Capítulo 8

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La luz del día iluminaba la habitación. Los dos cuerpos desnudos yacían en la comodidad de su cama, abrazados uno encima del otro.

La primera en abrir sus ojos fue el azabache, frunciendo el ceño mientras se acostumbraba a la luz del día que sobresalía por aquella ventana blanca de la habitación. Bajó su mirada al sentir un cuerpo esbelto encima de él, sonrió al instante al ver a la pelirrubia aferrada a él como un koala.

Sus recuerdos los llevaron a lo que hicieron ayer, riendo tiernamente a lo sensual que puede llegar a ser la pelirrubia cuando sus cuerpos se entregaban uno al otro, donde ella pasaba ser la chica linda y tierna a una chica que solo él conocía.

— ¿Te estás riendo de mí? — preguntó soñolienta la pelirrubia mientras empezaba acariciar el torso desnudo del azabache.

— No — besó su coronilla — Solo estoy disfrutando el hermoso cuerpo que está encima mío. ¿Quién imaginaria que la tierna y linda Lilly se convierte a una chica atrevida y sensual cuando está conmigo... Auch.

Un golpe en su torso lo hizo quejarse.

— ¡Lilly!

— Callate tonto.

— Despertaste toda agresiva — rió — Auch, Lilly.

— Tu comenzaste, tonto.

— Uhm, le diré a Bunny que salga en vez de ti, hasta le pediré que no te haga salir por el resto de la semana.

El azabache se quejó.

— Lilly eso no se vale, no me puedes tener de abstinencia toda una semana.

— Él aceptaría.

Yo con gusto lo haré.

La voz de Bunny resonó en su cabeza.

— Tú callate.

La pelirrubia pensando que era ella, levantó su mirada de asombro, indignada y enojo a la vez por la manera tan despectiva que le había dicho.

—  ¿Me dijiste que me callará, Elians?

— No, no amor, le decía a Bunny.

— ¡Qué!

La pelirrubia se levantó rápidamente con la sábana envuelto en su cuerpo y dejando todo anonado el azabache desnudo y sin nada que se cubriera.

— ¡Lilly!

— Son unos par de tontos e idiotas. Bunny está despierto, ay no que verguenza — avergonzada entró al baño.

¡Pero, yo no vi nada!

— Cierto, ¡Bunny! Joder.

Ya te dije hombre, yo no vi nada.

¿Por qué se te ocurre salir ahora y en esta situación?

He estado dormido mucho tiempo, tanto que me aburrí, y pues escuché mi nombre.

— Y tú todo obediente.

Malditos humanos.

— ¡Tú también eras un humano!

Era, bien dijiste. Ahora soy una alma vieja, idiota.

El azabache bufó.

— Duérmete, ¿de acuerdo?

No lo haré. Ya he dormido demasiado tiempo.

Carajos — siseó — ¿No escuchaste nada verdad? — le preguntó.

La debilidad de un psicópata²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora