Especial 10k

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— ¿A dónde iremos? — preguntó la pelirrubia.

— Nos vamos a otro país a comenzar una nueva vida, amor — respondió el azabache, abrazándola de un lado y acariciando la melena rubia de su pequeña — Por el momento debemos estar escondidos hasta que las cosas se calmen. Estoy seguro que estaremos bien aquí.

A lo lejos se podía ver una pequeña cabaña desconocida y se sentía desorientada porque se había quedado dormida todo el trayecto con su pequeña en sus brazos, mientras que Cole miraba a lo lejos. Suspiró y sin querer su mirada se quedó en aquella cajita.

— Terry — susurró al ver sus cenizas.

Después de haberse alejado de esa zona, Cole y Elians habían parado la lancha al decidir que era mejor quemar el cuerpo de Terry para obtener sus cenizas y así poder enterrarlo cómo se merecía. Fue una dura decisión, pero debían hacerlo por el bien de la pequeña para que no se asustara y más que todo que pudiera descansar en paz.

— No te preocupes amor, él tendrá su merecido entierro y podrá descansar en paz — susurró.

— Mi mamá estará triste al saberlo, ella le tenía mucho cariño como si fuera su hijo — dijo triste.

— Lo supuse, cariño.

— M-mami — el balbuceó de la pequeña hizo caer en silencio a la pareja.

Ella empezó abrir sus ojos, restregando sus manitos en ellos para poder acostumbrarse un poco a la luz de la mañana. Al tener sus ojos abierto, miró a su alrededor, frunciendo el ceño al notar que están en un lugar desconocido.

— M-mami — abrazó fuertemente a su madre — Por favor, que no nos lleven esas personas malas.

Lilly miró a Elians con un semblante de preocupación, eso era lo que más temía la pelirrubia al poner en riesgo a su pequeña hija y exponerla de esa manera antes esas personas. Su hija estaba asustada y con mucho miedo, puesto que notó como la pequeña empezó a temblar en sus brazos.

— Estoy aquí, mi amor — susurró el azabache — Nadie nos hará daño.

Annie se alejó un poco de su mamá y miró a su padre, y sin pensarlo dos veces se abalanzó a sus brazos.

— Mi pequeña — susurró, repartiendo pequeños besos en su cabellera rubia.

— Tuve mucho miedo — susurró la pequeña — Miedo de que ustedes no volvieran.

— Nunca íbamos a dejarte sola, mi amor. Tu eras la única que teníamos en mente para escapar de esas personas malas. Tú eres nuestra razón para vivir y yo estaría dispuesto hacer todo para que nadie te haga daño y tampoco a tu madre. Las dos son mis debilidades, mi fortaleza y la razón para no derrumbarme en ese oscuro laberinto.

Lilly estaba sollozando por las palabras de Elians. Todo lo que habían pasado era un tormento difícil de sacar de sus vidas, aquella quedaría perdurado muy dentro como una cicatriz que les recordaría de por vida el gran sufrimiento que tuvieron que pasar hasta llegar a ese punto.

Ella mataría a cualquiera que se interpusiera en su familia, que les hiciera daño y principalmente a su pequeña. Ella es una pequeña niña inocente de la crueldad del mundo, e inocente de haber nacido en una relación prohibida ante las miradas de las personas.

Ahora, tocaría ser fuerte para su pequeña para que pudiera olvidar todo el sufrimiento que le hicieron pasar esa maldita organización de la secta. Aún mantenía esas ganas de torturar a cada uno de las personas que pusieron una mano encima a su pequeña, pero sabía que Bunny y Elians hicieron ese trabajo, aún así había deseado tanto hacerlo. Después de todo, ya nada de eso existía, solo escombros de aquella mansión que tanto daño hizo a las personas.

La debilidad de un psicópata²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora