate a Lucy hace cuatro años, está muy equivocada. Ya le dije que no haré algo que Lilly pueda odiarme y eso nunca pasará.

— Entonces si no fuiste tú, ¿quién fue?

— Fue Dolly.

Bianca suspiró y desvío su mirada hacia otro lugar.

— ¿A qué viniste? — le preguntó — Estoy arriesgando mi vida por la de mi hija y mi nieta, las cuales no tienen la culpa de relacionarse con una persona que lamentablemente su vida está condenada.

— Lo sé, no tiene que recordármelo señora White. Quería decirle que me perdonará por lo que hice hace cuatro años. Se que no hay justificación de mis acciones, pero ya sabe cómo surgió todo esto, aunque no la culpó de haber tenido como esposo a una persona que no sabía su verdadera personalidad.

— No me hables de ese señor, me da asco cada vez que lo recuerdo — hizo un mohín — Es un poco incómodo para mí esta situación y más si estás aquí. No sé si pueda perdonarte, no del todo, mi hija sufrió mucho más después que todos dijeron que estabas muerto, lograste que ella perdiera su brillo por completo, tanto que no podía reconocer a mi hija en esa habitación del hospital, nisiquiera me quiero imaginar los días que estuvo secuestrada. Fue un desastre en ese tiempo.

— Al principio me tuvo miedo, no le puedo negar, pero pasando los días ese miedo se esfumó. Talves no me crea, pero nunca intenté tocarla sin su consentimiento. No se qué pasaba conmigo, mis manos solo servían para matar y matar a cualquier persona que se me pasaba por en frente, mi cabeza solo estaba con una persona que no era yo, y sentimientos yo no tenía porque ese hombre me los arrebató cuando era un niño. Sin embargo, todo eso cambió, mis sentimientos estaban llevando otro rumbo que yo no los comprendía; tarde me di cuenta que yo me estaba enamorando, mi debilidad era ella y no me daba cuenta de eso. Y si, debido a eso, ella sufrió mucho porque se enamoró de una persona que estaba condenado y que tardó mucho para darse cuenta que sus sentimientos hacia ella era más fuerte que temía perderla y que ella se fuera de su lado.

Bianca escuchaba cada palabra del azabache, dándose cuenta de que estaba hablando con sinceridad. Ella siempre tuvo la razón al decir que un criminal tenía a su debilidad y que era muy difícil que se pudieran separar si la víctima padece de Síndrome de Estocolmo.

— Mi hija te ama mucho, lo pude ver cuando hablaba de ti y de la manera que intentó ocultar la verdad al frente de Adam, ella tenía miedo de perderte de nuevo — suspiró — Y tus palabras me hizo dar cuenta que en verdad la amas, que las cuidaste bien todo este tiempo y que no te importó caer en la boca del lobo nuevamente para traerla hacia su madre.

Elians sentía un nudo en su garganta por las palabras de Bianca. Lilly siempre cuidaba de su familia y que no le importaba burlarse del mismísimo comandante del FBI con tal de que no supieran la verdad.

La debilidad de un psicópata²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora