Capítulo 33

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— ¡Callate maldita perra!

El sujeto comenzó apuñalar a la pobre chica que rogaba que no lo hiciera mientras intentaba alejar el cuchillo con sus manos. Poco a poco iba perdiendo sus fuerzas, dejando que el sujeto acabará con su vida de la manera más inhumana.

Hace algunos minutos, la chica tuvo la mala suerte de ir a un barrio demasiado desolado, donde la poca luz que había era la de tres casas y uno que daba a toda la calle, pero nisiquiera era suficiente para que de luminosidad por donde iba. Tuvo esa sensación de que alguien la había estado siguiendo desde que se adentró al barrio, ocasionando que a cada segundo volteara a ver hacia atrás y sintiera el miedo escalar por todo su cuerpo ante el temor de que algo le fuera a pasar.

Y si.

Tan pronto llegó a una parte donde no había ninguna casa y tampoco había luz, un sujeto la atacó por la parte de atrás. El sujeto tenía una tarea muy simple y era matar a la primera persona que se le pasará por en frente. Lamentablemente la chica fue la víctima y que ahora yacía en el suelo en un gran charco de sangre y con sus ojos abiertos, notando claramente el terror que vivió al ser asesinada cruelmente por el sujeto.

— Upss, eres hermosa no lo niego, pero debía hacerlo. Lamentablemente fuiste la que se apareció en mi camino.

Una apuñalada llegó precisamente en su pecho y luego otra, justamente en la yugular. La sangre que derramaba manchaba la ropa del sujeto, pero como vestía de negro no era muy notorio.

— Ella no me dijo cuántos debía matar — musitó mientras agarraba el galón de gasolina y echar al cuerpo.

Acabó de echarle la gasolina en su cuerpo y tapó el galón. Acto seguido buscó en sus bolsillos el encendedor, pero antes de que pudiera encontrarlo, unas pequeña risas atrás suyo se escuchó.

— Te dije que no tomarás mucho, que debíamos llegar temprano a mi casa. Mamá me va a regañar porque le prometí llegar temprano por lo que está sucediendo.

— Tu que le vienes a creer esas barbaridades. Solo quieren llamar la atención, no es para tanto — bufó.

El sujeto no se movió de su lugar, en cambio, se quedó estático para escuchar a las chicas que venían justamente a su dirección. Al instante ya no escuchó los pasos de las chicas, y estuvo más que seguro que ya se dieron cuenta de su presencia.

— M-mejor vamos por la otra avenida, Sol — dijo nerviosamente la chica.

— ¿Por qué? Ya estamos llegando.

— S-solo hazme caso.

La chica que estaba borracha miró al sujeto parado al frente de ellas y solo se rió, llamando la atención.

— Hey, chico guapo-

Su amiga tironeó su brazo al darse cuenta que ella tenía la intención de irse hacia el sujeto.

— ¿Qué haces? — musitó con miedo, porque desde que vio al sujeto no le dio buena espina.

— Déjame esto a mí ¿de acuerdo?

— No, vámonos por acá.

Al momento que quiso darse la vuelta para irse con su amiga, el sujeto se rió de una manera que la chica le dio tanto miedo que empezó a sentir como su cuerpo  temblaba.

— Que lindas son — su voz era profunda y grave — Mejor juguemos a algo.

— Si, yo quiero jugar.

— C-callate Sol — susurró con miedo.

— Vamos a jugar este juego: Ustedes corren y yo les atrapo ¿de acuerdo?

La debilidad de un psicópata²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora